Tres años después de la tercera guerra heroica, el mundo ha cambiado demasiado, pero a pesar del cambio, dos personas crearon algo que va a ocasionar la mayor batalla de la historia. Los chicos cambiaron físicamente y mental mente, ahora ellos van a enfrentar una pelea seria.
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Emergencia en otro mundo
En una tierra desconocida, un mundo donde no sabemos nada, había una ciudad.
En esa ciudad había tranquilidad y también había super heroes, pero el sitio estaba en completa paz, aunque a las personas no les gustaba mucho el calor que estaba haciendo. Los pájaros cantaban, los gatos maullaban, los perros ladraban y los chicos jugaban. Había mucha tranquilidad en toda la ciudad y la gente estaba feliz, la gente fue a desfiles ya que estaban en fiestas en ese momento, había aguardiente, whisky y cerveza hasta decir no más. Las personas se fueron de parranda después de los desfiles y había una alegría, tristeza no había, pero no faltaba el borracho que quería pelear, aunque eso no importaba mucho. Cuando de la nada la ciudad se volvió roja, todos los del lugar no entendían nada y otros pensaron que ya estaba oscureciendo, pero todavía no era hora de que el sol se ponga. Las personas veían por completo rojo y no entendían nada, sin embargo, unas si entendieron. Las que entendieron se fueron rápido, pero las que no, miraron por todos lados para ver si es algo natural o es peligroso, aunque por las copas tomadas no le veían mucha importancia, sin embargo, el rojo se volvió más oscuro y la gente ya se dio cuenta de que eso no era normal. Los que se asustaron se iban un poco lejos, pero como la ciudad entera estaba roja y no solo era ese lugar, sino que el planeta entero también se volvió rojo. Las grandes naciones entraron en alerta para ver qué estaba pasando y como hace rato no tenían villanos, pensaron que era algo del espacio, pero eso era imposible. Cuando en el centro de la ciudad se volvió más rojo y se dio una gran explosión que sacudió el lugar entero. Las personas fueron volando, pero se levantaron rápido, aunque de la nada la gente vio cinco siluetas. Seguían sin entender nada y los que no quieren problemas se fueron, pero los que sí, se fueron acercando y de la nada comenzaron a explotar muchas personas. Había mucha sangre y la gente explotaba del todo. El pánico se sintió en toda la ciudad y es que no paraban la muerte de gente explotando. La gente explotaba como un globo y la sangre caía al suelo sin huesos. Los héroes se fueron a pelear con el responsable y se fueron los más fuertes, pero uno a uno iban cayendo dejando rastro de sangre. La gente se puso a correr al ver explosiones por toda la ciudad y se empezó a sentir por todo el mundo. Todo el planeta estaba siendo atacado y la ciudad estaba cayendo poco a poco, era de los peores ataques que se habían sentido. Un grupo de personas iba corriendo, pero cayó una persona frente a ellos muerta y se taparon la boca porque era un súper héroe famoso y fuerte. El caos se vivió por toda la ciudad, el propio apocalipsis y los que pelearon con el responsable se fueron corriendo porque no querían enfrentarlo por qué les daba mucho miedo morir, era una ciudad llena de sangre y eso era por todo el mundo:
—Quiero que evacuen a las personas que puedan y protejan a los heridos. No vamos a caer —dijo el alcalde de la ciudad
Los héroes hacían todo lo posible por evacuar a los civiles mientras un grupo selecto se preparaba para enfrentar a la criatura responsable de la masacre. Explosiones sacudían la ciudad como si se tratara de un campo de guerra. La desesperación se apoderaba de la gente cuando, de repente, una antorcha incandescente se elevó hacia el cielo y explotó con un resplandor cegador. En cuestión de segundos, la onda expansiva destrozó edificios y arrasó con barrios enteros. El caos se multiplicó y el pánico alcanzó su punto máximo.
El infierno había descendido sobre el planeta. En menos de unos minutos, el veinte por ciento de la población mundial había desaparecido, reducida a cenizas o convertida en ríos de sangre que corrían por las calles. Nadie entendía lo que estaba ocurriendo, pero los héroes no podían detenerse a reflexionar. Su deber era luchar, aunque el enemigo parecía imbatible.
Los cuerpos de los caídos se acumulaban. Las explosiones, la destrucción y el sonido de los gritos de terror se mezclaban con el estruendo de los combates. A pesar del miedo y el dolor, los héroes más valientes se mantenían en pie, tratando de resistir el embate de la criatura. Pero el enemigo era implacable, demasiado poderoso. Con cada ataque, su furia se intensificaba, y la esperanza de victoria se desvanecía poco a poco.
La desesperación también se hacía evidente.
—Este es el infierno mismo. Apareció de la nada, como un hechizo maldito o una abominación llegada del espacio— dijeron varios líderes mundiales a través de sus comunicadores.
El alcalde de la ciudad, con el rostro cubierto de sudor y miedo, tomó una decisión desesperada:
—Llamen a los héroes más fuertes. No podemos permitir que este monstruo siga destruyéndonos.
