Dulce una mujer que nunca quiso ser madre pero que la vida le dio un cambio de 80 60 grados encontrándose con Amy una niña huérfana que le robó el
Corazón de inmediato a tal punto de quererla como su hija cambiándole su mundo entero un amor que surgió entre ellas para Amy dulce es su mamá y para dulce Amy es su hija pero su felicidad se verá afectada por la llegada del papá de Amy Máximo un alfa despiadado que no le importa lo que tenga que hacer para encontrar a su hija sin importar a quien tenga que lastimar en el proceso un hombre que lo único que le importa es encontrar a su hija sin importar ensuciarse las manos en el proceso.
¿Que pasará cuando las encontré ?
—Yo soy el padre de Amy dame a mi hija
—Eso jamás Amy es mi hija y nunca te la daré
La hija del alfa es mía
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(Se que en el título dice hijo pero es niña aunque diga el hijo del alfa es mío trata de una niña )
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Te conozco
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DULCE
—Estoy perdida en el bosque. Todo está muy oscuro. Mi celular se apagó... y bueno, todo esto es por andar siguiéndole el paso a un lobo. ¡Te lo buscaste, Dulce! ¿Quién te manda?
Ahora que lo pienso, este bosque está lleno de animales salvajes. Solo espero que ninguno sea del tamaño del lobo de hace un rato, porque me haría añicos.
Sigo caminando… bueno, más bien perdiéndome más. La única luz que tengo es la luz de la luna.
Escucho ruidos.
Más vale aquí corrió que aquí murió. No sé quién o qué está haciendo ese ruido, pero no me voy a quedar para averiguarlo. Corro lo más que puedo. Ya no puedo más… estoy cansada, pero no puedo detenerme.
Sigo corriendo… cuando tropiezo con algo y caigo al suelo, lastimándome el tobillo.
Trato de levantarme, pero no puedo. Me duele mucho. Tengo miedo.
Escucho pasos acercándose… cada vez más cerca.
No puedo ver bien por la oscuridad, pero hay alguien enfrente de mí.
Cierro los ojos del miedo… y entonces me habla.
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MÁXIMO
Después de escuchar su voz y recordar lo parecida que es a la de Emely, vinieron tantos recuerdos…
Definitivamente no será tan fácil sacarme a esa chica de la mente. Tiene algo que lo impide.
Me fui de su lado, pero nunca abandoné el bosque. No quería que en mi ausencia le pasara algo.
Por lo que puedo notar, se perdió y su celular se apagó. Me transformo en humano, busco la ropa que siempre dejo escondida entre los árboles y voy hacia ella. Quiero ayudarla, porque en parte sé que es mi culpa que se haya perdido.
Cuando me voy acercando, la veo corriendo. En parte la entiendo; su instinto le dice que huya.
Corre rápido… la chiquita.
Al parecer, se lastimó el tobillo. Trato de ayudarla, pero se aleja. Me vuelvo a acercar, le extiendo la mano. Duda un segundo, pero la toma. La ayudo a levantarse.
—Tengo que curarte eso.
—Muchas gracias, pero está bien. Solo muéstrame por dónde salir, por favor.
—No es necesario. Yo te llevaré. Pero primero tengo que curarte eso y darte unos calmantes para el dolor. No puedes caminar así. Vamos.
—Está bien, gracias. Pero de verdad puedo caminar.
—No seas mentirosa. Entiendo que desconfíes de un desconocido, pero no quiero hacerte daño. Lo único que quiero es ayudarte.
Ven, te llevaré a mi casa, que está cerca de aquí. Luego te llevaré a la tuya.
(Después de mucho insistir, acepta mi ayuda. Todavía desconfía, pero al menos lo permitió.)
La llevé a la manada. Llamé al doctor para que la revisara. Sé que traerla aquí puede causar problemas, sobre todo si la escuchan hablar… y por su olor. Solo espero que mi familia no esté en casa.
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X (Doctor)
—Señorita, tiene un esguince. No es nada grave, no requiere yeso. Con una venda basta. Pero tiene que mantenerse tranquila: nada de correr ni bailar, al menos por unos días. Tome estos calmantes para el dolor. Con permiso.
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—Gracias, doctor. Y gracias, desconocido, por ayudarme.
—No es nada. Me llamo Máximo Müller.
—Un gusto, Máximo. Yo soy Dulce Collins. Gracias por ayudarme… aunque no entiendo cómo pudiste verme en la oscuridad. Es extraño que, en medio del bosque, haya una mansión. De pequeña venía mucho aquí y nunca vi una.
