De Emperatriz A Princesa

—Me disculpo—

Pronunció el hombre y se dirigió a cargar a Alana, después de eso una sombra negra los envolvió y nuevamente en un instante, ya estaban justo donde se encontraba el campamento del ejército Norten

—Llegamos alteza— dijo

Los ojos del comandante se abrieron de par en par cuando Alana saltó de sus brazos y feliz, mostraba una sonrisa que resplandecía mientras corría rumbo a la tienda del emperador.

La noticia de su llegada se supo de inmediato y así mismo, comenzaron los preparativos para la retirada, no se estaban rindiendo, simplemente el emperador quería disfrutar a su hija y nietos por algún tiempo, además con todo lo planeado, el imperio Nala estaría en una guerra interna por algunos años, si todo salía bien.

—¡Ana!, por fin estás aquí, mi pequeña— aunque su puesto se lo impidiera, al emperador no le importó y corrió a abrazar a su hija

—Majestad, gracias por todo. ¿En dónde están mis hijos?— correspondiendo al abrazo, preguntó

—Ellos están bien, no debes preocuparte. Están sanos y cada vez más lindos, vayamos con ellos—

Se dirigieron a la tienda que habían destinado para Sara, los bebés y dos soldados mujer, para que cuidaran de ellos.

—Mis amores, ya estoy aquí—

Entró a la tienda y su rostro se iluminó por completo, aquella necesidad de estar junto a los pequeños y de saber que ella podía protegerlos, la impulsaba a ser feliz, después de mucho tiempo. Las heridas costarían en sanar, sin embargo esos dos bebés la estaban ayudando sin saberlo.

—Lo ves hija, ellos están bien— decía el emperador, dando un apapacho a su hija

—Sara, padre. Les agradezco por cuidar de mis pequeños todo esté tiempo—

Sin darse cuenta había logrado que el emperador más temido y más odiado en todo el continente, se le salieran un par de lágrimas, pues no lo pensó ni lo planeó, sin embargo lo había llamado padre.

Por su parte, Sara estaba aún muy confundida, desde que había llegado al campamento hace apenas un día, con la ayuda de algunos dragones para transportarlos al final, ella pudo darse cuenta como adoraban a los bebés, el mismo emperador se empeñó en cuidar de ellos y también estaba preocupado por Alana.

—Mi señora, no entiendo nada, pero me alegro mucho que se encuentre bien— haciendo una reverencia, habló

—Todo estará mucho mejor por ahora. ¿Me podrían dejar a solas con ellos?—

Asintieron, pues entendían que necesitaba tiempo con los bebés, después de haber pasado varios días separados.

—Los eché mucho de menos, hacía tiempo que no sentía la ausencia de alguien, desde que perdí a mi familia, ahora que lo recuerdo—

Decía, mientras cargaba a los pequeños por ratos.

—Aún no les he puesto nombre… mmm. ¿Cómo debo llamarlos?, Dante se me hace un buen nombre, ¿no lo crees pequeño?— le decía al príncipe, mientras rozaba su nariz con la del hermoso bebé. —No te pongas celosa cosita hermosa, seguro que encontramos un excelente nombre para ti también, por ejemplo mi madre se llamaba Marjorie, sí creo que ese estaría perfecto—

Se lo decía a la pequeña princesa, pues comenzaba a hacer pucheros, mientras Alana cargaba a su hermano.

—Veo que ya se instaló alteza—

Aquel bello momento había sido interrumpido por Nerón, al saber que Alana estaba en aquella tienda, no se preocupó en preguntar más y corrió a verla.

La mujer dejó al pequeño príncipe en la cuna que tenían y de un fuerte golpe, sacó al comandante del lugar.

—Al parecer a usted no le enseñaron educación. No puede entrar a lugares sin el permiso de la persona que está adentro, más sabiendo que usted tiene un menor rango al mío, sin importar que sea emperatriz o princesa, sigo siendo de mayor estatus que usted. Entienda de una vez por todas—

Aquel rostro hermoso y angelical de antes, había desaparecido por completo, ahora solo se podía ver una expresión de odio y furia.

—¿Ana qué sucede?— el emperador había escuchado el disturbio y salió a investigar

—Mis disculpas majestad, pero no puedo permitir que este hombre se entrometa de esta manera en mi vida, irrumpió en la tienda sin mi permiso, arruinó un momento maravilloso, no lo puedo pasar por alto—

Claro que eso solo lo estaba utilizando de excusa, pues lo que ella realmente quería era tener lejos al comandante porque su cuerpo sentía cierta sensación al tenerlo cerca, a veces era de miedo y otras de deseo, por lo que al atar cabos nuevamente, pudo asegurar que al menos una de las dos personalidades de la Alana real, estuvo con él, aunque no comprendía porque.

—Tal vez el comandante Suar se confundió, yo mismo le encargué que cuidara de ti. No te enojes con él— amable pedía

—Mis disculpas alteza, jamás ha sido mi intención hacerle pasar un mal rato. No volverá a suceder— arrodillado se disculpaba

—No importa, solo quédese lejos de mí y de mis hijos. Ahora por los rostros de los soldados se que me ven como la mala, quizás tengan razón, yo he venido a tomar un lugar que a nadie le correspondía, si me permiten, quisiera disfrutar tiempo con mis hijos, con permiso—

Hizo una reverencia al emperador, volteó a ver al comandante y su expresión era de desagrado, para después volver entrar a la tienda con sus hijos.

Sin esperarlo y sin planearlo, lágrimas corrían por su rostro al dar la vuelta. Ella no entendía lo que estaba pasando, sin embargo le molestaba mucho.

—«¿Por qué las mujeres tienen que ser tan sensibles?, esto me causará dolores de cabeza»— limpiando su rostro, se decía a si misma.

No pasó tanto tiempo para que el campamento quedara en su totalidad desarmado, lo que daba paso a su partida del lugar.

—Alteza, debemos subir al carruaje donde viajaremos— informó Sara

—Muy bien. Tú lleva a Mar y yo llevaré a Dante— pidió

—Por fin les ha puesto nombre a los príncipes, que alegría—

—Debía hacerlo, no me gusta que sigan sin nombre, son mis hijos y se merecían uno ya. ¿Te gustan?— su sonrisa lo decía todo, y claro que no esperaba que la respuesta de Sara la decepcionara.

—Son maravillosos majestad, únicos—

Aquello termino de comprobar que los nombres elegidos eran hermosos, al menos su significado era profundo, para la Alana actual.