La Princesa Guerrera Incomparable

—¡parece que está siendo perseguido!—pensó Isabella mirando al joven vestido de dorado, su apariencia es hermosa como una pintura.

—¡Entrega en tesoro!—dijo uno de los hombres de negro apuntando con su espada.

El joven sonrió con frialdad mirando a los hombres de negro—¿quieres el tesoro? Entonces tiene que morir para tenerlo—habló sacando su espada.

El joven luchó contra los hombres de negro matando a varios de ellos con un solo movimiento pero de repente los cuatro que quedaron se reunieron usando sus poderes combinando una fuerza aterradora.

Un león rojo apareció rugiendo con ferocidad, el león corrió creando varias bolas de energía de poder atacando al joven.

—¡truco de niños!—murmuró con una sonrisa burlona sostuvo su espada haciéndola girar, la espada que giro creo una barrera y de esa barrera emergió una espada gigante.

—¡ese poder! ¿No sé supone que estaba herido?—dijo uno de los hombres de negro usando su poder.

—Le he administrado veneno pronto se debilitará así podremos obtener el tesoro.

El joven que creo una espada sintió como su cuerpo se estaba debilitando, su cuerpo tambaleó.

—¡veneno!—susurró el joven.

Isabella se había dado la vuelta sin meterse en los asuntos de los demás pero al escuchar la palabra veneno se detuvo apretando los puños recordando su vida pasada en el mundo moderno.

Los hombres de negro sonrieron con frialdad, tres de ellos se acercaron tratando de atacarlo de un solo movimiento y cuando estaban por atravesar su cuerpo una fuerza invisible evitó que continuara avanzando.

—¿qué está sucediendo?

—no lose.

—¿quién está ahí?

—¡Mientras yo esté aquí quien puede atreverse a lastimarlo!—dijo Isabella con una voz dominante.

Los hombres y el joven miraron hacia donde proviene la voz dominante, una hermosa chica de piel blanca como el jade está parada sobre la cima de un árbol sonriendo de manera astuta aunque es como una pequeña flor creciendo en primavera ese rostro se convertirá en una flor incomparable que todos pueden codiciar.

—¡qué hermosa!—pensó el joven tocando su pecho que está siendo invadido por el veneno.

—¡pequeña hermosa! Este es un asunto entre nosotros no queremos lastimarte aunque si interfieres no nos culpes por matarte—habló uno de los hombres de negro mirando con frialdad a Isabella.

—¡ah! ¡qué tono tan grande!—lo dijo Isabella sonriendo con burla.

—tu te lo buscaste—gritó uno de los hombres de negro volando directamente hacia el árbol.

Isabella sonrió con frialdad deteniendo la mano que estaba por lastimar su cuello, el hombre de negro movió su mano tratando de golpear la hermosa carita de Isabella con su puño.

Isabella dió una voltereta terminando sobre el suelo mientras que el puño del hombre de negro se estrelló contra el tronco rompiendo el árbol a la mitad.

—¡ataquen!

Los hombres de negro atacaron a Isabella solo usando sus manos tratando de matarla golpeando solo sus puntos vitales.

Isabella esquivo todos los ataques con su mano derecha golpeó el pecho de uno de los hombres de negro mientras que son su pierna izquierda rompió el cuello de otro, la fuerza era terrible que los dos salieron disparados.

Los hombres de negro sintieron como la hoja del suelo se formaron en un vórtice al instante fueron expulsados.

—¿como puede ser tan fuerte?

El joven que estaba herido por el veneno miro con incredulidad a Isabella que está en el centro sonriendo con maldad mientras que los hombres de negro están heridos y tirados sobre el suelo.

—¡aún tengo lo mío!—pensó Isabella levantando la barbilla con orgullo solo que en ese momento escucho a la pitón que se acerca a unas pocas distancia esto es gracias a sus poderes sobrenaturales que vinieron con ella del mundo moderno.

Isabella avanzó sosteniendo el brazo del joven vestido de dorado.

El rostro hermoso del joven miro con atención a Isabella quien tiene una expresión sería—¡es como una diosa!—pensó sintiendo los latidos de su corazón acelerarse.

Isabella voló sosteniendo el brazo del joven hasta llegar lo más lejos.

Mientras tanto los hombres de negro.

—¡escaparon! Tenemos que atraparlos.

—hay que vengarnos de esa achica.

—si, por nuestros camaradas muertos.

Antes de que tuvieran de ira a buscarlos la pitón voló precipitándose a los hombres de negro arrasando sus cuerpos.

—¡es poderosa!

—¡Ataquemos juntos!

Los hombres de negro continuaron luchando con la pitón verde.

. . . .

Isabella huyo lejos al sentir que está segura soltó al joven—¡te he salvado! Ten cuidado la próxima vez no hagas nada estúpido que te cause la muerte—habló caminando al frente.

—¡espera!—lo dijo el joven sosteniendo su muñeca.

—¡suelta!—habló Isabella con frialdad usando su palma para golpear su pecho.

Aunque la fuerza fue poca era como si tuviera un poder extraordinario que lanzó contra el árbol al joven vestido de dorado.

—¡pfft!—vomitó sangre mirando a Isabella quien le dió una mirada llena de crueldad.

Isabella al ver que no continuo siguió caminando.

—¡al menos! ¿Podrías decirme tu nombre?—preguntó el joven mostrando una expresión de determinación.

Isabella no de dió la vuelta solo se detuvo guardando silencio por unos segundos—no, si el destino lo decide nos volveremos a encontrar en ese momento te diré mi nombre, ¡el veneno en tu cuerpo es paralizante! Lo oí de esos asesinos ¡no morirás!—habló alejándose del bosque.

El joven vestido de dorado miro con impotencia la figura de Isabella pero sonriendo con ternura—¡te he encontraré!—susurró apretando el puño.

Después de unas horas.

Isabella ya estaba por llegar a su mansión, ya que el bosque está conectado con su hogar pero antes de que pudiera cantar victoria tropezó cayendo al suelo.

—¡esto es vergonzoso para mí la reina cazadora del mundo moderno!—murmuró Isabella apretando los puños para luego ponerse de pie.

Al levantarse se dió cuenta de algo extraño.

—¡no tropecé con una piedra! Es un cuerpo—pensó acercándose más a mirar de cercas.

Isabella notó al hombre que parece tener la misma edad que el príncipe Malik, observó con atención su rostro mirando cada uno de su aspecto.

El rostro del hombre es guapo sus rasgos son tan delicados y refinados como si fuera una escultura de hielo única.

—¡está herido!—murmuró mirando con atención la daga en su pecho.

Isabella que estaba por ayudarle a sacar la daga termino pinchando su dedo y su sangre roja cayó en la herida el hombre.

Una luz blanca los envolvió a ambos.

—¿qué está sucediendo?—dijo Isabella tratando de ver al frente.

Al desaparecer la luz, el hombre ya había abierto los ojos mirando con atención el rostro tierno de Isabella.

—¡despierto!—pensó Isabella mirando con Incredulidad la herida que había desaparecido en su pecho junto con la daga que a caído en el suelo.