—De hecho, no veía nada. Pero conozco el bosque como la palma de mi mano.
Y bueno… la mansión fue construida hace pocos años.
(Obviamente no le diré que sí puedo ver en la oscuridad, ya que soy un lobo...
Se desmayó justo ahí. O no había visto la mansión porque está oculta ante el ojo humano.
Tal vez no hice bien en traer a una humana a la manada… pero no podía dejarla sola en el bosque. Y menos si no puede ni caminar.)
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—Muchas gracias por todo, Máximo. ¿Me podrías decir cuál es la salida? Ya es tarde, y seguro mis amigas están preocupadas por mí.
—Vámonos, yo te llevo.
Y no me digas que vas sola: es de noche, no conoces el bosque, no tienes señal para pedir un taxi y no puedes caminar bien. Así que no te queda otra que dejar que te lleve.
—Ok… gracias.
(Ibamos saliendo cuando escucho a mis padres llamándome…)
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X (Padres)
—Hola, hijo. ¿A dónde vas? ¿Y quién es ella?
(O no… lo que menos quería: dar explicaciones.
Puedo ver la cara de mi madre al preguntar. Ya sintió su aroma, y la prudencia nunca ha sido parte de ella. Solo espero que no hable de más.)
—Estaba dando una vuelta por el bosque y la encontré. Estaba perdida y se había lastimado, así que la traje para que la viera el doctor.
—Ah… muy bonita.
Y, hijo, ¿no nos vas a presentar? Si no lo haces tú… lo haremos nosotros.
—Soy Victoria, y él es mi esposo Maximiliano. Un gusto.
—Dulce Collins. Un gusto conocerlos.
—Bueno, padres, con su permiso… nos retiramos.
—Hijo, ¿te tardarás? Necesitamos hablar contigo. Es urgente.
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—Dulce, ¿te importa esperar un poco? Hablo con mis padres y te llevo.
(O no… que diga que tiene que irse, que es urgente… así no tengo que quedarme.)
—Está bien, no importa.
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VICTORIA
—Ahora sí, hijo, dinos… ¿quién es ella? No nos vamos a creer el cuento de que es “solo una amiga”. Porque para traerla a la mansión tiene que ser importante.
Al menos que la estés usando para sentirte cerca de Emely.
Sí… me di cuenta. Su aroma es parecido, sin contar lo similar que es su voz… y algunos rasgos.
Hijo, por favor, no juegues con ella.
Ni contigo. No sigas viviendo con un fantasma.
—Mamá… Dulce y yo no somos nada. Hoy fue que hablamos por primera vez. Bueno, ya nos habíamos cruzado antes, pero ella no lo sabe.
Y no quiero estar con nadie.
Sabes que Emely era mi mate, la mujer de mi vida.
Ninguna mujer podrá ocupar ese lugar. No inventes cosas donde no las hay. Entre esa chica y yo no hay nada. Ni lo habrá.
El que la haya ayudado no significa que me interese.
Lo único que me importa es encontrar a mi hija y hacerles pagar a los culpables.
(Dicho eso, salgo del despacho.)
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VICTORIA
—Dulce, cariño, vuelve pronto. Dame tu número para estar en contacto.
(Mi madre está tramando algo. Estoy seguro de que tiene algo en mente. No es mala… pero sí muy metiche.
Y tiene un instinto fuerte. Si dice que “algo es”, entonces algo es.)
Fuimos todo el camino en silencio. No un silencio incómodo…
Ya habíamos llegado a su edificio. Dulce, antes de bajar, me dice:
—Gracias, Máximo. Ahora que lo pienso… yo te conozco de algún lugar, pero exactamente no recuerdo de dónde.
Pero sé que te he visto antes.
No me hagas caso. Gracias… y que pases buenas noches.
(Dicho eso, se bajó de la camioneta.
No me iría hasta verla entrar. Iba entrando al edificio cuando dos chicas llegaron gritando y la abrazaron.)
—¡Amiga, ¿dónde estabas?! Lo siento mucho. No te mereces eso…
(No puedo evitar escuchar. Ahora entiendo un poco más del por qué estaba tan triste.
Sin duda, esta mujer será difícil de sacar de mi vida.
Y ahora, con mi madre encantada con ella… estoy seguro de que hará todo lo posible por juntarnos.
Pronto… muy pronto, descubriré la razón por la que reaccioné así a su aroma. Como si fuera mi mate…)
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gracias escritora, espero actualizaciones pronto