Teresa sentía la necesidad de castigarse por todo lo que había hecho, pues no se sentía con derecho a vivir. Cada día, cada noche se lamentaba por la vida que había tenido, por haber tomado malas decisiones que la llevaron a terminar en un agujero en donde se sentía asfixiaba cada día. El desespero y la culpa fueron tan grande que Teresa decidió terminar con la angustia. Siendo las once y cincuenta y cinco de la noche, mientras sus compañeras de celdas dormían, Teresa tomo la sabana que cubría el colchón duro en el que se acostaba cada noche, y camino hasta los barrotes que la separan de la libertad. La sabana hacían presión en su cuello, dejándola sin aire, dolía mucho, pero no se detuvo, su blanco rostro se enrojece, luego se fue poniendo morado, poco a poco iba abandonando ese mundo que había sido cruel con ella, mientras eso pasaba en su cabeza se repetía a sí misma “En la otra vida, debo hacerlo bien”. Así Teresa dejo ese mundo, en el que no encontró la felicidad.
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RECTORIA.
Juan estaba ansioso, pues sabia que no por nada su hermana armaría tal escena, sentía que lago grave pasaba.
_ Por favor, Violeta, habla.- le volvió a decir.
_ Si Violeta, dile la zorra que eres.- hablo Brenda.
_ Tú cállate y no se te ocurra volver a dirigirte a mi hermana de esa manera.- le contestó Juan.
_ Hermana.- murmuraron.
El murmullo se volvió a escuchar, pues al principio habían comentado que ellos eran alguna clase de amante de Violeta, pero ahora estaba claro que eran sus hermanos. Brenda agachó la cabeza, pues con su comentario quería llamar la atención de Juan, pero no esperaba que este resultara siendo su hermano.
Violeta seguía en silencio, pues no era fácil lo que debía hacer, Margaret al notar que su hija dudaba en hablar se acercó a ella.
_ Violeta, mírame.- le dijo tomándola por los hombros.
Violeta levantó la cabeza y miro a su madre, en ella vio tranquilidad y confianza, eso era justo lo que necesitaba.
_ hija, puedes confían en tu familia, así que dinos que ocurre.- lepidio Margaret.
_ Mama, me enamoré.- hijo en voz baja.
Tanto su padre, como sus hermanos, cambiaron de semblante, pues odiaban el hecho que alguien se acerca a ella, pues para ellos ella siempre sería su pequeña-
_ Pero esa persona se burló de mí y de la confianza que le di, me entregue a él, pero él transmitió por videollamada lo que hicimos.- Violeta, volvió a agachar la cabeza.
Pues no era capaz de ver la cara de su familia, un golpe y un vidrio rompiéndose se escuchó, violeta levanto la cabeza rápidamente encontrándose con que Diego había golpeado con su puño la ventana y esta se había roto.
_ Hermano, estás bien.-pregunto ella mientras revisaba su mano.
_ Quién fue ese bastardo.- fue la respuesta que consiguió ella, Violeta dudo, pues sabia que sus hermanos no se quedarían quietos.- respóndeme.- dijo con voz severa.
Violeta levantó la mano, y a punto en dirección de Eduardo, quien estaba pálido, él siempre había escuchado a Violeta hablar de sus hermanos, pero nunca imaginó el problema que se le armaría con ellos.
Juan caminó, con imponencia hacia Eduardo, en sus ojos la ira era más que evidente, Eduardo estaba sentado en su puesto.
_ Qué edad tienes.- pregunto juan.
Este volteo a ver a Violeta y esta le sonrió con burla.
_ No la mires y responde.- le volvió a hablar, causando un escalofrío en el chico.
_ Diecinueve.- respondió casi en un susurro.
Juan al escuchar su respuesta dejo caer su mano en la mejilla del chico, el golpe hizo eco en el lugar y los policías que habían llegado con ellos, corrieron a sujetar a Juan.
_ Señor Williams, por favor contrólese, puede enfrentar cargos por esto.- le dijo unos de los agentes de policía.
Juan respiro profundo para calmarse, de lo contrario lo Molería a golpe.
_ Yo creo, que lo mejor es ir a la rectoría y arreglar este problema.- dijo el profesor.
_ Si es lo mejor.- respingo Margaret.
Javier tomó la mano de su hija y salió del salón, su esposa e hijos lo siguieron, a mitad de camino se encontraron con el rector quien se diría al lugar donde había ocurrido todo.
Señores Williams.- dijo el hombre de unos cincuenta años. Ya iba para allá.
_ Lamento todo el inconveniente.- dijo Margaret.
_ No se preocupen, vayamos a mi oficina.- el hombre se giró y todos los siguieron.
….
TERESA.
Después de ver la furia en los rostros de mi padre y mis hermanos, estaba dudando de si había hecho las cosas de manera correcta, no por qué tuviera miedo de lo que le hicieran al idiota de Eduardo, sino por los problemas que les causaría a ellos.
Al llegar a la oficina del rector, la que por suerte era grande, ya que todos entremos, incluyendo a los policías quienes sujetaban a Eduardo.
_ He sido notificado de lo ocurrido, y ante eso, les ofrezco una disculpa, puesto que es algo de lo que no estaba enterado.- dijo el hombre.
_ Lo puedo entender, y espero que tome carta en el asunto.- dijo Javier.
_ Por supuesto señor Williams, el alumno será castigado según el reglamento de la institución.- respondió él.
La puerta se abrió abruptamente, y por ella entraron los padres de Eduardo, quien al verlos volvió a palidecer.
_ señores, Sáez, sigan y tomen asientos.- les dijo el hombre.
Ellos entraron y nos observaron a todos los que estábamos presente, incluso a su hijo, quien no fue capaz de mirarlos.
_ Será que nos puede explicar lo que ocurre.- dijo la madre de este.
_ Su hijo, ha infringido una norma de la institución, cosa que también es considerada un delito.- dijo el hombre.
Yolanda, madre de Eduardo, volteo a verlo y se percató del golpe en su mejilla. Así que se levantó para mirarlo de cerca.
_ Quién lo ha hecho.- pregunto la mujer.
…
Eduardo se mantuvo en silencio, pues eso era lo que menos le importaba, pues ir a la cárcel, no era lago que había considerado.
_ Quien te ha golpeado.- le grito la mujer.
_ Yo lo he hecho.- respondió juan.
Volando lo volteo a ver, era un hombre lato, y muy apuesto.
_ Como te atreves.- le grito Guillermo, padre de Eduardo.
_ Es mejor que hagan silencio, pues les pueden asegurar que eso es poco para lo que su hijo merece.- les respondió Juan.
_ Calmémonos, pues el asunto es bástate serio.- intervino el reactor.
Yolanda se volvió a sentar, pero la ira en su rostro y en el de su esposo era más que obvio.
_ Como les decía, su hijo ha cometido un delito, por el cual estamos aquí.- continuo el reactor.
_ Hablé de una vez, que fue eso que según usted mi hijo hizo.- grito el Guillermo.
_ Su hijo, ha expuesto un video íntimo de la señorita Williams, esto es considerado violación a la intimidad y divulgación de material pornográfico.- le contó.
_ Me está hablando en serio, usted me está diciendo que estamos aquí por esa cosa tan insignificante, que culpa tiene él, que esta jovencita sea una facilona, el hombre es normal que haga ese tipo de cosa.- argumento él.