En medio del desierto en una tierra enigmática nace nuestra protagonista. Ella era feliz, tenía una familia unida, y sueños que cumplir. Hasta que el destino la lleva por un rumbo que ella no se hubiera imaginado. Aprenderá sobre el dolor, la pasión, la esclavitud y el amor.
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Regalos
Capítulo 17
Mahtob y Pedro estaban disfrutando del baklava en la cocina, Mahtob lo miraba profundamente. En su religión no puedes convivir con hombres, solo con tu esposo y con tu padre. En reuniones las mujeres se mantienen aparte de los hombres. Esa era la causa por la que Pedro no había querido dejarla estudiar, pero ahora tenía la oportunidad.
—Pedro yo pensé..—dijo Mahtob pero sonó el celular de Pedro, así que ya no continuó. Pedro observó la pantalla y lo apago.
—Disculpa ¿que me ibas a decir?.—preguntó Pedro
—¿Que son esas cosas que dejaron sobre la mesa?—preguntó Mahtob
—Son regalos para ti, fui al Cairo y compré Hiyab y bedlah para ti, disculpa observé cómo danzabas pero no entre para no avergonzarte. Te traje dos para que puedas danzar con tu propio bedlah.—dijo Pedro
—No es que me avergüence, está prohibido solo puedo danzar para mi esposo. ¿Puedo abrirlos?.—preguntó Mahtob
—Claro son todos para ti, de ropa no te compre, porque no me gusto que te parece si mañana vamos a que conozcas Milán y eliges ropa adecuada para ti.—dijo Pedro
—Si me encantaría, Shukran.—dijo Mahtob mientras Pedro besaba su mano.
Pedro observaba la emoción de Mahtob por los Hiyab(velos), se veía radiante y hermosa al verla sonreír.
—Te vas a ver hermosa danzando con los bedlah, a propósito ¿ya pensaste en la propuesta que te hice antes de irme?.—preguntó Pedro
—Si, te seré honesta, en primera no somos de la misma cultura y tampoco de la religión, tal vez digas que soy una fanática. Pero es lo que he conocido toda mi vida, mis creencias me une aún a mi familia.—respondió Mahtob
—Los Hiyab los compré en la tienda de tu hermano Amin, conocí a toda tu familia. Tu padre ha vuelto a La Ataba, tu familia continúa con su vida, sin ti. También me encontré a Ali, el sigue desistiendo, pero amenazo a alguien muy peligroso con una daga y no se si eso traiga consecuencias. Sinceramente pensé que tus hermanos te estarían buscando, e inclusive tu padre volvió a trabajar para ayudar a tu hermano Abdul.—dijo Pedro sin tener un poco de empatía con su sufrimiento. A su vez observó realmente afectada a Mahtob por lo que acababa de decir.
—¿Puedes proteger a mi hermano Ali?.—preguntó Mahtob
—Si, claro que puedo. Si tú me lo pides lo haré. Al igual que a tu familia.—dijo Pedro
—Entonces me casaré contigo a cambio de lo que me propusiste, más que protejas a mi hermano. Y que me lleves a verlo para que se convenza de que huí contigo.—dijo Mahtob, Ella temía por la integridad de su hermano.
—Está bien cumpliré todo lo que te propuse y lo que me estás pidiendo. Organizaré una fiesta para anunciar nuestro compromiso.—dijo Pedro
—No es necesario, yo no conozco a nadie. Y como no nos casaremos por mi religión, es mejor que sea algo íntimo. Es mejor que me expliques cómo son los matrimonios aquí.—dijo Mahtob
—Está bien, entonces te daré tu regalo de compromiso. Ten abre este estuche.—dijo Pedro
Mahtob lo abrió, no podía creer lo hermoso que era todo. Los zafiros eran sus favoritos, porque le recordaba el color de sus ojos.
—Esto es hermoso, pero demasiado costoso. Debió haberte costado una fortuna.—dijo Mahtob maravillada
—Tu te mereces eso y más, te daré mucho más. Además alégrate estas joyas fueron diseñadas y elaboradas por tu hermano Mustafa.—respondió Pedro
Mahtob sentía como su corazón latía rápido, no lo podía creer. No entendía ¿Por qué Pedro tomó esa decisión?, ¿por que habiendo tantos joyeros y comerciantes fue hasta con su familia?. A ella le causaba dolor todo eso, o tal vez lo estaba juzgando erróneamente y lo hizo para que ella se sintiera cerca de su familia. Aún así ella se sentía caer en un abismo, Mahtob podría ver a Ali a escondidas, pero a su familia jamás. El saber que los regalos venían de los negocios de su familia le hacían sufrir.
—¿Que sucede?—preguntó Pedro
—Nada me emociona saber que fue elaborado por mi hermano, Shukran.—respondió Mahtob
—Mahtob siento gran afecto por ti, y siempre me tendrás a mi y todo lo que me pidas.—dijo Pedro
Mahtob sabía que solo lo tenía a él, y aunque no lo amara se había portado hasta el momento, bien con ella. Pedro le había tenido mucha paciencia.
—Me voy a descansar, ¿esta bien?—pregunto Mahtob
—Por supuesto, mañana te veo de acuerdo.—dijo Pedro
Mahtob tomó sus cosas, de inmediato subió a su habitación. Confiaba en que Pedro cumpliría con lo prometido. Pero ella, no estaba segura de cumplir con su parte, después de la boda ella sería su mujer. Se cuestionaba si podría cumplir con tal cargo, ni si quiera lo conocía bien. Además el saber que tarde o temprano le pediría tener intimidad la atemorizaba aún más.
Pedro se sentía triunfador, así que decidió salir a buscar compañía para sacar toda la frustración que sentía al no poder tocar a Mahtob. Sabía que pronto la tendría entre sus brazos y la haría suya.