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Kozłowski

Kozłowski

Status: En proceso
Genre:Escena del crimen / Casos sin resolver
Popularitas:23.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Oriana Rivera Macías

Kozłowski es un hombre muy interesante, tan interesante que te dan ganas de llorar con su vida.

Aunque parezca alguien normal, ha pasado por muchas cosas en su vida, cosas que han provocado que poco a poco su mente sea distinta a las demás.

Sin saber las personas con quién están tratando, poco a poco irá surgiendo su verdadero ser.

NovelToon tiene autorización de Oriana Rivera Macías para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15

Avanzan unos pasos hasta llegar al cajón abierto, Richard siente un apretón fuerte en su mano, Marylin está aterrorizada de ver el cuerpo magullado de su madre. Aguanta soltar un comentario sarcástico y se conforma con rodar sus ojos, le causaba asco que la mujer fuera tan sensible. No sabe ni cómo murió su madre, pero por su rostro destrozado por completo y las leves marcas de llantas de auto sobre su rostro ya sabe que fue un accidente de auto. Era irónico, murió por la misma razón que sus tías. Escuchó entre murmuros que la anciana andaba caminando y un borracho la pasó por encima, destrozó todo su cráneo y su cuerpo, no pudieron quitarle algunos trozos del neumático de su cráneo, ya que se había incrustado por completo y lo partió literalmente por la mitad.

El cuerpo está tan destruido que nadie se atrevía a verlo por más de tres segundos sin huir, a excepción de Richard, quien mira atentamente el interior del cajón. Su tía ya ha retrocedido y se ha quebrado en llanto.

La idea que ha tenido toda su infancia vuelve a cruzarse por su cabeza, mira por todos los lados y la multitud parece distraída conversando y llorando.

Crea saliva en su boca y se acerca más al cajón, los únicos que pueden verlo piensan que está a punto de darle un tierno beso a su madre, pero vaya qué están equivocados.

Escupe justo en el cráneo abierto, se aleja del cajón, pero queda a la distancia perfecta para ver como el gran chorro de saliva pasaba por el cerebro de su madre y bajaba hasta lo poco que le quedaba de mentón.

Sonríe y se acerca al grupo de mujeres que lloraba, ese grupo eran su tía Marylin y sus primas. Pasa al lado de ellas y hace una mueca de desagrado, odiaba los lloriqueos de las mujeres, eran patéticos y ni siquiera se escuchaban bien como el verdadero llanto de un hombre. Matar a una mujer y verla gritar los últimos minutos de su vida no se comparaban con los de un hombre, por lo general, hasta eran más difíciles de matar que las mujeres. Sólo con contratar una prostituta ya tenía un asesinato asegurado. Para matar a un hombre se podría conseguir un stripper, pero le era muy extraño, no ha sentido atracción sexual ni romántica por ningún género, le daría igual ver a cualquier persona desnuda, pero sería raro. Quizás un delivery o algo así, lo llevaría hasta alguna casa abandonada… No, muy sospechoso, pero en su propio apartamento no podía, las paredes son tan delgadas que se escuchan hasta las conversaciones más íntimos e incómodas que puede escuchar.

Lo de matar lo arregla después, por ahora debe irse en su auto negro a dar vueltas por el estado. Estar en Mazovia no era nuevo para él, pero tenía que aprovechar estar allí. Se ha criado en Varsovia, la ciudad más importante de Polonia. El funeral se estaba llevando a cabo en un cementerio de allí, le costó dinero salir de Estados Unidos hasta Polonia, espera que por lo menos le entreguen los papeles rápido y terminen con toda esa mierda.

Ya está encerrado en el auto, baja un poco las ventanas y se arrepiente al instante, el frío le da escalofríos por toda su espina dorsal y cierra todo de inmediato. El olor a auto nuevo no era de su agrado, todo lo contrario, le daba náuseas, pero prefería vomitar a morir de hipotermia. Ya lo ha puesto marcha y lo tiene sujetado del volante, maneja con tranquilidad por las calles, viendo lo cambiado que está el lugar.

Acerca su puño a su boca, tose y escupe por accidente en su mano. Una pequeña lágrima sale de uno de sus ojos a causa de su tos descontrolada. Traga saliva y suelta más tos, luego de unos segundos ya está bien, o eso aparenta, no le agrada tener enfermedades, y menos una tan insoportable como la tos. No podía ocultar sus ganas de toser, esa sensación que raspaba y cosquilleaba su garganta lo vencía y dejaba su tos salir. Estando solo en el auto no le importaba toser, el problema era rodeado de gente. Ya había tenido en su trabajo y todos lo habían mirado raro y dicho comentarios sarcásticos acerca de su salud.

Pasan minutos, sigue entrando por cualquier calle sólo para husmear. Varias casas fueron destruidas para construir edificios, las pocas casas que quedaron en la ciudad estaban abandonadas o completamente reconstruidas. No pudo ver ningún conocido por la calle, sólo gente nueva.

Estaciona en frente de un supermercado, tiene hambre, o por lo menos el capricho de comprar algo de comida y algún juguete. Suena muy infantil, pero, en su defensa, de pequeño no le compraban casi ningún juguete, a su hermano sí. Se desarrolló con eso toda su infancia y adolescencia.

Ahora de adulto quiere cumplir todos sus caprichos de niño.

Entra al lugar, mira como familias con pocos integrantes juegan en la sala de videojuegos, compran comida chatarra y charlan entre ellos. Richard los juzga con la mirada, con el pasar de los años la mayoría de esas familias terminarían teniendo la relación más horrible que pudieran imaginar.

Primero decide entrar a la sala de juegos, estaba llena de adolescentes y algunos adultos, muy pocos niños jugaban en una máquina para ganas dulces. La mayoría de juegos eran en máquinas con controles, la mayoría eran clásicos, Sonic, Mario Bros, entre otros muy comunes. Había también otros de Karate muy conocidos, pero no se acuerda el nombre.

Pasa con pasos rápidos, si no tiene problemas de memoria, al fondo estaba su juego favorito, el más simple de todos. Embocar pelotas de básquet en el aro. Era muy fácil, si tenían la altura promedio de un adolescente de 16. Cuando tenía unos 10 años y no era considerado alto para su edad, habían tipos que eran una cabeza más altos que él, y otros que eran una cabeza más bajos que él. Con la altura intermedia no lograba nada, muy pocas veces logró meter la pelota en el aro, y una vez que la lanzó se quedó atascada en el techo.

Para ser sincero, su “Yo” más pequeño no le gustaba tanto ese juego, pero cuando le quedaban pocas fichas y no le alcanzaba para ningún otro juego decidía gastarlas en ese.

1
MARCELA Ramos
Malo
MARCELA Ramos
Muy malo
Gisela Molina
va bien
Yuri Zamira Gonzalez Castaño
Bueno
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