La Santa Guerrera

Estaba amaneciendo, muchos daban por perdida a Laila, otros querían regresar a buscarla mientras que el Duque rogaba por qué estuviera bien.

Soy un cobarde, debí haberme quedado con ella

"¡Toros se acercan!" gritó un caballero alertando a los demás.

Estaban preparados para atacarlos.

"¡Todos tranquilos!" gritó Laila.

"¿¡Sir. Lai!?" Gritó el Duque bajando si espada.

"Grandulón, bájame"

El toro tomó delicadamente a Laila y la bajó.

"¿Qué es todo esto?" preguntó el capitán.

Aún no había suficiente luz, pero todos se dieron cuenta del cambio de color del cabello de la chica.

"¿Por qué no nos dijo que era una Santa, Sir. Lai?" preguntó otro caballero mirando fijamente a Laila.

"¿Una santa?"

¿Santa? ¿yo? es por qué no saben cuántas personas maté en mi vida pasada.

"Tu-tu cabello Sir. Lai" señaló el Duque.

¿Qué pasa con mi cabello? ¿se manchó de sangre?

Laila tomó un mechón de cabello y lo miró, era completamente blanco y emanaba luz.

Es extraño, bueno, no importa

Muchos seguían apuntando con sus espadas a los toros, quienes se mantenían firmes esperando órdenes de laila.

"¿tienen a un lugar al que ir?" preguntó laila al antiguo jefe de los toros.

Ellos negaron con la cabeza y seguían las órdenes obedientemente de Laila.

"No los amenacen, ellos están bajo mi mando, no les harán nada." explicó de manera rápida a todos, para que bajarán las espadas y dejarán de amenazarlos.

"Nosotros solo bagamos sin rumbo, ¿no podemos quedarnos con nuestra jefa?" la miraron como si fueran cachorritos sin hogar.

Que lindos

"Si no lastiman a nadie y me siguen como hasta ahora, les permitiré quedarse." todos asintieron, los caballeros miraban nerviosos los cuerpo gigantes de aquellos toros.

"Sir. Lai ¿podemos hablar?" Kael se sentía un poco inseguro sobre si debía dejarlos con ellos.

"Chicos, vayan a buscar comida para ustedes, sin matar a ningún humano y si alguien los molesta, pueden decirme. " Les sonrió, los toros asintieron firmemente y se alejaron.

"No creo que... sea bueno que ellos estén con nosotros" hablo el Duque mirando hacia la dirección en que se habían ido los toros.

"Entiendo lo que quiere decir Duque Kael, pero el olor que emanan de sangre y tierra, alejaran a las bestias peligrosas, son mis subordinados ahora así que no los lastimarán, al contrario, los protejeran." Se sentó.

"Nadie ha podido descansar, se supone que tenemos que partir muy temprano, pero son al rededor de las 4 de la madrugada. Lo sé por qué aún no hay mucha luz." Miró el cielo.

Este hombre es tan guapo

Laila sin darse cuenta, se quedó dormida, cuando despertó iba en los brazos de uno de los toros.

"¿Por qué no me habían despertado?" preguntó tallandose los ojos.

"Me temo que no podemos escucharla desde allá arriba" rieron algunos.

"Mjm, están celosos por qué este grandulón me carga" palmeo el brazo del toro.

Se dirigían a dónde se supone que estaban los bandidos escondidos, esperando la llegada de caballeros a los cuales atacar.

El lugar estaba tan tranquilo que lo único que se escuchaba era el bufido de algunos toros y sus pisadas, que aunque eran pesadas, no dejaban marca alguna.