No era necesario que ocultaran todo. Yo, Bianca Chevalier, primera princesa de este imperio y heredera del archiducado Chevalier, rompo mi compromiso contigo, duque Paul Mesellanas. — Bianca habló con tanta fuerza en su voz que todos escucharon con claridad.
Bianca se dio la vuelta, ignorando el torrente de lágrimas que caían por las mejillas de la novia. Los presentes la miraban con desaprobación, considerando que había arruinado un momento tan especial y que había ofendido a la novia.
Pero, ¿quién era la verdadera ofendida? ¿La mujer que lloraba desconsolada porque su matrimonio había sido opacado, o la mujer que había sido traicionada por su prometido y decidió enfrentarlo ante todos?
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¿Le incomoda, general?
— ¿No irás en el carruaje? — preguntó asombrado el gran general.
— No, es asfixiante estar dentro; prefiero la sensación de la brisa golpeando mi rostro. Es un placer que no puedo disfrutar todo el tiempo. "Cabalgar no es de princesas", pero espero que ustedes puedan guardarme el secreto — declaró Bianca mientras sus ojos se paseaban por los incrédulos soldados del gran general.
— Princesas, somos hombres de honor; guardaremos silencio — pronunció el comandante, respaldado por todo su escuadrón, mientras el general le lanzaba una mirada fulminante.
— ¿Le incomoda, general? — inquirió Bianca con una dulzura inigualable.
— Para nada, es un honor tener a una princesa en nuestras filas. ¡Andando, muchachos! — exclamó el general con una sonrisa radiante.
Bianca y él iban a la par, cabalgando como si el tiempo no tuviera más que ofrecerles que ese instante. En un determinado momento, tuvieron que parar en un pueblo a darle de comer a los caballos y descansar un poco.
— ¿General, desde cuándo supo que quería dedicar su vida al servicio del imperio? — indagó Bianca, con la chispa de la curiosidad brillando en sus ojos.
— El entrenamiento no era simplemente un camino hacia la fuerza; era el latido mismo de mi existencia. Me embriagaba la pasión de estar en el campo de batalla, puliendo mis habilidades de combate hasta que el sol se desvanecía en el horizonte. Mi padre, un verdadero héroe, fue la chispa que encendió mi deseo ardiente de seguir sus pasos y ser como él. Nací para ser el gran general del imperio — compartió el general con fervor.
— Es impresionante su pasión; por mi parte, no estoy segura de ser una buena archiduquesa. No creo tener las habilidades necesarias — confesó Bianca con tristeza.
— No hay razón para que te sientas inquieta; serás una archiduquesa excepcional, lo llevas en la sangre y lo has demostrado desde tu niñez — le susurró el general, mientras entrelazaba suavemente sus dedos con los de ella.
— Me aterra no cumplir las expectativas puestas en mí. Siento que voy caminando por una cuerda floja y que en cualquier momento caeré en el precipicio — confesó Bianca, revelando uno de sus más profundos temores.
— Lo estás haciendo bien. Si tus padres te entregaran el cargo es porque confían en que estás capacitada. Debo confesar que el trabajo de escritorio no se me da bien; ¡soy un completo desastre en eso! Ja, ja, ja — reveló el general entre carcajadas.
— No creo que seas tan caótico; al fin y al cabo, solo es trabajo de escritorio, demasiado sencillo. La verdadera complejidad radica en manejar al personal: salarios, funciones, el menú del día y asegurarme de que todos cumplan con sus tareas a la perfección. Además, asistir al entrenamiento de los soldados es crucial; de su desempeño depende la seguridad del archiducado. El trabajo de escritorio es un paseo comparado con eso — protestó Bianca.
— Ves, sabes muy bien lo que tienes que hacer, lo haces con naturalidad. Deberías ver la torre de documentos que tengo por revisar; me temo que terminaré colapsando cuando me toque revisarlos. Estoy pensando en la posibilidad de contratar a alguien que se encargue de esa tarea — admitió con un toque de vergüenza.
— Yo te podría ayudar hasta que consigas a alguien de confianza, ¿qué dices? — Bianca se ofreció a ayudarlo de manera desinteresada, lo que además les permitiría compartir tiempo juntos.
— ¿Acaso no estaría usurpando el valioso tiempo de la primera princesa? — inquirió el gran general con un tono juguetón.
— De ninguna manera, será un placer brindarte mi asistencia. Podría enseñarte un método más eficiente para llevar a cabo tus obligaciones, ya que tengo conocimiento de diversas técnicas. No volveré al ducado hasta haber terminado de ayudarte — manifestó Bianca, segura de sus capacidades.
— Entonces acepto tu ayuda con gusto; no todos los días se tiene a una princesa brindándote su ayuda. Será un honor volver a recibirla en mi hogar.
Nunca dejes que comentarios inoportunos te hagan retroceder, eres talentosa, tu narrativa envuelve, es tan agradable leer tus novelas💐