El Amor Es...

Me senté frente al ordenador y empecé a revisar los archivos del conglomerado. Necesitaba encontrar información relevante que pudiera ayudarme a desenmascarar a mi padre y detenerlo antes de que hiciera más daño. Mientras buscaba, mi cabeza estaba llena de pensamientos y recuerdos dolorosos.

Recordaba cada vez que escuché a mi padre amenazar a alguien, cada vez que lo vi actuar con violencia, y cada vez que presencié su ambición descontrolada. Sabía que debía detenerlo, aunque eso significara enfrentarme a él y revelar la verdad sobre su verdadera naturaleza.

Después de un rato, encontré un archivo que parecía ser la clave para desentrañar todo el entramado de corrupción y crímenes que mi padre había creado. Sin embargo, necesitaba más información, por lo que decidí hablar con mi tía, la viuda del hermano de papá. Yo tenía que escuchar la versión de los hechos que a ella le habían dado.

Llamé a mi tía y le pedí verla en su casa. Cuando llegué le expliqué que deseaba saber sobre lo sucedido con mi tío hace tantos años, y le pedí que me contara todo lo que supiera sobre mi familia y lo que había sucedido con el conglomerado. Mi tía, con valentía y determinación, me relató todos los terribles eventos que había vivido y presenciado en manos de mi padre. La manera tan miserable como los saco a cambio de mucho dinero, básicamente les calló la boca para que dejarán todo en sus manos.

Al escucharla, sentí una mezcla de dolor, rabia y determinación. Sabía que debía actuar y detener a mi padre antes de que hiciera más daño. Con la información de mi tía y los archivos en mi poder, tenía mucho para confrontar a mi padre y poner fin a su reinado de terror, pero en realidad necesitaba mucho más.

Mientras seguía preparando el escenario para derribar a mi padre, pensaba en lo afortunado que hubiese sido al tener a Lorena y a mi hijo a mi lado. Y precisamente por ellos que eran mi mayor motivación y mi fuerza, es que por fin iba a enfrentar a mi padre y a proteger a quienes amaba. Sabía que el camino sería difícil, pero estaba decidido a luchar hasta el final por la justicia y la verdad.

Con esa determinación en mi corazón, me preparé para el desafío que se avecinaba y me prometí a mí mismo que haría todo lo posible por hacer justicia, proteger a mi familia y restablecer la paz en mi vida. Era el momento de enfrentar a mi padre y revelar la verdad, sin importar las consecuencias. Pero antes, tenía que encontrar a Lorena.

Lorena.

Los días pasaban y yo cada vez me sentía mucho mejor. Estaba aprendiendo muchísimo, y eso me tenía muy feliz, también mi niño empezó a asistir a la escuela, y le iba muy bien.

El señor Sebastián era muy bueno con nosotros, me ayudaba muchísimo con mis tareas, también con mis deberes, de manera que me hacía la vida tan fácil.

— Felicitaciones, te has esforzado tanto que quise tener un detalle contigo.

— Señor Sebastián, no debió ponerse en estas, que pena con usted.

— Lorena, ¿Qué te dije? Solo dime Sebastián, y tutéame por favor, cada vez que eres tan formal conmigo me siento extraño.

Era cierto, llevaba mucho tiempo diciéndome que lo tuteara, pero es que a mí eso no se me daba, él era mi jefe, y no era correcto.

Donde estudiaba, había hecho algunos amigos, entre ellos Reik. Él, era de Puerto Rico, tenía una inteligencia envidiable que a mí me gustaba mucho. Casi siempre nos dejaban tareas juntos, y las hacíamos a la salida del instituto, pero hoy, se me ocurrió decirle que viniera a la casa, pues yo quería pasar más tiempo con Dylan, porque sentía que entre el instituto, el trabajo y el colegio de mi hijo, no le daba toda la atención que él requería.

— ¿Así que trabajas en esta mansión? Wow, es genial. ¿Y tus jefes no se molestan si me ven aquí?.

— Si, aquí trabajo. Y no te preocupes por mis jefes, ellos son muy buenas personas, además tengo permiso de invitar a mis compañeros.

— Qué bueno saberlo, así podré visitarte los fines de semana.

Bueno, se me escapaba ese detalle, Reik decía estar enamorado de mi, pero yo no le creía, no sé, quizás yo ya no creía en el amor, y por eso me parecía chiste cuando me decía todas esas cosas.

Nos pusimos a estudiar juiciosos, mi niño llegó como media hora después, y sentado a la mesa junto a Reik y a mí, había su tarea.

Sebastian.

Han pasado unas semanas, y estoy muy orgulloso de Lorena, ella es muy inteligente y ha logrado en poco tiempo, lo que a muchos les tomaría meses, por su entrega y fuerza de voluntad, no puedo dejar de apreciarla.

