Apasionada, romántica, resiliente.
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Siempre hay elección
A la mañana siguiente después de haber llorado tanto me levante para continuar con mi vida. Al mirarme al espejo me sorprendí con lo hinchados que tenia los ojos, parecía extraterrestre de película. Ja ja ja me vino a la mente mi amiga Brigitte, ella siempre se burlaba de si misma, siempre buscaba el lado bueno de las cosas. Dios como la extraño...
En fin. Tome un baño y me arregle para irme a trabajar, tenía que continuar con vida. Cuando salí allí estaba él, dormido en posición fetal, aferrándose a una almohada. Sin querer hice ruido y despertó. Disculpa le dije, no era intención molestarte. Igual ya me voy a trabajar, espero que estés bien.
Respondió entre dientes, tranquila no pasa nada, yo me voy a asear y me iré al trabajo. En la tarde recogeré las cosas. Cuídate. Yo sin palabras solo me di la espalda y seguí mi camino.
Como siempre sentada sin mucho que decir en mi puesto, al terminar el horario salí y camine no se hasta donde, solo se que no quería llegar a la casa. Era tan difícil, pero esta era mi elección. No quería mantener una relación solo por apariencia, después de todo no había nada que nos uniera.
Termine sentada en un banco de una placita, cuando de pronto me tapan los ojos, sus manos suaves, el olor del perfume, sabía que era Emir, cuando dije su nombre el se echó a reír diciéndome, ¿ cómo es que lo supiste?, pues yo soy muy detallista, incluso me queda grabado el olor de las personas.
Emir me abrazo, sabía que algo no estaba bien, así que guardo silencio y solo me abrazó, sentía una calma extraña, es decir, había despachado al amor, no podía estar en calma.
Luego de un rato le dije Vamos a tomarnos algo, necesito distraerme, Emir sin reproche alguno me dijo Esta bien princesa, vamos... me llevo a un lugar íntimo, bonito donde iban personas que reflejaba elegancia, me sentí algo extraña pero él me ayudo a entrar en confianza contándome sus anécdotas. Me reí un montón, algo que ya no hacía.
Por ese instante olvidé mi realidad. Supe que regalarme ese momento no era malo, me lo merecía, luego de terminar de comer y tomarnos algo de licor, Emir me pregunto si podíamos ir a su casa, el vivía solo, su compañía eran sus mascotas y como a mi me encantan pues no dude en decirle que si.
Llegamos por fin. Tenía un jardín hermoso, me enseñó toda su casa, todo bien ordenado, tenía una señora que le hacía la limpieza, pues su trabajo le impedía permanecer mucho tiempo en casa. Un gran Ingeniero, muchos pendientes así que vivía más tiempo fuera de lo que el aspiraba.
Terminamos en la terraza, allí sirvió algo de licor y nos sentamos a detallar la noche, él me acariciaba el cabello y yo me dejaba llevar por sus suave contacto.
Me recosté de su pecho, los dos sentados en un sillón qué se mecia al compás de nosotros. Después de un minuto de silencio me dijo lo que esperaba, Cristina te propongo una relación sin ataduras, donde tengas tu libertad y yo la mía. Donde seamos dueños solo de los momentos que pasemos juntos, sé muy bien que amas a otro hombre pero también se que no te soy indiferente. ¿ Qué piensas?.
Ummmm, le respondí: esta bien, me arriesgo a tener esta relación contigo, donde solo tu y yo nos entendemos. Donde no importa la opinión de nadie sino de ambos. Quiero perderme en tus brazos y olvidar el dolor, creer nuevamente en sentimientos bonitos.
Él con cara de emoción me agarro entre sus brazos y me beso tiernamente, acariciando mi rostro y calentando mi corazón. No había cambiado nada, seguía siendo tan caballero, tan apasionado.
Poco a poco sus besos fueron aumentando la temperatura en mi cuerpo, sabía dentro de mí que quería que fuera más allá, tenía ansias de ser tomada por él, que me hiciera el amor.
Emir sabía lo que quería, así que me llevó a su habitación, amplia y cómoda, me recostó sobre la cama, me fue tocando y sus manos bajaban lentamente por mis muslos, su respiración y la mía se aceleraban más y más. Llegó a mi parte más sensible haciendo que sus dedos me dieran placer, dándole entrada y salida cada vez más rápido.
De pronto se me escapa un gemido y él sabiendo que hace un buen trabajo sonrie picaramente, luego con mucha prisa nos desprendemos de toda la ropa, el acerca su imponente miembro a mi abdomen y va bajando lentamente hasta que ocurre el contacto y el calor es más intenso, yo desesperada quiero que lo introduzca así que con mi propio esfuerzo hago que ocurra, después de ello el placer es más intenso, sus movimientos son certeros haciéndome gemir más y más hasta que me hace llegar al punto más alto dándome el placer que tanto deseaba, luego me pongo de espalda y soy yo la que se mueve, él sobre mí pero yo dándole placer hasta que se viene sobre mí sin poder evitarlo.
Respiramos agitados hasta que poco a poco volvemos a nosotros. Ja ja ja sí, parece que nos olvidamos de todo, la verdad no sabía que me sentiría tan bien después de estar con Emir. Había una conexión entre ambos que no podíamos evitar. Él me miró y me dio un beso en la frente, nos aseamos para luego regresar a la cama y dormir profundamente junto a su pecho...