Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Doce
Denisse regresó al trabajo y su hermano fue a la casa para encontrarse con su tía.
Al llegar al piso de la presidencia todo estaba en silencio, era la hora de comer y los que trabajaban allí estaban en la cafetería, la chica dejó su bolso encima de su escritorio y se dirigió a la oficina de su jefe para ordenar algunos documentos que él debía haber dejado, pero nada más entrar sintió como la empujaban contra la pared y empezó a escuchar los gritos de Óscar.
- ¿Desde cuando me engañas, dime?- el hombre la removía tomada de un brazo- ¿Hasta cuando pensabas hacerlo? Habla.
- Óscar, pensé que ya te habías ido.- le dijo ella sin entender de que le hablaba el hombre.
- Y como sabías que me iba pensaste que era buena idea quedar con tu amante- él seguía removiéndola y ella le quiso preguntar que era lo que decía, pero no pudo, su mundo empezó a volverse borroso y allí perdió la conciencia. - Denisse, Denisse, despierta por favor - intentó él reanimarla lleno de miedo, pero al ver que no lo conseguía la tomó en sus brazos y más de uno en aquel edificio vio correr al señor Roberts con la chica cargada en busca de un médico.
Denisse ya había despertado en el hospital, cuando todavía estaba inconsciente le habían realizado un análisis de sangre y ahora esperaban los resultados, Óscar estaba sentado a su lado, pero no la miraba, y ella quería respuestas a las cosas que le había gritado, sabía que aquel no era el lugar, pero no quería que él se fuera a su viaje sin decirle lo que sucedía.
- Óscar - le habló pero el hombre no se inmutó y cuando se estaba incorporando en la cama para tocarlo entraron a la habitación un médico y una enfermera.
- Señorita, ya tenemos los resultados de su analítica- el médico detuvo sus palabras y miró los papeles que traía entre las manos- Tendrá que cuidarse un poco más, tiene algo de anemia, y con un embarazo eso no es bueno.
- ¿Embarazo?- casi gritó Óscar y se puso de pie.
- Sí ¿ No sabían que estaba embarazada?- el médico miró a la chica y la vio negar.
- ¿Y ya sabes de quién es?- le gritó Óscar a la cara mientras apretaba el brazo de Denisse.- Es mío o de tu amante, con el que te restregabas hace un rato en un parque, contesta- él la sarandeaba de un lado a otro.
- Señor contrólese- le exigía el médico y la chica estaba como perdida.
- Lo vas a abortar, te desharás de ese niño, hoy mismo lo harás o verás de lo que soy capaz. - seguía gritando y moviendo a la mujer, él estaba dispuesto a seguir con Denisse aunque ello lo hubiera engañado, pero no estaba dispuesto a criar un hijo que no fuera suyo, incluso no quería un niño cerca fuera de quien fuera, y con este no tenía ni siquiera la garantía de que era de él.
- Señor, si no la suelta ahora mismo llamaré a seguridad- le gritó el médico y la chica sintió como su brazo perdía el agarre de la fuerte mano del hombre.
- Me iré a ese viaje- le dijo Óscar a Denisse señalándola con el dedo en una clara advertencia- Y para cuando yo regrese, ya tendrás resuelta esta situación y ese...- se detuvo y apretó la mandíbula antes de seguir hablando- Ese lo que sea ya no existirá, arregla este problema antes de mi vuelta, te lo dejo bien claro, eso no puede estar dentro de ti para cuando yo llegue aquí o yo mismo voy a resolver el error.- y sin esperar a escuchar que decía ella salió pasando por el lado de una enfermera que temblaba muerta de miedo por la agresividad de aquel hombre.
- Señorita- la despertó el médico de aquello que Denisse rogaba por que fuera un mal sueño que estaba teniendo- ¿Quiere que llame a la policía para que usted ponga una denuncia por maltrato? Nosotros podemos servirle de testigos.
- No, no se preocupe- le contestó medio atontada todavía- Ya lo escuchó, se va de viaje, y para cuando vuelva no me va a encontrar esperándolo. ¿Puedo irme?
- No, tengo que hacerle una receta todavía, descanse un poco, yo no me voy a ir de aquí por si regresa, terminaré mientras le hacemos compañía. - le dijo el hombre y le hizo una seña a la enfermera para que se sentara mientras el escribía en la ficha electrónica de la chica.
Una hora después Denisse salía del hospital, la enfermera le había hecho el favor de llamar un taxi y la había acompañado hasta él.
- ¿A dónde?- escuchó al taxista y la chica miró su reloj de pulsera y vio que todavía era temprano.
- A la empresa naviera Roberts en la avenida Hamilton. - y el taxi se puso en movimiento.
La chica llegó hasta el lugar donde trabajaba hacía ya más de tres años y subió hasta la oficina de su antiguo jefe, el señor Roberts, padre de Óscar.
- Señor Roberts, necesito hablarle.- entró a la oficina del hombre después de que este le indicó que pasara.
- Denisse, te ves demacrada.- le dijo el hombre.
- No se preocupe señor, estaré mejor.- intentó desviar la atención de su exjefe- Señor necesito irme de la empresa, por eso vine a verlo, yo sé que ahora eso le corresponde a su hijo, pero él no está. - la chica habló sin detenerse ni a respirar.
- Claro, tómate los días que necesites, tú no faltas nunca, si tienes un problema lo más justo es que lo resuelvas sin preocuparte.
- No señor, no me ha entendido, no regresaré, mi familia me necesita a su lado y es allí donde tengo que estar, le estoy pidiendo que firme mi renuncia, y si no lo hace pagaré con gusto la multa que se me imponga aunque esté el resto de mi vida en deuda con el banco.
- Denisse, por Dios, de que hablas, que multa ni multa, si tu familia te necesita tienes que estar allí, pero piénsatelo, a lo mejor todo se resuelve y después regresas.- le dijo el que fue su jefe poniéndose de pie y llegando hasta ella.
- No señor, ya no volveré nunca más, créame que no, me quedaré con ellos.
- Bueno si no hay forma de convencerte, no queda de otra, vamos a recursos humanos y que ellos se encarguen de todo.
- Gracias señor - le dijo la chica y los dos bajaron en busca de la persona que tramitaría la documentación para que ella dejara de trabajar en aquella empresa.