Mi Apasionado Frederick (Dinastía Belf IV)

Olivia se encontraba sentada sobre uno de los sofás del despacho, llevaba puesta una bata para dormir y una taza de té, en sus manos. Esperaba impaciente por la más revoltosa de sus hijos.

Dos golpes se escucharon en la puerta.

—Olivia—Adelante.

—Susan—Necesitabas verme.

Olivia observó con detenimiento el rostro de su hija, sus labios parecían irritados y sus mejillas un poco rojas.

—Olivia—Ven a sentarte a mi lado.

Su hija obediente se sentó en el mismo sofá.

—Olivia—¿Qué tal estuvo el evento de esta noche? ¿Paso algo interesante, que deseas contarme, Susan?.

Indagó Olivia.

Susan levantó ambas cejas, asombrada por la rapidez que llego el rumor a Olivia.

Y ahora sentía que regresaba años atrás, en la época de su adolescencia, cuando terminaba siendo descubierta por su madre en alguna de sus muchas maldades.

—Olivia—Espero tu respuesta Susan.

—Susan—Esta noche en la fiesta de la mansión Pussett, anuncie mi compromiso con Frederick Pussett.

Dijo sin rodeos.

Olivia exhaló con pesadez.

—Olivia—Esperaba que la llamada de la señora Renier solo me haya hecho perder mi tiempo, como tantas veces.

Pues conocía el alcance de esa mujer y su súbdito de lenguas venenosas.

—Susan—Te escuchas molesta.

—Olivia—¿Tendría por que?.

Pregunto con ironía.

—Susan—No.

Olivia rodó los ojos, dejo la taza en la mesita de lado y luego se enderezó con elegancia.

—Olivia—Susan, siempre has sido la más astuta de tus hermanos, pero también la más...

—Susan—¿Hermosa?...

—Olivia—¡La que más causa problemas!.

Susan bufo.

—Susan—Ese puesto le pertenece al tonto de Zachary.

Olivia se llevó la mano a la cien y la masajeo un poco. Ese niño era otro asunto que le angustiaba a Olivia. Agradecía qué Jade no estuviera interesada en una relación amorosa, hasta ahora.

—Olivia—... Dame una buena razón para no pensar qué esta decisión tuya es demasiado descabellada y deba de pararla ahora mismo, Susan.

—Susan—Si existe una razón importante.

—Olivia—¿Cuál?.

Le cuestionó impaciente.

—Susan—Quiero ayudarlo.

Olivia la vio con curiosidad.

—Susan—Un matrimonio es lo que Frederick necesita para poder tomar posesión de su empresa familiar.

Olivia asintió de forma leve.

—Olivia—Bien, entiendo la situación de ese chico. Pero no veo el porqué tienes que ser tú la mujer que se case con él. Susan, el matrimonio es un paso importante que das en la vida y no es algo que se tome a la ligera.

Olivia desvío la mirada hacia el retrato de Andrew, qué se encontraba en la pequeña mesa de a lado.

—Olivia—Y el amor es el principal pilar para sostener un matrimonio. Dime ¿Tu lo amas?.

Susan lo negó con la cabeza, luego soltó un gran suspiro.

—Susan—No puedo decir que es amor, lo que siento...pero me agrada la sensación que provoca en mi, cuando lo tengo a mi lado. Además, yo fui quien le pidió que nos casaramos, por que quiero ser yo quien lo ayude, quien cuide de él. Y no pienso dar marcha atrás en esta decisión, madre.

La determinación en esos ojos tormentosos como los suyos, le hicieron retroceder un poco.

—Olivia—Bien, respetaré tu decisión Susan. Aunque no este de acuerdo con esto.

Susan abrazó a Olivia antes de levantarse.

—Susan—Gracias.

Olivia le correspondió con una bella sonrisa. El amor por sus hijos siempre iba más allá de todo.

—Olivia—Ve a descansar, qué mañana será un largo día con tu padre.

Cuando Olivia se quedo sola, se inclinó un poco hasta la pequeña mesa, para tomar una de las fotografías de sus hijos cuando aún eran pequeños y sonrió con nostalgia.

—Amanda—En tan solo un pestañeo, mis niños se convirtieron en los hombres más guapos y mis niñas en hermosas mujeres.

Olivia sonrío, dándole la razón a su madre.

—Olivia—No te escuche entrar.

Dijo después de dejar el marco sobre la mesa.

—Amanda—Estabas muy concentrada viendo esa bella fotografía.

Amanda caminó hasta el sofá para sentarse a su lado.

—Olivia—Ordene qué los restos, fueran enterrados en el mausoleo de la familia Hertford.

Amanda se quedo en silencio por algunos segundos.

—Amanda—No tienes que darme explicaciones, Olivia. Después de todo, ese hombre era tu padre y entiendo que hayas querido darle cristiana sepultura. Aunque, yo en tu lugar lo hubiera arrojado a una jaula de hienas, como alimento.

Olivia la miro sin una expresión, sabía que Amanda aún guardaba resentimiento y a ella le importaba poco, lo que hablara de Clive.

—Amanda—Al menos obtuvo tu perdón antes de morir.

¿Perdón?. Olivia había viajado esa misma mañana a Seattle, solo para ver morir al hombre que causó mucho dolor en su pasado.

Pero en el momento que aquel hombre acabado imploro por su perdón, ella solo pudo apretar su mano y quedarse a su lado hasta el último segundo de su vida.

Se levantó del sofá y camino hasta el escritorio. En el primer cajón bajo llave, guardaba una fotografía vieja y un poco arrugada.

—Amanda—Él te amaba, Olivia. Aunque nunca supo demostrarlo de la manera correcta. Siempre fue más fuerte su arrogancia y su orgullo. Pero en el fondo te amaba.

El aire qué expulsaron los pulmones de Olivia, iba acompañado de un sentimiento de tristeza. Lamentablemente, hay heridas que nunca podrán cerrarse ni con el pasar con los años....

De regreso a la habitación...

Susan observó desde la puerta de la habitación, a un Frederick recostado en su cama.

Camino hasta la cama y se escabullo de entre las sabanas hasta sentir su piel tibia. El chico tenía el cabello húmedo y olía a su jabón de baño.

—Frederick—Vol... Volviste muy rápido.

Susan asintió.

—Frederick—¿Todo está bien?.

—Susan—Sí.

Aseguro ella. Se acurrucó en el pecho del chico y cerró los ojos.

—Susan—Muy pronto, solo seremos tu y yo.

Murmuró.

Un cosquilleo de emoción invadió a Frederick y en su rostro se dibujo una sonrisa.

—Frederick—Su... Susan.

—Susan—¿Si?.

—Frederick—Gracias por, querer ser... mi esposa....

Susan esbozó una bella sonrisa, sin que Frederick pudiera verla.

No pasó mucho tiempo cuando ambos se quedaron dormidos.

Él soñando con tener el amor de la mujer que esta noche dormía en sus brazos.

Ella con una ilusión que comenzaba a crecer en su corazón.