NovelToon NovelToon
ENTRE PLUMAS Y DESEOS

ENTRE PLUMAS Y DESEOS

Status: En proceso
Genre:Comedia / Amor prohibido / Amor a primera vista / Oficina / Aventura Urbana / Jefe en problemas
Popularitas:1k
Nilai: 5
nombre de autor: Cam D. Wilder

¿Qué pasa cuando tu oficina se convierte en un campo de batalla entre risas, deseo y emociones que no puedes ignorar?

Sofía Vidal nunca pensó que un simple trabajo en una revista cambiaría su vida. Pero entre reuniones caóticas, sabotajes inesperados y un jefe que parece sacado de sus fantasías más atrevidas, sus días pronto estarán llenos de sorpresas.

Martín Alcázar es un hombre de reglas. Siempre profesional, siempre en control... hasta que Sofía entra en su mundo con su torpeza encantadora y su mirada desafiante. ¿Qué sucede cuando una chispa se convierte en un incendio que nadie puede apagar?

"Entre Plumas y Deseos" es una comedia romántica llena de tensión sexual, momentos hilarantes y personajes inolvidables. Una historia donde las plumas vuelan, los corazones se tambalean y las pasiones estallan en los momentos menos esperados.

Atrévete a entrar a un mundo donde el humor y el erotismo se mezclan con los giros inesperados del amor.

NovelToon tiene autorización de Cam D. Wilder para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Tres Golpes Secos

Martín entendió perfectamente el juego, y ninguno de los dos quería perder.

— ¿Quieres que me seque? —preguntó él, con esa voz que sonaba más a una invitación peligrosa que a una simple pregunta.

Sofía tomó la toalla que había dejado sobre la cama. Sus dedos la acariciaron con una lentitud que era casi un desafío.

— Ven —dijo simplemente.

El proceso de secarse se transformó en una danza. Las manos de Sofía, suaves pero firmes, recorrían los hombros de Martín. Primero con la toalla, luego con los dedos. Un movimiento que iba más allá de secar la humedad, que exploraba cada centímetro de piel como si estuviera escribiendo una historia secreta.

— Trabajas demasiado —murmuró ella, rozando una línea de tensión en el cuello de Martín.

— Tú también —respondió él, atrapando una de sus muñecas.

Buenos Aires seguía lloviendo afuera. Dentro del departamento, otra tormenta amenazaba con desatarse. No de agua. De deseo.

Martín la atrajo hacia sí. No violentamente. Con la precisión de quien sabe que cada movimiento cuenta. La toalla blanca comenzó a aflojarse, revelando fragmentos de piel que la lluvia había dejado intactos.

— Sofía —susurró él.

— ¿Mmm? —respondió ella, sin apartar la mirada.

— Creo que ya estoy lo suficientemente seco.

Una carcajada escapó de los labios de Sofía. Una risa que sonaba a complicidad, a deseo contenido. Sus manos, expertas en construir historias con palabras, ahora parecían dispuestas a escribir algo más visceral.

— Mentiroso —contestó.

Y entonces, justo cuando el siguiente relámpago iluminó la habitación, sucedió.

El beso no fue un encuentro. Fue una declaración de guerra total.

Martín la atrajo como si estuviera rescatándola de un naufragio, no con suavidad, sino con la urgencia de quien lleva años esperando este momento. Una mano en la cintura, firme como un ancla. La otra perdiéndose en su cabello, desenredando nudos de deseo contenido.

No fue un beso. Fue una explosión nuclear de todo lo reprimido desde aquel día en el armario de la revista. Cada centímetro de sus labios era un manifiesto, cada respiración una batalla, cada lengua una declaración de rendición.

Sofía respondió como una guerrera. Sus manos no acariciaban, conquistaban. Exploraba la espalda de Martín como un territorio desconocido, cada movimiento era simultáneamente un ataque y una rendición. Sus dedos dibujaban mapas sobre su piel, trazando rutas de placer como un cartógrafo enloquecido.

La toalla blanca cayó al suelo. No resbaló, se rindió. Un testigo mudo que decidió apartarse ante la evidencia de lo inevitable.

Los relámpagos entraban por la ventana, transformándolo todo en un performance eléctrico. Un destello de piel aquí. El movimiento de una mano allá. La curva de un cuello convertida en una sinfonía visual. La luz los fragmentaba, los reconstruía, los exponía.

Buenos Aires seguía lloviendo afuera. Pero esa lluvia era solo un rumor lejano, una postal olvidada. Dentro de ese dormitorio, el universo se había reducido a dos cuerpos, dos respiraciones, un solo pulso.

No existía nada más que ellos.

Y la noche prometía ser más larga que cualquier tormenta.

El beso entre Martín y Sofía era una tormenta contenida. Sus labios se buscaban con la misma intensidad con la que la lluvia azotaba los cristales de Buenos Aires. Un relámpago iluminó la habitación, como si la ciudad fuera cómplice de su encuentro.

El silencio se quebró como un cristal.

Tres golpes. Secos. Precisos. Quirúrgicos.

No eran una llamada. Eran una sentencia de muerte para el momento. Martín y Sofía se separaron como dos imanes repelidos por una fuerza externa. Sus respiraciones, antes sincronizadas, ahora entrecortadas y descompasadas. El deseo flotaba entre ellos como un fantasma herido.

— ¿Esperabas a alguien? —murmuró Martín.

Sofía negó. Un movimiento mínimo de cabeza que contenía toda la perplejidad del universo. Sus ojos, aún nublados por el deseo, buscaban una explicación que no existía.

Los golpes se repitieron. Más insistentes. Más urgentes. Como garras de un animal impaciente arañando la realidad.

Cuando Sofía abrió la puerta, Vanessa Torres apareció como un espejismo apocalíptico. Completamente empapada, era una estatua viviente cubierta de agua. Una carpeta marrón se adhería a su cuerpo como una segunda piel, como si fuera parte de su anatomía burocrática.

Su sonrisa era un bisturí finamente afilado. No era una sonrisa, era una herramienta de precisión.

— Disculpa la hora —pronunció cada palabra como si fueran dagas envueltas en terciopelo—. Los móviles no funcionan con esta tormenta y necesitaba entregarte unos documentos urgentes.

La mirada de Vanessa era un escáner de alta precisión. Recorrió la habitación milímetro a milímetro. Sofía, vulnerable en su toalla blanca. Martín, su torso semi-desnudo, aún brillante de deseo interrumpido. La cama intacta, testigo silencioso de lo que casi sucedió.

— ¿Interrumpo algo? —preguntó.

No era una pregunta. Era un bisturí quirúrgico clavándose justo en el corazón del momento.

Y la noche, que había prometido ser perfecta, acababa de convertirse en una telenovela de oficina.

1
Ana Karen Gascon
Hola cómo están
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play