Ana vive una vida monótona y sin sabor. ¿Estará dispuesta a dejarse llevar por la tentación?
NovelToon tiene autorización de Coralia R para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
LA VELADA
Pasaron varios minutos hasta que recobré un poco la compostura. Mi llanto fue poco a poco disminuyendo hasta quedar solo algunos sollozos.
Gabriel se mantuvo a mi lado pero me dio el espacio y la libertad de expresarme sin sentirme avergonzada por mis lágrimas y especialmente sin una sola frase idiota como "Está bien, ya no llores" o "Tranquilízate", supo guardar silencio y solo acariciar mi espalda ocasionalmente para hacerme sentir que está aquí para mí. Me alcanzó pañuelos desechables y respetó el tiempo que necesité para volver a la calma.
Al levantar mi cabeza veo una sonrisa tierna en su rostro, él sabe por qué lloro, de cierta manera también es su responsabilidad y yo sé que no quiere hacerme daño, lo siento en mi corazón, si quisiera hacerlo no habría perdido esa gran oportunidad de humillarme y burlarse de mis lágrimas diciendo "No te hagas la mosquita muerta, sabemos porqué estás aquí y qué viniste a buscar". Él simplemente me acompaña en este proceso, que por cierto, no sé muy bien como llamarlo.
Sí, es verdad que estoy en falta con mi matrimonio, que fácilmente puedo tirar 12 años de fidelidad y lealtad en pocos minutos, también es verdad que Gonzalo no merece esto y que solo yo soy responsable. Por otro lado, tengo frente a mí a la tentación encarnada en Gabriel, todavía no sé lo que significa esto que siento, quiero descubrir por qué soñé con él, por qué me atrae, por qué estoy dispuesta a fallarle a mi esposo para estar con él.
Sin decir nada aún, seguramente está esperando que yo hable primero, Gabriel me trae un vaso de agua. No sé qué decir, no quiero pasar la noche hablando de mi esposo, tampoco puedo hacer de cuenta que nada ha pasado después de que he estado más de media hora llorando. Lo único que me sale decir, con voz ronca, es:
__ Gracias...
__ ¿Te sientes mejor? ¿Necesitas que te traiga algo más?__ Dice preocupado.
__ Está bien así, gracias. Siento mucho que esto haya pasado... de verdad no quería arruinar la velada.
__ Ana, no te disculpes. Comprendo totalmente que te sientas así. Debo confesar que yo también me siento mal con esta situación, realmente no quiero causarte problemas.
__ No, Gabriel, tú no has causado nada, en todo caso soy yo quien decidió venir aquí hoy. Es mi responsabilidad.
__ Ana debo preguntarte algo...
__ Dime.
__ ¿Tú...__ por primera vez lo escucho vacilar para decir algo, no sabe cómo preguntar__ digo... quieres... no, no...
__ Gabriel, escúchame__ Tomo su rostro entre mis manos y hablo decidida__ No sé sinceramente porqué vine hoy aquí, hay algo que me empuja a estar contigo... Si ibas a preguntarme si estoy decidida a engañar a Gonzalo la respuesta está a la vista, todavía sigo aquí. Pero con toda honestidad te digo que en este momento no tengo idea de cómo sentirme.
__ Ana, lo que te dije lo mantengo: no pasará nada entre nosotros que tú no quieras. No quiero que te sientas obligada a nada solo por el hecho de estar aquí. Es más, si lo deseas puedo irme y tú descansas tranquila.
__ ¿En serio te irías para que yo descanse?__ Este hombre cada vez me sorprende más, ha saber cuánto le habrá costado rentar la habitación y no quiere cobrarse con otra cosa.
__ Si así lo deseas lo haré. No quiero ponerte incómoda y mucho menos quiero que te sientas obligada a estar conmigo cuando no lo deseas.
__ Mira, Gabriel, dijimos que esta sería una oportunidad para poder hablar y conocernos, eso queríamos ¿no?. Estar en un lugar tranquilo sin que nadie nos vea.
