En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 12: Términos de una Unión
La sala privada del restaurante tenía un aire de opulencia que parecía hecho a medida para conversaciones incómodas. Las luces cálidas iluminaban los detalles en madera oscura y los cuadros abstractos que adornaban las paredes. Viktor llegó puntual, pero no por respeto, sino para asegurarse de que tendría la ventaja inicial de esperar a Leonhard. Quería observarlo entrar, captar cualquier signo de inseguridad o desagrado en su rostro.
Se acomodó en su silla de espaldar alto, cruzando las piernas con aparente desinterés mientras tamborileaba los dedos contra la mesa. El traje gris oscuro que llevaba estaba impecable, ajustado perfectamente a su cuerpo atlético. Aunque su expresión era fría, una mezcla de anticipación y nerviosismo le recorría el pecho. Lo que menos quería era que Leonhard notara la ligera tensión que le provocaba estar en el mismo espacio.
La puerta se abrió con un clic sutil, y Leonhard entró, irradiando confianza. Su porte era impecable, con un traje negro que acentuaba su figura esbelta pero fuerte. Su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás, y sus ojos grises buscaron a Viktor inmediatamente. Había algo en su mirada, una mezcla de desafío y curiosidad apenas contenida.
—Viktor —saludó con voz firme, inclinando ligeramente la cabeza.
—Leonhard —respondió Viktor, manteniendo un tono igual de frío, mientras señalaba la silla frente a él—. Adelante, toma asiento. Aunque dudo que esta reunión sea particularmente agradable para ninguno de los dos.
Leonhard dejó escapar una breve sonrisa, casi burlona, mientras tomaba asiento. —No esperaba que lo fuera. Pero es necesario, ¿no es así? Al parecer, nuestras familias creen que un matrimonio resolverá todos sus problemas.
—Un matrimonio que ninguno de los dos pidió ni quiere —replicó Viktor, inclinándose ligeramente hacia adelante—. Pero estoy seguro de que sabes tan bien como yo que no será tan fácil forzarnos a seguir el juego.
Leonhard lo observó por un momento, sus ojos evaluando cada palabra y gesto de Viktor. Había algo fascinante en su actitud desafiante, en la forma en que se negaba a ceder ni un centímetro. Era irritante, sí, pero también intrigante. Aunque no lo admitiría, había algo magnético en la presencia de Viktor que lo mantenía alerta.
—Por supuesto que no será fácil —respondió Leonhard, cruzando los brazos sobre la mesa—. Pero eso no significa que no podamos encontrar una manera de hacer que esto funcione... a nuestra manera.
Viktor alzó una ceja, claramente interesado. —¿"Nuestra manera"? ¿Y cómo propones que sea eso?
Leonhard se inclinó ligeramente hacia adelante, su voz bajando lo suficiente como para obligar a Viktor a prestar atención. —Mantendremos las apariencias. Seremos la pareja perfecta ante los ojos de nuestras familias y de la sociedad. Pero, en privado, cada uno seguirá su vida como mejor le parezca. No interferiré en tus asuntos, y espero lo mismo de ti.
Viktor dejó escapar una risa breve, pero amarga. —¿Así que tu solución es una farsa? Fingir que todo está bien mientras seguimos nuestras vidas como si nada.
—¿Tienes una mejor idea? —replicó Leonhard, su tono afilado como una navaja—. Porque, a menos que estés dispuesto a enfrentarte a tus padres y desatar un conflicto familiar, esta es la única opción que veo viable.
Viktor entrecerró los ojos, sopesando las palabras de Leonhard. Sabía que tenía razón en parte. Su familia no cedería fácilmente, y enfrentarlos solo traería más problemas. Pero la idea de fingir una relación con Leonhard era casi tan insoportable como aceptar el matrimonio por completo.
—Muy bien, acepto tu propuesta —dijo finalmente, su tono cargado de sarcasmo—. Pero tengo mis propias condiciones. Primero, no toleraré que me des órdenes o intentes imponer tu voluntad. Si vamos a fingir, será como iguales.
Leonhard asintió, su expresión permaneciendo neutral, aunque sus labios se curvaron en una leve sonrisa. —Eso es algo que puedo aceptar. ¿Algo más?
Viktor dudó por un momento, sus pensamientos oscilando entre el deseo de provocarlo y la necesidad de mantener el control. Finalmente, decidió mantener su compostura. —Nada que no se pueda discutir más adelante. Por ahora, solo quiero dejar claro que esto no significa que vayamos a tolerarnos más allá de lo necesario.
—De acuerdo —respondió Leonhard, inclinándose hacia atrás en su silla con una calma que solo parecía irritar más a Viktor—. Entonces tenemos un trato.
Ambos se miraron fijamente durante unos segundos, una batalla silenciosa que ninguno estaba dispuesto a perder. Aunque sus palabras eran frías y calculadas, había algo en el aire entre ellos, una tensión que ambos podían sentir pero que ninguno reconocería. Era una mezcla de atracción y desafío, una chispa que amenazaba con convertirse en algo más si se permitían bajar la guardia.
La reunión continuó con una discusión más práctica sobre los detalles del compromiso: la fecha, el lugar, los invitados. Aunque ambos se mostraban indiferentes, sus mentes estaban en constante alerta, buscando cualquier oportunidad para adelantarse al otro.
Cuando finalmente terminó, Viktor fue el primero en levantarse, ajustando su chaqueta con un gesto casi despreocupado. —Bueno, parece que estamos atrapados en esto. Será interesante ver cuánto tiempo dura esta "farsa".
Leonhard lo miró con una leve sonrisa, pero sus ojos destellaban con algo más, algo que Viktor no pudo descifrar del todo. —No subestimes mi capacidad de resistencia, Viktor. Podrías llevarte una sorpresa.
—Lo dudo —respondió Viktor con una sonrisa sarcástica, antes de salir de la sala sin mirar atrás.
Leonhard observó cómo se alejaba, su mente analizando cada palabra y gesto de Viktor. Había algo en él que lo desafiaba de una manera que nadie más lo hacía. Y aunque no estaba dispuesto a admitirlo, una parte de él no podía evitar sentirse intrigado por lo que vendría.
Cuando Viktor salió del restaurante, el aire fresco de la noche lo golpeó como una bofetada. Cerró los ojos por un momento, tratando de calmar la mezcla de emociones que lo invadían. No iba a permitir que Leonhard ganara, ni en esta batalla ni en ninguna otra. Pero, en el fondo, no podía negar que había algo en él que despertaba un fuego que no estaba seguro de poder apagar.
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te deseo muchos éxitos más
No será Ivanov?