Bertha

¿Quieres bailar?, le preguntó marco a Bertha.

Su amiga la vio feliz y le hizo una seña con la cabeza de que aceptara.

Bueno, dijo Bertha tomándolo de la mano.

¿De dónde eres?, le preguntó Bertha, bailando con Marco muy abrazada a él, a ella no le importaba lo que dijeran los demás.

De todas partes y de ninguna.

¿Cómo es eso?

Vivo con mi hermano, no tengo una casa propia.

Pero, ¿cómo es eso, a tu edad?, Bertha estaba asombrada por la confesión de Marco.

Así es, toda mi vida he vagado de aquí para allá, no tengo lugar fijo ni me he hecho de una casa porque nunca me ha sido posible, he trabajado en muchos lugares, pero no he podido tener una casa. Tal vez fui yo el que nunca ha hecho lo posible.

Y, ¿acaso le pagas renta a tu hermano?

Él no quiere que le dé dinero, pero de pronto le ayudo con los gastos, ya que estoy trabajando. A mi hermano le va muy bien en su trabajo.

¿Tienes familia, padre, madre?

De eso no quiero hablar, para mí toda mi familia se reduce a mi hermano Luis.

¿Y cómo te llamas?, yo soy Bertha.

Me llamo Marco, para servir a Dios y a ti, hermosa.

Y ahora yo te pregunto, ¿qué hace una mujer sola en un bar como este?

Ya ves, disfrutando de la vida.

¿Te gusta venir a estos lugares?, le preguntó Marco.

¿Por qué no?, le contestó ella. Oye, Marco, ¿alguna vez has andado con una mujer mayor?

¿Qué tan mayor?, preguntó él, acercándola más.

No sé, ¿unos veinte años más?

Bueno, en realidad no he andado con mujeres, solamente tuve una pareja hace muchos años, pero la dejé porque me engañó y no porque me doliera su engaño, sino porque me engañó en mi propia casa, después de que yo le mantuve a sus hijos y los mandé a la escuela y ella no tuvo empacho en engañarme. He hecho el amor con muchas mujeres, pero nunca he andado con ellas, no soy hombre que se pueda mantener encadenado a una sola mujer.

Veo que te han dañado mucho, pero estamos aquí para disfrutar la vida, ¿no?, vamos a sentarnos.

Después de unas copas más, Marco decidió desahogarse con esa mujer que apenas había conocido.

Desde que yo era un niño de 6 años, he vagado de aquí para allá, he andado en un orfanato, en una familia de acogida, y luego me escapé de ahí y, pues he andado en tantos lugares, he comido en lugares públicos o donde se podía, no tengo una casa propia, a mi familia no la he vuelto a ver jamás. Los padres de Luis me aceptaron en su familia, pero por desgracia, sufrieron un accidente y murieron dejando a Luis chiquito yo me hice cargo de él desde entonces, lo mandé a un internado para que siguiera con su vida y no le pasara lo mismo que a mí. Él pudo estudiar y hacerse un hombre de bien y ahora yo vivo con él de arrimado.

Eso quiere decir que no son hermanos de sangre. ¿Y dónde están tus hermanos de sangre?

No tengo la menor idea, ellos fueron unos tontos al dejarse maltratar por nuestros padres. Yo logré escapar antes de que terminaran por matarnos a todos.

Además, a mis años, continuó diciendo Marco, ya no me importa lo que haya pasado con ellos.

¿Pues cuántos años tienes?, preguntó Bertha.

Cincuenta, contestó él.

Ay, hijo, te gano con veintidós años.

Bueno, no parece que tengas tantos años, te ves muy joven y atractiva.

¿De verdad te parezco atractiva?

Por supuesto, yo creo que eres más atractiva que muchas chicas de quince años. Y, por favor, no me digas hijo.

Acto seguido, Marco la acercó a sí y le dio un beso.

La amiga, muy discreta se salió del bar y se fue.

Marco, no hagas eso, podría ser tu madre.

Para nada, solo somos un hombre y una mujer.

Marco la tomó de la mano y la llevó a un privado, era obvio que él conocía todos esos lugares.

Y ahí, sin previo aviso, la tomó en sus brazos y empezó a besarla y acariciarla.

Bertha sintió un gran placer de estar junto a un hombre mucho más joven que ella. Además, el hombre era guapo y tenía unos ojos color verde, encantadoramente bellos.

Ambos personajes se dejaron llevar por la pasión.

Bertha disfrutó como nunca en los brazos de Marco.

Por un momento se olvidó de Lucca. A ella le gustaba mucho disfrutar la vida y Marco era un hombre sumamente atractivo que le gustaba mucho y sabía cómo hacer el amor.

Cuando terminaron, Bertha habló con él.

Marco, no quiero que te sientas comprometido conmigo a nada, simplemente fue una aventura...

No digas eso no eres mujer para una aventura, quiero que seamos algo más. Podemos vernos ocasionalmente, voy a rentar un cuartito para no tener que vernos en la casa de mi hermano.

¿De verdad quieres que nos sigamos viendo?

¿Por qué no?, ambos somos libres. ¿Por qué no disfrutar la vida juntos?,

Bueno, deja te digo otra cosa, tú y yo nos veremos de vez en cuando, no somos pareja, tú puedes andar con otras chicas y yo con otros hombres. Nada de escenas de celos ni reclamaciones de ningún tipo.

Vaya, pues sí que eres muy convincente. Está bien, seremos una pareja libre. Pero por el momento tú estás conmigo, así que ven para acá.

El ritual del amor y del sexo continuó por varias horas más. Ambos sacaron todas sus ansias de amar.

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Marco llevó a Berta a su casa.

Si quieres, puedes quedarte y mañana te vas, ya es muy noche y andas muy tomado.

Marco no se hizo del rogar, y ambos pasaron a la recámara y ahí quedaron profundamente dormidos.

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Luis estaba preocupado porque su hermano no regresaba, pero sabía las correrías de él. A su hermano le gustaba mucho tomar y divertirse con las mujeres, "se habrá quedado con alguna", pensó.

Luis tenía una novia y pensaba casarse con ella, a sus años no quería quedarse para vestir "santas".

Incluso ya había ido a su casa a pedir su mano.

La boda era un hecho y no hallaba cómo decirle a su hermano que buscara un lugar donde vivir.

"Bueno, ya veré cómo se lo digo después".