__ Sí, es lo único que quiero, conocerte.
__ Muy bien, yo también lo quiero. Y, a juzgar por mi cara hinchada y deformada por el llanto creo que empezamos por la parte más amarga para que me conozcas.
Gabriel suelta una carcajada y veo que sus hombros se relajan un poco.
__ Debo decirte que estás igual de hermosa aún cuando has llorado.
Me sonrojo un poco y pienso que es un embustero pero me gusta, me hace sentir mejor.
Poco a poco nos vamos relajando y a medida que hablamos más me olvido que mi esposo está cruzando la calle en un bar. Si alguien irrumpiera en la habitación esperando encontrarnos enrollados en la cama se llevaría una gran decepción ya que solo vería a dos personas cómodamente hablando, como si se conocieran de toda la vida y estuvieran poniéndose al día.
Comemos y disfrutamos del exquisito sushi y del vino blanco que acompaña. No suelo beber, pierdo el control de inmediato, pero en este caso me ayuda a deshinibirme y soltarme un poco más.
Gabriel también se ve distendido y habla con soltura, se lo ve apasionado cuando describe sus habilidades, sus gustos y sus pasatiempos.
Cerca de la media noche y dos botellas de vino después, ya nos hemos contado todo lo relevante de nuestras vidas, trabajo, familia, amores. Él está sentado en el piso con su cuerpo apoyado en el sillón y yo recostada en ese sillón sin mis zapatos y abrazando un gran almohadón. Parecemos dos amigos que no se han visto en largo tiempo. Me siento cómoda, desde mi posición puedo ver en detalle su rostro y los movimientos de su cuerpo. Sigo pensando que es muy sensual, fuerte y hermoso.
Se ríe de mis ocurrencias y me hace reír a carcajadas, no recuerdo cuando fue la última vez que reí así. De repente, se queda mirándome fijamente y luego baja la mirada.
__ Ana, creo que será mejor que me vaya así puedes descansar.
__ ¿Qué? ¿Por qué?
__ Ha pasado la medianoche y seguramente mañana tendrás que ir al trabajo, no quiero desvelarte.
__ Oye, no me importa, de verdad. Me siento muy bien así. Además la habitación es tuya, no es necesario que te vayas.
__ Creo que va a ser lo mejor.
Mientras dice eso se incorpora y queda frente a mí, se detiene un momento para observar mis labios y muerde ligeramente su labio inferior. Ahora entiendo por qué ese cambio repentino, no quiere que me sienta obligada a tener relaciones con él pero se muere de ganas... Yo también.
Me enderezo un poco en el sillón hasta quedar de rodillas y a la misma altura que él, solo el almohadón se interpone entre nosotros.
__ Ana... __ Su voz se ha vuelto más grave y ronca. __ ... realmente te deseo en este momento.
__ Yo también__ susurro mientras fijo mi mirada en su boca.
__ No juegues conmigo, no quiero que después te arrepientas de lo que pase.
__ No es un juego, Gabriel.
Cuando levanto la vista me encuentro con dos ojos negros que se han encendido sobre mí. Me acerco solo un poco más y eso basta para desatar entre nosotros una lluvia de energía que va y que viene. Me toma con una mano por la cintura, con la otra quita el almohadón y me toma por la nuca para besarme con fiereza, como dejando salir años de ganas acumuladas. Respondo pegándome a su cuerpo y sosteniéndome de su cuello, hundo mis dedos en su pelo y descubro cuánto me gusta hacer eso, cuánto me gusta que me bese así hasta dejarme sin aliento. Su lengua invade y explora cada rincón de mi boca, su mano masajea mi cintura hasta la base de mi cadera, baja por mi muslo y sube por la parte de atrás, apretando mi trasero. Puedo sentir su erección y la excitación en sus jadeos.
__ Ana... por favor... dime que pare ahora.__ dice en un susurro sobre mi boca.
__ ¿Quieres parar?
__ No.
__ Entonces no lo hagas.