—¡Sí, señor!— respondieron sus oficiales.
De pronto, una luz centelleante iluminó el cielo. Un rayo descendente impactó con fuerza, levantando una onda de choque que sacudió la ciudad. Los escombros volaron por los aires, y un nuevo combatiente se alzó entre las llamas y el polvo. Era el más grande de los héroes, el guerrero legendario que muchos creían imbatible. La esperanza resurgió entre los sobrevivientes cuando el nuevo héroe se lanzó al combate contra la entidad destructora.
El enfrentamiento fue brutal. Ambos intercambiaban golpes capaces de derribar montañas. Cada impacto generaba ondas de energía que destrozaban los edificios cercanos. Pero la bestia no retrocedía; su poder parecía no tener límites.
Entonces, un estallido carmesí cubrió el cielo y una ominosa onda de choque roja se extendió por el planeta. De inmediato, la ciudad comenzó a desvanecerse. Primero, los edificios, luego las calles y finalmente, las personas. La materia misma del mundo estaba desapareciendo como si se disolviera en el aire. Héroes y civiles por igual fueron borrados en cuestión de segundos.
El héroe legendario intentó resistir, pero el enemigo solo sonrió. Con un gesto de desdén, dio la espalda a la destrucción y se alejó entre las sombras, dejando atrás un monstruo colosal para terminar el trabajo.
—Dejaré esto aquí, solo porque puedo. Uno menos— susurró la voz de la entidad antes de desaparecer.
El monstruo era una criatura colosal con dos brazos largos y poderosos, piernas pequeñas pero musculosas, un único ojo centelleante de color carmesí y una mandíbula enorme llena de colmillos afilados como navajas. Su piel escarlata vibraba con una energía oscura, casi como si estuviera hecha de sangre solidificada.
Frente a él, el héroe más fuerte de su mundo permanecía firme. Era un joven de estatura media, con el cabello crespo teñido de un marrón oscuro, ojos café intenso y una cicatriz profunda en su brazo derecho. Su rostro reflejaba determinación y dolor. Se lanzó al ataque, golpeando al monstruo con toda su fuerza, pero sus golpes parecían no afectarlo en lo absoluto.
El héroe frunció el ceño. Sabía que debía seguir luchando, pero su mundo estaba desapareciendo a su alrededor. El cielo azul se había desvanecido, reemplazado por un abismo negro con restos de polvo rojo flotando en el aire. La ciudad se desmoronaba, los edificios se desvanecían en la nada y los cadáveres de sus seres queridos flotaban como sombras efímeras antes de disiparse por completo.
Con el corazón lleno de rabia, tristeza e impotencia, el héroe concentró toda su energía y se impulsó hacia la bestia con una patada certera a su mandíbula. Sin embargo, el monstruo reaccionó con una velocidad inhumana y con un zarpazo brutal, lo estrelló contra los restos de un edificio. La fuerza del impacto hizo que el héroe escupiera sangre mientras su visión se nublaba.
Temblando de dolor, se puso de pie, aunque sus piernas amenazaban con fallarle. Los gritos de los que aún quedaban con vida se fueron extinguiendo hasta que todo se volvió un silencio fúnebre. Su mirada se llenó de desesperación al ver a sus amigos y familiares desintegrándose en el aire, como si nunca hubieran existido.
El héroe respiró hondo y deslizó su mano hasta su muñeca derecha, donde llevaba un brazalete de color gris. Sabía que su mundo ya no tenía salvación, pero tal vez había una manera de evitar que esto volviera a suceder en otros universos.
El monstruo rugió y volvió a embestirlo. Esta vez, el golpe fue devastador. El héroe sintió cómo varias de sus costillas se rompían cuando su cuerpo se estrelló contra el suelo. Apenas podía moverse. La bestia se acercó lentamente, disfrutando su victoria.
El héroe, arrodillado y jadeando, levantó la cabeza con una sonrisa irónica en su rostro.
—¿Cómo es posible que todo se haya ido? Mi hogar… mi gente… ya no queda nada…—susurró con un nudo en la garganta.
El brazalete comenzó a vibrar, indicando que estaba casi listo. Necesitaba más tiempo. Se obligó a reír, aunque cada carcajada le dolía.
—Puede que mi mundo haya desaparecido, pero sé que no es el único al que han atacado… Jajajaja… Mi pueblo también fue alertado por los…—sus palabras quedaron truncas cuando sintió un frío desgarrador atravesarle el pecho.
Una espada de color rojo lo había perforado por completo. El héroe tembló y escupió sangre mientras su visión se oscurecía. Sin embargo, en el último segundo, su pulgar logró presionar el botón del brazalete.
Un portal azul en forma de prisma se abrió ante él. Su cuerpo, debilitado y al borde de la muerte, cayó en el portal, desapareciendo en la luz cegadora.
El monstruo rugió furioso y, sin pensarlo dos veces, se lanzó tras él justo antes de que el universo entero se desvaneciera en la nada absoluta.