Tormenta Del Corazón

Para Silvana y Gibrán, se comenzaba a escribir una nueva historia, el si acepto, era la frase que se quedaría grabada en sus mentes por siempre, ambos querían que su matrimonio fuera hermoso y especial.

Fueron al lugar de la recepción, ambos fueron recibidos con Aplausos y silbidos, una grandiosa parafernalia llena de alegría y emoción.

El pequeño Samuel estaba feliz en los brazos de su padre y beso en la mejilla a Silvana.

Samuel: Mami, me alegro mucho de ser tu hijo, te quiero.

Silvana: Yo también te quiero, gracias por tus muestras de afecto.

Todos pasaron al comedor, y comenzaron los meseros a servir a ellos y a los invitados, la comida era deliciosa, eligieron de entrada tapas de jamón serrano y queso provolone, crema de champiñones como sopa, de plato fuerte, lomo de cerdo en salsa de ciruelos, y un postre fresas con chocolate y duraznos con crema. Todo era exquisito, querían un menú sencillo, pero insuperable en sabor.

A la hora de bailar su vals de esposos, eligieron la canción, Eclipse total al corazón. Ambos bailaron al ritmo de la música, sin miedo a nada ni a Nadie.

Al terminar cortaron su pastel y ellos como esposos dieron por terminada su noche, se fueron de viaje solo ese fin de semana a Canadá, a disfrutar con su hijo.

El pequeño iba feliz con su padre y su nueva mamá, esperaba que ese fin de semana fuera el mejor de su vida.

A la hora de ir a dormir el pequeño se quedó en una recámara él solo, pero aún al lado de sus padres, los conectaba una puerta hacia el cuarto del niño.

Gibran y Silvana tuvieron la noche de bodas más perfecta y linda que pudiera existir, era la primera de Silvana y aún que estaba nerviosa, estaba deseosa de estar en sus brazos de Gibran.

Esa noche no durmieron, se la pasaron entregándose a su pasión, llenos de deseo y ansia por estar unidos en un solo cuerpo.

Gibran tuvo sumo cuidado en hacerle el amor a Silvana, quería que los recuerdos de esa noche fueran hermosos, antes que dolorosos.

Por la mañana, la llevo a darse un baño para relajar su cuerpo, se besaron, pero decidieron relajarse, por qué el niño golpeaba la puerta y quería entrar.

Bajaron al restaurante del hotel y pidieron desayuno continental, se sentían felices, por ser esposos.

Disfrutaron su luna de miel, entre nieve y chocolate caliente, ambos querían no solo un buen matrimonio, querían que Samuel fuera feliz.

Al terminar el fin de semana, volvieron a casa, el pequeño pregunto:

Samuel: Mami, tú dormirás con nosotros, o seguirás viviendo en el pequeño departamento?

Gibran: A partir de ahora, se quedará en la casa, solo Kevin vivirá en el departamento, ya que no quiso venir a vivir con nosotros.

Silvana: pero vamos, entremos a casa.

Al entrar a la mansión, una cara conocida estaba en la sala del recibidor. Era Sharon, tomaba un té y todo el personal de la casa sonreía, con cinismo y altanería.

Era el mayor domo y las 2 señoras de la limpieza, Todos miraban hacia Silvana y Gibrán, sus caras lo decían todo. Entonces Sharon hablo.

Sharon: Querido, veo que has llegado de viaje con la servidumbre, muchacha ve a llevar al niño a su habitación, tengo que hablar con mi marido.

Gibran, abrazó fuertemente a Silvana, y le hizo una señal al niño con la cabeza para que subiera a su habitación.

Samuel: Buenas tardes, señora y con permiso.

Samuel subió a su recámara y una vez solos, le pidió al personal que se retiraran.

Mayordomo: Señor, lamento informarle, que ya no queremos trabajar para usted, la señora Sharon, nos invita a trabajar en su hermosa mansión.

Sirvienta 1: Y la verdad nos ofrece mejores sueldos y prestaciones.

Sirvienta 2: Y ella es una dama de sociedad, con clase y prestigio, además los 3 pensamos que nos rebaja mucho el valor, si comenzamos a servir a la niñera, ella también es una sirvienta como nosotros.

Mayordomo: Así que si no le importa, nosotros nos vamos con la señora Sharon y créame no es gusto tratar con gentuza como la simplona de Silvana.

Sirvienta 1: Ahora solo pague, ya que nos largamos de este lugar.

Sirvienta 2: Iremos por nuestras cosas y al volver, queremos nuestros cheques de finiquito listos.

Gibran: Si eso han decidido, no me queda más que aceptar, solo les aviso que no serán contratados Nuevamente. Esa falta de respeto a mi esposa no la pasaré por alto. Vallan por sus cosas y les haré ya mismo sus cheques.

Mayordomo: ja, ja, ja no me haga reír ni quién quiera volver a esta pocilga.

Se retiraron, por sus cosas y Sharon se quedó, con ellos.

Sharon: Así, que si te cásate con ella, creí que la advertencia había sido clara.

Sharon los miro con malicia, pero ellos se mantuvieron fuertes a pesar de las amenazas.