Aunque su corazón se destrozara en mil pedazos tras el dolor que sufrió a causa del padre de su hijo, aún no nato, está dispuesta a seguir adelante por la pequeña vida, aunque su alma aun grite por el dolor.
En la vida a veces comenzamos muchas cosas de la forma equivocada, y el amor no está exento de caer en ese error, pero no por eso deja de ser verdadero.
Esta es la historia de un amor que aunque empezó de la forma equivocada encontró el camino.
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Tres
Las tres personas mencionadas por el abogado entraron al despacho junto a él y Luigi y Greg volvieron a quedar en la sala en espera todo el rato que estuvieron en la lectura del testamento.
Cerca de media hora después los vieron aparecer nuevamente en la sala con síntomas de haber llorado todos.
- Voy a estar un rato con el abuelo hasta que llegue la hora del entierro.- dijo Mariana sin mirar a nadie.
- Espera amor.- se adelantó Greg antes de que ella subiera las escaleras- ¿Me dejas acompañarte?- le pidió con un tono de voz muy bajo.
Ella lo miró comenzando a llorar otra vez.
- ¿Harías eso por mi?- Mariana se lo habría pedido, pero él ni siquiera conoció a su abuelo, no quería ponerlo en un compromiso de ese tipo y que se sintiera obligado.
- ¿Estoy aquí contigo no es así?- volvió a besarla y ella asintió- Entonces déjame acompañarte y consolarte, te amo y no solamente para los buenos momentos.
Subieron las escaleras tomados de la mano y mientras lo hacían él habría querido borrar las lágrimas de sus ojos y el dolor de su pecho.
Greg pasó unas dos horas junto Mariana en aquella habitación viéndola llorar por un abuelo que él no sabía que existía, pero que estaba seguro que muy pronto ella le contaría toda la historia, para que al cabo de ese tiempo entrara la señora Cora.
- Mi niña- le dijo con cariño- Es hora de que entren los que van a encargarse del entierro de tu abuelo y no es bueno que vean tu cara.
- Cora- ella se abrazó a la mujer- Todo esto por el maldito dinero, ni siquiera puedo llorarlo en paz por culpa del maldito dinero.- Mariana parecía no tener consuelo.
- Mi niña, cuanto lo siento, pero fue lo que él pidió, vayan a tu habitación y vístanse con la ropa que dejé allí y espera sin salir a que les avise, ya Luigi está listo.
La mujer le limpió las lágrimas del rostro y le hizo una seña al joven para que la ayudara a salir de allí.
De la misma manera que habían llegado salieron de la mansión, en un auto conducido por López con los cristales tintados, no se detuvieron hasta entrar en el cementerio y el vehículo se estacionó delante de un fastuoso panteón perteneciente a la familia Cesare.
Mariana puso los pies descalzos en aquella tierra, quería sentir en su cuerpo el frío del lugar en el que reposaban sus únicos familiares de sangre y al que había tenido que asistir casi que disfrazada, unas gafas negras cubrían su rostro y un pañuelo no dejaba que su pelo fuera visto por ninguno de los acechadores que podrían estar esperando.
La puerta del sepulcro, adornada con cintillos dorados y con la imagen de una gárgola en cada esquina superior ya estaba abierta y el féretro de Domenico Cesare estaba colocado en medio del lugar sobre un soporte mecánico que se encargaría de bajarlo a su descanso eterno, solamente esperaban la llegada de ellos.
- La muerte es paz, vivir es más difícil. - Mariana puso una flor blanca que traía en su mano sobre el féretro de el anciano- Descansa para siempre abuelo, te lo mereces.
Y una señal fue dada para que la caja que contenía el cuerpo sin vida de Domenico Cesare comenzara a descender poco a poco.
El regreso fue como si estuvieran en una película, el abuelo había dejado todo previsto para aún desde la muerte proteger a su bien más valioso, a su niña, a el tesoro de su corazón.
Tomaron un camino que nada tenía que ver con el rumbo de la casa en la que vivían y después de andar más de quince minutos entraron a un túnel de carretera donde se detuvieron cerca de un auto aparcado en dirección contraria y todos se cambiaron a este, incluso López y regresaron sobre sus pasos para dirigirse a descansar.
Eran casi las ocho de la noche cuando Greg y Mariana atravesaron la entrada de su pequeño departamento, todo estaba como lo habían dejado en la mañana, los vasos sin fregar seguían en el friegaplatos esperando ser conectado y la lavadora había terminado hacía mucho su ciclo pero la ropa seguía dentro, ella solamente miró las cosas y se fue a su habitación, nada más quería dormir.
- Mariana despierta.- le pidió delicadamente Greg- Tienes que comer algo, Ninete te trajo una sopa.
- ¿Ninete está aquí?- le preguntó todavía medio dormida sentándose en la cama.
- Sí, está en la cocina esperando por ti, ven, vamos al baño y después vas a verla.
Ella obedeció como si fuera una niña, no sabía si había dormido poco o mucho o que hora era, solo sabía que tenía que levantarse.
Cuando llegó a la cocina su cuñada estaba allí como le dijo Greg y la abrazó todo lo que le permitió la gran barriga que cargaba y como si el bebé también quisiera consolarla lo sintió moverse contra ella.
- ¿Estás mejor?- le preguntó la francesa.
- He dormido- fue lo que contestó.
- Y ahora vas a comer.- le ordenó mostrando un plato con sopa esperando sobre la mesa y ella simplemente obedeció.
Ninete estuvo bastante tiempo con ellos en la casa, el suficiente para evitar que Mariana volviera a la cama y entrara en una depresión, incluso llegó a sacarle alguna sonrisa contándole historias de cosas que le estaban sucediendo con el embarazo, pero al momento de irse, volvieron los suspiros y ella regresó a las sábanas.
No pasó mucho rato sin que Mariana sintiera el calor de Greg en su espalda, el joven la abrazaba como si quisiera tenerla en una caja de cristal y que nada le afectara.
- Mi nombre no es Mariana Ferrara.- le dijo ella sin un preámbulo y sin girarse a mirarlo, si él se molestara por el engaño en ese momento no sería capaz de superarlo- Mi nombre es Mariana Cesare, nieta de Domenico Cesare, hija de Renato y Leila Cesare y heredera de un imperio financiero tan grande que no vas a ser capaz de imaginarlo.
Hola a todas, espero que esta novela les guste como las anteriores, sus comentarios y me gustas me dirán si es así, desde ya quiero agradecerles por su tiempo, un saludo y sean felices.
Gracias autora! Felicitaciones!