Un Consejo: Nunca Digas Nunca

🍇 𝓐𝓷𝓰𝓮𝓵𝓸 🍇

—Ve rápido, acá te espero. —Sé que Gina está estudiando lo concerniente a la enología, pero algo debe de saber de la siembra, y si no sabe, yo le enseñaré. Mis estudios en vitivinicultura me han servido para posicionar la empresa de mi padre. De él aprendí el amor al vino y todo su proceso de elaboración, desde la siembra de la vid, su vendimia y su producción en vino de la más alta calidad.

Salimos de la hacienda y nos fuimos en mi Jeep para poder llegar hasta el viñedo nuevo. Cuando nos bajamos, parecía un pajarito que por fin salió de su jaula; la vi tan alegre y fresca que no me contuve y le tomé una foto que dejé de fondo de pantalla de mi celular.

🍇 𝓖𝓮𝓸𝓻𝓰𝓲𝓷𝓪 🍇

Pasé una tarde agradable con Angelo. Me mostró el nuevo viñedo, donde los sarmientos ya están retoñando. Según me explicó, son de la vid Sangiovese, que es una variedad de uva originaria exclusivamente de esta parte de la Toscana. Su nombre deriva de la frase latina "Sanguis Jovis", que significa literalmente "sangre de Júpiter". Por eso su interés en este terreno, pues La Simblia es una tierra prodigiosa donde esta uva crece fértilmente.

Luego fuimos a las bodegas de almacenamiento de la uva, donde ya están trabajando los ingenieros en ellas. Estas deben de tener ciertas condiciones ambientales para que la uva se conserve adecuadamente hasta su embarque al puerto, y de ahí ser llevadas a la isla de Elba, donde está la planta. para ser procesadas y transformadas en vino de la más alta calidad, el vino "Di Romagna" exclusivo de la "Vinícola Stromboli".

De las bodegas regresamos a la hacienda. Angelo estaba estresado, pues en una semana debían estar listas, ya que esa misma semana empezaba la vendimia, y todo debía estar a la orden del día para no tener contratiempos en la producción y de esta manera no perder dinero. A los Stromboli, por lo que he visto, no les gusta perder nada.

Después de la cena nos fuimos a la habitación. Angelo subió con dos copas y un vino que trajo de la cava de la hacienda. Era un Sangiovese di Romagna, de la franquicia nueva.

—¿Y ese vino? —le pregunté a Angelo.

—Es para que pruebes el mejor vino del mundo. —Nos sentamos en el sofá de la habitación y sirvió dos copas.

—Ya he probado muchos vinos tintos, pero de uva Sangiovese aún no. Creo que me encantará. —Angelo me sirve el vino adecuadamente. Yo lo tomo del cuello de la copa, lo agito suavemente para que el líquido impregne las paredes de vidrio, lo acerco a mi nariz sin dejar de mecerlo mientras lo voy olfateando; todo ante la mirada atenta de Angelo, quien está estudiando todo lo que hago y viendo si cometo algún error en la catación del vino. Luego de olfatearlo, tomo un trago y lo paso por debajo de mi lengua, lo caliento en mi boca mientras cierro mis ojos y lo trago lentamente. Mmmm, es delicioso, el mejor vino que he tomado. El vino que producimos en Sermoneta es solo vino blanco, dado por la uva que se cultiva en todo el Lazio, que es la uva Trebiano y Malvazia.

—¿Y cómo te pareció? —me pregunta con emoción en su voz.

«Dios, mi amigo saltó de emoción cuando la vi hacer esos gestos mientras probaba el vino. Parecía tener un orgasmo al pasarlo por su boca. Un poco más y me vengo en mis pantalones», pensó Angelo, mientras la miraba de manera lujuriosa.

—¡Excelente! Tiene un aroma picante a fresas frescas, y su acidez es alta con un pH medio. Por lo que intuyo, este vino no tiene más de un año de elaboración. —Espero no equivocarme. Mi experiencia en la catación del vino es limitada a los vinos blancos que hemos fabricado en la planta vinícola donde trabajaba.

—Eres muy buena en esto. Gina, este vino se produjo hace ocho meses y la uva se cultivó acá, pero la elaboramos en Roma en nuestra planta principal con la nueva franquicia. Por eso ambicionaba estas tierras; la uva que se cultiva en la Simblia es la mejor de toda la Toscana. —Menos mal lo hice bien.

—Confieso que tengo más experiencia en el vino blanco que en el tinto, pero debo de aplicar los conocimientos que he adquirido con mis estudios. —Debo parecer convincente. De algo me sirvió trabajar desde que salí de la secundaria en la antigua Vinícola de Sermoneta. Fueron seis años en este lugar, en el cual la más famosa clienta es mi madre, la alcohólica... qué irónico. A pesar de que tenía buenas compañeras de trabajo, sé que les daba lástima por tener una madre que me explotaba y gastaba el dinero que ganaba en la vinícola, para luego devolverlo a ellos comprando su vino.

En la fábrica éramos sólo mujeres, pues los hombres se encargaban en la vendimia de la recolección de la uva, su transporte y su posterior almacenamiento en la planta. Nosotras las mujeres trabajábamos en la selección de la fruta, el despalillado, y luego de esto hacíamos la pisada de la uva que se hacía de manera tradicional en un gran recipiente de madera llamado lagar. Se hace del extremo al centro para sacarle más mosto a la uva. Las mujeres deben ser solteras y preferiblemente vírgenes, por lo que no todas participaban en esta tarea. Yo era la preferida por ser la de más peso, y que por eso aplastaba mejor la uva según los dueños de la vinícola; por ese motivo me daban algo más de dinero. Qué triste que se aprovechen de esa manera de mi sobrepeso, pero eso no me importaba; lo importante es que había dinero extra en mi bolsillo.

—¿En qué te quedaste pensando? ¿Extrañas a tu familia? Si quieres, cuando termine la vendimia, viajamos a Sicilia para visitarlos, ¿te parece? —Me vio sumida en mis pensamientos y asumió que era que estaba triste.

«Me da tristeza que Gina esté viviendo con un desconocido y en contra de su voluntad. Aunque lo aceptó con resignación, no deja de ser algo nuevo e impuesto para ella y la admiro por eso y por adaptarse a la situación como lo ha hecho» Pensó Angelo, mirandola con ternura.

—Como tú digas. Aunque aún estoy disgustada con mis padres, especialmente con mi papá, extraño mi casa, mis cosas y a mi hermana. —Espero que ese día nunca llegue, pues no sé qué excusa me tenga que inventar. Creo que ya va a ser hora de buscar la manera de irme del lado de Angelo, pues cada día que paso a su lado es un riesgo que voy corriendo. Sé que es un delito lo que estoy haciendo, y lo peor que me pueda pasar es ir a la cárcel. Ahí sí estaré perdida, así como estoy perdiéndome de amor por Angelo. Después de la vendimia me iré, y lo más triste después de dejarlo es tener que volver a Sermoneta con mi madre.