El maltrato que sufrió Alessandro en toda su niñez se verán opacada cuando un chico de otra ciudad, lo empieza a tratar de una manera distinta.
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Capítulo 15 la distancia.
Me desperté con un dolor en la columna, como siempre. Me estiré y miré hacia donde dormía Lucas, sin embargo, no estaba. Me senté en la cama y miré alrededor, pero no había señal de él. Me dirigí al baño a lavarme la cara.
En los últimos días, se la había pasado ignorándome. ¿Por qué haría eso? Había puesto tanta distancia entre nosotros que ya ni siquiera me hablaba o evitaba estar cerca de mí. Sentía una sensación de culpa, aunque no sabía de qué. Me preguntaba si había dicho o hecho algo mal que lo había ofendido.
Me vestí y bajé a la cocina a buscar algo para desayunar. El papá de Lucas, Antonio, estaba ahí parado preparando el café.
—Buenos días, Alessandro —me dijo con una sonrisa.
—Buenos días, señor Antonio —le respondí, intentando sonreír.
—Y, ¿dónde está Lucas? Él siempre baja con vos —me preguntó.
—No lo sé —le respondí, encogiéndome de hombros.
Antonio miró con curiosidad, pero no dijo nada. Me senté a desayunar y comí el desayuno, pensando que podría haber hecho mal para que se pusiera así, o simplemente quería su espacio.
Después de haber finalizado el desayuno, fui a buscarlo. No obstante, no hubo indicios de él. Me sentí preocupado y me pregunté si algo le había pasado. Decidí ir al parque, esperando encontrarlo, pero no estaba.
Caminé por el bosque distraído y sin mirar por dónde iba. Ya estaba muy lejos de la casa. Llegué al lago y los busqué, pero tampoco estaba. Me alejé aún más, pero no se lo veía ni en la lejanía. Estaba caminando con lentitud y pereza.
Caminé por el bosque de Arrayanes, distraído y sin mirar por dónde iba. El sol se filtraba a través de las hojas de los árboles, creando un efecto de luz y sombra que me hizo sentir como si estuviera caminando en un sueño. El suelo estaba cubierto de hojas secas y ramas quebradas, y el aire estaba lleno del aroma a madera y tierra húmeda.
Seguí caminando, mi corazón latiendo con ansiedad. ¿Dónde podría estar Lucas? ¿Por qué se había ido sin decirme nada? Mi mente estaba llena de preguntas y preocupaciones, y no podía dejar de pensar en él.
De repente, escuché un sonido como un disparo. Me aturdí un poco, pero no le di importancia. Sin embargo, después sentí un ardor en el pecho. Puse mi mano y había sangre. No sabía qué hacer en ese momento. Estaba asustado y me tiré al suelo.
Después de unos minutos, se escucharon pasos. Abrí los ojos y había ya dos personajes mayores ahí, tenían rifles de caza. Se acercaron y me agarraron. Sentí que era llevado hasta una camioneta y, después de eso, solo era subir y bajar cada vez que el automóvil se topaba con charcos o rajaduras en la tierra.
Sentí que iba en un pasillo; las luces que se movían con rapidez dejaban un dolor agudo en mis ojos y me segaban por completo. Sentía que personas me llevaban a algún lugar; íbamos a gran velocidad. Mis fuerzas se desbarataban de a poco; el ardor en mi pecho ya no me preocupaba, sino el motivo por el cual mi corazón cada vez latía con dificultad y lentitud. Quedó todo oscuro.
—¿Acaso moriré así? —me pregunté en la oscuridad de mi subconsciente.