El Corazón De La Villana

En la biblioteca sercana ala del emperador se encontraba alina sentada leyendo un gran libro cuando escuchó alboroto en el pasillos

​— Zara, ¿qué sucede fuera? ¿Por qué hay tanto alboroto? —preguntó Alina, cerrando el pesado libro que leía. El murmullo de voces y el resonar de pasos rápidos en los pasillos cercanos a la biblioteca del Emperador eran inusuales.

​— No lo sé, Alteza, pero si quiere, salgo a ver. Siempre me entero de algo —respondió Zara, su doncella personal.

​— Está bien, Zara, pero que no te vean.

​Zara asintió y se deslizó fuera de la biblioteca con la destreza que la caracterizaba, aprovechando los recovecos y sombras de los pasillos. Logró acercarse lo suficiente a la oficina del Emperador sin ser detectada, pero no pudo escuchar ninguna conversación. No obstante, sí vio algo significativo: al Capitán Kan, un oficial de alto rango, saliendo de las estancias imperiales seguido muy de cerca por Sir Alistair, el secretario del Emperador. Ambos se movían con una prisa tensa, sus rostros serios. El Capitán Kan se dirigía hacia el a la militar, junto a sir Alistair que iba con un rollo de pergamino en la mano.

​Zara regresó a la biblioteca, cerrando la puerta silenciosamente tras ella.

​— ¿Y bien, Zara? —preguntó Alina, levantando la vista.

​— No pude escuchar nada, Alteza, pero vi al Capitán Kan y a Sir Alistair salir de la oficina del Emperador. ambos se dirigían hacia los cuarteles del ejército con mucha prisa. Algo grande está sucediendo, pues a Sir Alistair se le veía el rostro muy grave, y el Capitán Kan no suele ser llamado por el emperador amenos que se importante

​Alina frunció el ceño, dejando el libro de lado.

​— El Capitán Kan solo recibe órdenes directas del Emperador en asuntos de alta importancia militar, usualmente en la frontera. Además, el murmullo no cesa. Es extraño que papá no haya enviado a nadie a calmar los pasillos.

​La princesa se puso de pie, su porte elegante reflejaba la tensión que sentía.

​— Siento que es mejor retirarnos antes de que algún sirviente se dé cuenta de que hemos estado merodeando. Vamos a mi habitación.

​Una vez en los aposentos de Alina, se dedicó a ordenar algunos documentos mientras Zara la ayudaba a prepararse para la cena Poco después, se anunció la llegada de la emperatriz la puerta se abrió y entró la Emperatriz

​— Cariño, ahí estás —dijo la Emperatriz, su voz usualmente dulce sonaba un poco forzada—. Quería verte antes de la cena.

​— Madre, me alegra verte. ¿Sucede algo? Los pasillos están agitados.

​La Emperatriz se sentó en un sofá cercano y tomó la mano de Alina.

​— Temo que sí, hija. Tu padre me ha enviado a decirte que no podrá acompañarnos a cenar hoy. Tiene mucho que hacer en su oficina y es probable que pase el resto de la noche allí, consultando a sus consejeros.

​— Es por el alboroto que oí, ¿no es así? ¿Tiene que ver con la frontera sur y con mi hermano Sian? —preguntó Alina, su intuición política rara vez fallaba.

​La Emperatriz suspiró, reconociendo la agudeza de su hija.

​— Así es. El Reino de Cristal ha escalado su provocación. Al parecer, no contentos con incitar a la rebelión en los pueblos fronterizos, han enviado a bandidos a robar y, lo que es peor, a matar a nuestra gente. Tu hermano, Sian, envió un mensaje urgente.

​Alina se sintió indignada al oír esto. La estabilidad del Imperio era siempre su principal preocupación.

​— ¿Y qué hará el Emperador? Es una agresión directa, no se puede dejar pasar.

​— Tu padre no lo hará, por supuesto. Ha montado en cólera. Ya ha enviado a las Legiones Tercera y Cuarta bajo el mando del Capitán Kan para reforzar la defensa y respaldar a Sian en la frontera. Sian, por su parte, ha solicitado permiso para ir a hablar directamente con el Rey de Cristal y exigirle una reparación y el castigo de sus súbditos.

​— ¿Ir a hablar con el Rey? —Alina se levantó, su tono reflejaba preocupación. No era un viaje seguro—. Pero si ya han atacado, ¿no teme papá que sea una trampa?

​— Es un riesgo. Pero el honor de nuestro Imperio ha sido mancillado. Tu padre cree que, si el Rey de Cristal no está directamente involucrado y solo sus nobles actúan por cuenta propia, la única manera de detener una guerra antes de que comience es exigir una disculpa y una compensación inmediatas directamente al trono enemigo. Si se niegan, entonces la guerra es inevitable. Pero si lo logramos, habremos salvado miles de vidas.

​La Emperatriz se acercó a Alina y le acarició la mejilla.

​— Por ahora, solo quiere que mantengas la calma. tu padre y hermano se encargarán del asunto militar. Y te pido que seas discreta, hija. Esta es información delicada, y el pánico no sirve a nadie.

​— Entiendo, Madre. Seré discreta. Pero mi preocupación está con Sian y con nuestra gente en el sur.

​— El tuyo y el de todos nosotros —dijo la Emperatriz, apretando su mano con afecto antes de levantarse—. Vamos, cariño. cenarenos solas hoy.

— solas? Y mi segundo hermano y el tío Daniel

— niguno esta Ray fue enviados a una misión en el ducado del sur y el duque tuvo que viajar a él ducado este

— Al ducado del sur y al este ay algún problema aparte ? — preguntó alina aunque ella ya se imaginaba que era pero se hacía la desentendida— o también atacaron los ducados

— no querida solo es por precaución

— o bien entonces vamos a cenar?

— por supuesto pequeña mientras almorzamos aprobechas a darme ideas para la celebración de la fundación del imperio

— claro madre te ayudaré

​Alina y su madre salieron de la habitación, dejando atrás la atmósfera tensa de la conversación sobre la posible guerra