Sabina, una conocida mafiosa, se ve obligada a criar a los hijo de su hermana luego de que está muere en un trágico accidente. Busca hallar respuestas para sabre toda esa situación y saber quien se atrevió a matar a su gemela.
NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capítulo 14
El interior de la camioneta estaba en silencio, pero la tensión aún vibraba en el ambiente como un eco persistente. Antonio y Sebastián la miraban con los ojos muy abiertos, visiblemente afectados por lo que acababan de presenciar. Sabina, aún respirando con fuerza, se obligó a calmarse. Acarició suavemente el cabello de sus hijos mientras les ofrecía una sonrisa forzada, tratando de tranquilizarlos.
—¿Estás bien, mamá? —preguntó Antonio con voz temblorosa.
—Sí, mi amor. Solo fue una señora muy grosera —respondió, intentando sonar tranquila—. Pero ya está, no va a molestarnos otra vez.
Sebastián frunció el ceño y abrazó a su madre con fuerza, como si su pequeño cuerpo pudiera protegerla del mundo. Sabina sintió que el corazón se le apretaba. No era justo que ellos tuvieran que presenciar escenas así. No era justo que, después de todo, aún tuvieran que enfrentarse a los fantasmas del pasado de Daniel.
Mientras el chofer arrancaba, sus guardaespaldas mantenían la mirada alerta. Uno de ellos, el más cercano a la puerta, le preguntó con respeto:
—¿Desea que enviemos a alguien para vigilar a esa mujer, señora Capolá?
Sabina dudó unos segundos. Su impulso era decir que sí, que la siguieran, que la vigilaran día y noche. Pero algo en su interior le dijo que, por ahora, era mejor esperar.
—No. Pero manténganse atentos. Si vuelve a acercarse a mí o a mis hijos, no duden en intervenir. No quiero más espectáculos como el de hoy.
—Entendido —respondió el guardaespaldas, sin cuestionarla.
El camino de regreso transcurrió en silencio. Los niños terminaron por quedarse dormidos en el asiento trasero, exhaustos por la intensidad del día. Sabina los observó con ternura y tristeza.
Ahora que por fin había conocido a la mujer que alejó a su hermana del padre de sus hijos, entendía un poco más por todo lo que había pasado Ámbar antes de morir. Con esto, no cabía duda de que esa mujer estaba involucrada en el asesinato y secuestro de su hermana. Haría todo lo posible para llegar al fondo de esa situación.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una llamada entrante. En la pantalla del coche apareció el nombre de Daniel. Dudó si contestar. Parte de ella quería colgar, dejarlo en el aire, pero otra parte —la más racional— sabía que debían hablar.
Respondió, aunque su tono fue seco.
—¿Qué quieres?
—Ámbar… lo siento —dijo Daniel, su voz teñida de agotamiento y frustración—. No tenía idea de que ella aparecería. No sé cómo se enteró de que estábamos ahí.
—Tal vez porque tienes un agujero de seguridad del tamaño de tu ego —respondió Sabina, cortante—. O quizás porque nunca has sabido decirle que no con claridad.
—No es justo —replicó él—. La alejé. Le dejé claro que no quería verla más. Pero ya ves cómo es. Se aparece como una sombra... como si no pudiera dejarme en paz.
—No me interesa lo que no puedas manejar. Solo te voy a decir esto una vez, Daniel: si vuelve a acercarse a mis hijos, si se atreve a levantar la voz cerca de ellos o siquiera pronuncia mi nombre en su presencia, te juro que no lo dejaré pasar. La Ámbar del pasado ya no está. Ya te lo advertí una vez, y no suelo repetir las advertencias.
Hubo un silencio tenso al otro lado de la línea. Finalmente, Daniel habló en un susurro:
—Lo entiendo... y te lo prometo. No permitiré que se acerque de nuevo.
—Más te vale —murmuró Sabina antes de colgar.
Guardó el teléfono en su bolso y recostó la cabeza contra el vidrio de la ventana. El mundo pasaba rápido afuera, pero en su interior todo iba más lento, como si el tiempo se hubiera congelado por el impacto emocional. Cerró los ojos. Recordó el rostro de Diana, deformado por la rabia, los gritos, la acusación tan dolorosa y absurda: “Ella fue la culpable de la muerte de nuestro hijo”. Intentaba culpar a su hermana por la muerte de un hijo que nunca existió. En los años que llevaba investigando a Daniel y su entorno, supo de las manipulaciones que esa mujer utilizó para alejar a Ámbar de él, y también comprobó que todo fue una especie de montaje... un simple invento para manipular la balanza a su favor. Si su hermana la hubiera buscado... si hubiera dejado su orgullo de lado, ella habría podido ayudarla en esa situación.
Pero el “hubiera” no existe, y ahora solo restaba remendar el daño que sus decisiones causaron.
No tenía pruebas, pero Patrick siempre había sospechado de ella. Y ahora, tras esa escena de celos, esa reacción casi histérica, Sabina lo creía más que nunca. Diana estaba involucrada. No solo en el pasado con Daniel, sino también en la muerte de su hermana. Su instinto no fallaba. Y esa mujer se había cruzado en su camino por última vez.
Cuando llegaron a la casa, los guardaespaldas abrieron las puertas con cuidado para no despertar a los niños. Sabina bajó primero, acomodándose el vestido con una elegancia innata, y luego ayudó a cargar a Sebastián. Antonio dormía con la cabeza apoyada en el hombro de uno de los agentes, como si el caos de la noche nunca hubiera existido.
Los llevó a sus habitaciones, los arropó con cuidado, y se quedó observándolos unos minutos más de lo necesario. El silencio de la casa contrastaba con el caos del restaurante. Todo parecía en calma, pero ella sabía que la tormenta apenas comenzaba.
En su habitación, se quitó los tacones y se dejó caer sobre el sofá. Encendió una lámpara tenue y sirvió una copa de vino. Necesitaba relajarse, aunque fuera por unos minutos. Cerró los ojos de nuevo, pero esta vez su mente no se fue al pasado, sino al futuro.
Sabía que no podía dejar esa amenaza suelta. Diana era peligrosa. No solo emocionalmente inestable, sino también calculadora y obsesiva. Y cuando una mujer así se siente rechazada, lo último que pierde es la sensatez.
Sacó su teléfono y marcó un número que no usaba desde hacía meses.
—Diego, necesito que vengas a Canadá.
—¿Qué ocurrió? —respondió su amigo, alerta.
—Diana apareció esta noche. Hizo un escándalo delante de los niños. Me acusó de la muerte de su hijo y… Diego, estoy convencida de que fue ella. Que tuvo algo que ver con la muerte de Ámbar.
—Estoy en camino —dijo él sin vacilar—. Esta vez no se va a salir con la suya.
Colgó, y un leve suspiro escapó de los labios de Sabina. Ya no estaba sola en esto. Diana podía haber desatado una tormenta, pero ella se aseguraría de que fuera la última.
Daniel le hace falta agallas
por fin van a poder ser felices
No sé siñe a la típica historia romántica, es un drama que marcó vidas e hizo justicia .
💯 recomendada 👌🏼😉