RECUPERAR TU AMOR

Angie caminaba de un lado para otro junto a Melissa; ninguna de las dos dejaba de llorar. Llamaban a Pablo, a su familia, a Samuel y nadie contestaba. Salomé había salido de la iglesia disimuladamente para encontrarse con su amante Carlos. Estaba feliz porque se había salido con la suya, había sacado del camino a Pablo y a Samuel. Llegó al lugar donde ellos siempre se han encontrado y estuvieron un rato en la cama entregándose a la lujuria y a la pasión como buenos amantes que son.

Mientras tanto, Angie y Melissa seguían desesperadas tratando de localizar a Pablo y Samuel, sin saber que Salomé es la culpable por su angustia. Finalmente, después de intentar comunicarse una y otra vez sin éxito, decidieron ir a la casa de Pablo para buscar alguna pista que les llevara a encontrarlos.

Al llegar, se encontraron con una escena desoladora. La puerta estaba entreabierta y todo estaba revuelto. Angie sintió un nudo en el estómago y las lágrimas brotaron de sus ojos al ver la fotografía de Pablo y Samuel destrozada en el suelo. Melissa la abrazó con fuerza, compartiendo su dolor y su desesperación.

Mientras tanto, en la cama, Salomé y Carlos disfrutaban del momento, sin sospechar que su traición había desencadenado una serie de eventos que estaban destrozando a dos familias. En medio de la pasión y el éxtasis, no podían imaginar el sufrimiento y la incertidumbre que habían provocado.

Mientras tanto, Pablo y Samuel seguían desaparecidos, sin que nadie supiera su paradero. El tiempo pasaba y la preocupación y la angustia solo aumentaban en el corazón de Angie y Melissa, quienes no podían evitar culparse por no haber sido más prudentes, por no haber sospechado que algo iba a pasar.

Todo estaba bien planeado. Salomé había mandado hombres a la casa de Pablo, donde revolcaron, pero también empacaron maletas como si ellos se hubieran ido de viaje. Así que para Melissa, como para Angie, todas las pruebas daban que ellos se habían ido de viaje, dejándolas plantadas en el altar de la Iglesia. Encontraron unos papeles firmados donde Samuel y Pablo aceptaban casarse por bienes separados. Esto lo tomó mal Angie, dándole la razón a su mamá de todo lo que le había advertido.

Angie, por su parte, no podía creer lo que estaba sucediendo. Se sentía traicionada, confundida y devastada. Había puesto toda su fe y amor en Pablo, solo para descubrir que todo era una farsa.

Salomé, por otro lado, se sentía satisfecha con su plan. Había logrado separar a su hija de un hombre que no consideraba adecuado para ella. Había planeado cada detalle con meticulosidad, asegurándose de que todo saliera como lo había planeado.

Mientras Melissa y Angie intentaban procesar lo que había sucedido, Salomé se regocijaba en su victoria. Pero lo que no sabía era que Pablo y Samuel tenían un as bajo la manga. Aunque había aceptado casarse por bienes separados, tenía un plan para demostrar su verdadero amor por Melissa y desenmascarar a Salomé. La batalla apenas comenzaba.

Pablo — llevamos horas aquí y no nos dicen nada — gritó Samuel. "Estoy desesperado, amigo", le contestó Pablo dándole un abrazo, "tenemos que sobrevivir y algún día salir de aquí".

— ¿Cómo vamos a salir de esta maldita cárcel, Pablo? ¿Dónde nos metió esa mujer? ¿Qué pasará por la cabeza de Melissa y Angie? Si la pierdo, me muero en vida, Pablo.

— Te entiendo, Samuel. Yo también puedo perder a Angie.

Pero tenemos que mantener la esperanza. No podemos rendirnos. Debemos pensar en cómo escapar de aquí y reunirnos con ellas. Debemos ser fuertes y unidos, como hermanos. No podemos permitir que este lugar nos destruya.

— Tienes razón, Pablo. Tenemos que ser valientes y pensar con claridad. Vamos a idear un plan para escapar juntos, sin dejar a nadie atrás. Vamos a luchar por nuestra libertad y por estar con quienes amamos. Juntos podemos lograrlo, amigo.

Con determinación y esperanza en sus corazones, Pablo y Samuel comenzaron a planear su escape de la cárcel. Sabían que el camino no sería fácil, pero estaban dispuestos a arriesgarlo todo por la libertad y por el amor que sentían hacia Melissa y Angie. Juntos, como hermanos, se prometieron permanecer unidos y luchar hasta el fin por su libertad.

Mientras ellos planeaban su escape, unos hombres se les acercaron. Samuel estaba nervioso al ver que los rodeaban. Uno de ellos dijo: "Mi jefe quiere hablar con ustedes dos".

Así que, andando, —no tenemos que hablar con nadie —bufó Pablo.

Pero los hombres que los rodeaban no parecían dispuestos a negociar. Samuel, tratando de mantener la calma, preguntó con voz temblorosa: "¿Quién es su jefe y por qué nos quiere ver?"

El hombre que parecía ser el líder respondió con una sonrisa siniestra: "Mi jefe es alguien que no le gustaría tener como enemigo. Les conviene seguirnos y no resistirse".

Con el corazón latiendo con fuerza, Samuel asintió con nerviosismo, mientras Pablo gruñía en desaprobación. Los hombres los escoltaron por un angosto callejón, alejándolos cada vez más de su plan de escape.

Al llegar a una puerta de hierro oxidado, el líder golpeó tres veces y la puerta se abrió lentamente, revelando una habitación oscura y lúgubre. "Pasen", ordenó el hombre, y los empujó hacia adentro.

Dentro de la habitación, una figura imponente los recibió con una mirada penetrante. "Bienvenidos, Samuel y Pablo. Sabían que intentar escapar de la cárcel no es fácil", dijo con una voz grave y amenazadora. Los dos amigos se miraron con temor, preguntándose qué les deparaba el destino en manos de aquel misterioso jefe.

Déjenme solo con los dos, lo que tengo que hablar con ellos es en privado.

—Pero jefe —cobra espera afuera de la celda.

El jefe miró a su fiel compañero y asintió con la cabeza. Cobra entendió la orden y se retiró, dejando al jefe solo con los dos prisioneros en la celda.

Una vez a solas, el jefe se acercó a los dos con una mirada intensa y seria. Sabía que lo que tenía que decirles no sería fácil ni agradable, pero era necesario.

"Escúchame con atención", comenzó el jefe."Sé lo que han estado planeando desde que llegaron hace horas. Escapar de aquí es muy difícil, ya sé que quien los mandó aquí es la estúpida de Salomé Cardona, o mejor dicho, Devora Cardona...

Continuara...