Por esas cualidades que ella tiene, es que cada vez me convenzo más de que ella es la mujer perfecta para mi amigo Alejandro, y no sé cómo le haga, pero haré que esos dos se junten.

Regresé a la mansión, estuve toda la mañana solucionando algunos temas de mi propia empresa, pero me encontré con una escena que no le gustó para nada. Lorena llevó a casa a un tipo, el cual se veía chorrear la baba por ella, no los interrumpí, pues no quería que mi molestia fuese evidente y no tener como justificarla, así que me fui a mi habitación y pensé rápido.

— ¿Acaso no puedes vivir sin mí?.

— ¿Qué comes que adivinas? Alejo, te llamo para hacerte una invitación.

— ¿Invitación? No sé por qué, pero una invitación de tu parte es muy sospechosa.

— No seas tan exagerado, escúchame bien, tienes que venir a Estados Unidos.

— ¿Tengo que ir? ¿Acaso sucedió alguna cosa?

— ¿Tiene que suceder alguna cosa para que yo le pida a mi mejor amigo que salga de sus cuatro paredes? Siempre es así, yo te invito a alguna parte y te niegas; sin embargo, tú me necesitas para algo y yo siempre estoy allí, parece que aquí el único amigo soy yo.

— ¿Estás bien? ¿Qué está pasando? Sebastián, ¿Hay algún problema?.

Traté de controlarme, me di cuenta de que estaba reaccionando algo histérico, tenía que bajarle dos rayitas.

— ¿Qué va a suceder? No sucede nada, así que no te preocupes, y discúlpame, no quise incomodarte.

— Sebastián, ¿Estás seguro de que todo está bien? Habla conmigo amigo.

Las cosas ahora se habían puesto algo incómodas para mí, resulta que preocupe a Alejandro, y esa no era la idea. Me acosté en la cama mirando al techo, trate de ajustar mis emociones y ponerme en claro, pero lo que intuí no me gustó.

Estuve encerrado mucho tiempo, tanto que cuando decidí salir, ya era la hora de la cena, allí en el comedor, estaba el pequeño campeón, y también estaba ella. Me sentí tan extraño en ese momento, pero tuve que hacer uso de mis fortalezas para ser el Sebastián de siempre ante ella, aunque sabía que algo dentro de mí había cambiado.

— Hola Lolo, ¿Cómo te fue en el instituto?.

— Sebastián, ¿Está bien?.

— Claro que estoy bien, ¿Por qué la pregunta?

Me puse nervioso y ansioso.

— No, por nada, discúlpame por favor. ¿Te sirvo?.

— Discúlpame tú por favor, no he tenido un buen día hoy, pero no es tu culpa, lamento si te hice sentir mal.

Me disculpé sinceramente, y traté de ajustar un poco más mis emociones. ¿En qué momento yo había empezado a sentir cosas por Lorena? Ese no era el plan, el plan era que ella y Alejandro se enamoraran, que mi amigo pudiera tener por fin a alguien que lo amara y lo cuidara, que tuviera hijos, ese era el plan, pero ¿Por qué yo y mis tontos sentimientos lo estaban arruinando todo?.

Alejandro.

La llamada de Sebastián fue muy extraña, no la llamada en sí, sino su comportamiento, su voz, todo él era muy raro. Tanto que me quedé preocupado, así que acepte su invitación, iría a mi mansión en la USA y me aseguraría por mí mismo que él estaba bien.

— Solo dime si puedo viajar.

— ¿Pero qué necesidad tienes de hacerlo?.

— Por favor Aurelio, estoy tratando de llevar una vida lo más normal que puedo, ya sé que estoy muriendo, pero nadie tiene que darse cuenta de eso, no al menos hasta que ya no me queden fuerzas.

— Alejandro, no hables así, cada vez que te escucho así tan resignado hace que odie mi profesión, se supone que como un médico, quiero salvar vidas, y no puedo hacer nada por ti, eso me hace sentir inútil.

— Oye cálmate, en esto tú no tienes nada de culpabilidad, has hecho todo cuanto has podido y te lo agradezco, solo te pido que no me condenes antes de tiempo por favor.

— Tienes razón, discúlpame por eso. Mira, si puedes viajar, solo que te vas a sentir muy agotado, si te llegas a sentir demasiado fatigado, así como que te falta el aliento, por favor, busca ayuda médica.

— Ven conmigo, no quiero a nadie más husmeando en mi salud, tú eres el único en quien confío.

Mi amigo acepto luego de que yo le diera todos mis argumentos, solo le pedí que no dejáramos que Sebastián supiera que estaba allá conmigo, estaba seguro de que si veía a Aurelio llegar allá conmigo, se preocuparía.