Matrimonio Hackeado

...Sebastián Benítez...

Dejé todo listo para viajar. Mi camioneta la adoro, no la cambiaría por nada del mundo y la restauré para poder viajar ya que dependo de ella para trabajar.

Mi casilla siempre está lista para salir a la ruta pero cuando la viera cierta mujer rica que solo se hospeda en hoteles cinco estrellas se que querrá morirse.

...(Mi camioneta)...

Éste viaje sería súper entretenido sin lugar a dudas. Ya quisiera ver su reacción cuando vea cómo viajaremos.

Llegó el momento, me despierto a las cinco en punto, me baño, me pongo lo primero que encuentro y salgo. Llego a su mansión y comienzo a tocar bocina para que salga y emprender el viaje rápidamente.

La veo salir con tres enormes maletas y más cosas, quizás creyó que nos mudaríamos ahora. Sus padres me saludan amables pero ella es otra historia, está totalmente muda y quieta como una estatua sin acercarse.

Finalmente viene hacia mi y alguien mete las maletas mientras ella se para frente a la puerta de la camioneta esperando que se la abran. Yo no sé la abriría jamás, no merece que alguien sea caballero.

Cuando su padre le abrió la puerta y se subió emprendimos viaje rápidamente pero cuando preguntó cuánto tiempo estaríamos quiso volver para empacar más ropa, ¿MÁS? Así que subí el volumen del estéreo y la ignoré.

Estaba divirtiéndome muchísimo con ella. En buenas manos fue a caer la consentida.

Miró incontables veces la hora en su teléfono y cuando finalmente tuvimos señal en los teléfonos, el mío ni siquiera sonó mientras que el suyo si. Vi como sonrió cuando llegó algún mensaje y después como quitaba mi música para reproducir algo que le habían enviado, una canción cursi que la hizo sonreír en todo momento mientras duró.

-¿Dónde dormiremos hoy y adónde nos dirigimos?- preguntó

-Tengo un hotel cinco estrellas, ¿Dónde crees que pasaremos la noche?

-No creo que tengas un hotel, eres muy corriente para algo cinco estrellas- hizo una mueca de disgusto graciosa

-Me refiero a Betty

-¿Quién es esa tal Betty?

-No te pongas celosa que mientras dure el viaje serás mi consentida y no te dejaré sola ni un momento

-No soy celosa, deberías alejarte más. No requiero ningún tipo de atención y menos tuya

-Me alegra oír eso, ahora cállate si no quieres que te amordace. Pasaré a cargar combustible y si quieres puedes ir al baño allí

-No pienso ir allí, seguro hay mil gérmenes. Deberíamos viajar en avión, el viaje duraría menos

-Resulta princesa que no todos podemos viajar en avión y que precisamente tenemos muchas paradas durante el camino porque no vamos a un sitio, sino a varios, ¿Comprendes?

-De todos modos es muy cansador viajar así

-Entonces cierra los ojos y duerme pero no jodas más

-¿Por qué no quisiste anular ésta estupidez si sabes que nosotros no nos casamos nunca y que ésto es un inexplicable error de sistema?

-Porque mereces un golpe de realidad y salir de la caja de cristal, consideralo una lección de vida totalmente gratis de la cual soy el mejor maestro

-No necesito nada tuyo

-Lo que tú digas pero ya verás que antes de que acabe el día estarás pegada a mi

-Eso jamás pasará

-Eso lo veremos

Consentida y con ganas de discutir sin tener ni un mínimo fundamento para hacerlo. No se dió cuenta de que viajamos con Betty, mi casilla rodante y que allí solo hay una cama que tendremos que compartir porque no pienso dejar que ella la use y yo dormir sentado en la camioneta a menos que quiera dormir sentada ella y que le duela todo al día siguiente, no tendría problemas con eso.

Entré a un restaurant seguido de ella, un lugar normal de paso, nada extravagante. Yo ordené pastas con salsa, un vaso de Coca para acompañar mientras que ella pidió una pechuga de pollo con ensalada y un vaso de agua mineral.

Acabé mi comida y ella la suya, pagué y me fumé un cigarrillo, después subí a la camioneta donde Miss Delicadeza comenzó a poner desodorante en la camioneta pero más que nada a mi.

-¿Que hacés? ¿Estás loca o qué?- cuestioné enojado

-Odio el olor a cigarrillo

-Yo te odio a ti y no te hago nada, procura no agotar mi paciencia que de por sí no es mucha- le advertí