El Amante

Capítulo 11

Se le cayó el teatro

Eliana

Tomo una fuerte bocanada de aire y cierro mis ojos mientras dirijo la mirada hacia el cristal de la ventana.

Es justo aquí donde me doy cuenta de que estoy haciendo el papelazo de mi vida por alguien que no le importa en absoluto como me estoy sintiendo en este momento

Pero pienso en él, en todo el tiempo que le he dedicado a esta relación y en lo que he tenido que renunciar para ser feliz, que me parece imposible dejar pasar esto. Esta mujer no va a quedarse con Juan David. No. No voy a permitirlo.

Tampoco le permitiré ser feliz con otra mujer, al menos no mientras sigamos casados y es obvio que no le daré el divorcio.

Antes tiene que pagarme todas las que me ha hecho. En esta vida nadie se va sin pagar y el infiel de Juan David no va a ser la excepción.

—¿Me estás diciendo que saliste con él durante dos meses y no te diste cuenta de que era un hombre casado? —le pregunto nuevamente a la muchacha, sigo en negación, con miedo a creer toda esta verdad que me golpea el alma y ella bajó la mirada y negó con su cabeza poco antes de hablar.

—La verdad no. No lo sabía, señora. ¡Lo siento! Créame que si lo hubiera sabido me habría alejado de ese hombre de inmediato —responde y puedo sentir la tristeza en sus palabras, su arrepentimiento es auténtico, pero me niego a pensar que mi esposo haya sido capaz de hacerme esto—. No soy del tipo de mujer que anda rompiendo hogares por deporte, a mi también me pusieron el cuerno en el pasado y fue tan doloroso que no sería capaz de hacerle esto a otra mujer.

—Parece que fui una ciega en todo este tiempo. Tanto que ahora le niego a creer que sea cierto. Mi esposo ha sido un hombre respetable desde que nos casamos. Nunca me dio motivos para que yo desconfiara de él y ahora apareces tú... Simplemente no puedo darle credibilidad a tus palabras.

—No le estoy diciendo mentiras, señora. Lo leyó usted misma en esas conversaciones, también tengo los mensajes en mi celular, puedo demostrar que digo la verdad, además, usted acaba de decir que no sabía que su esposo la estaba engañando, ¿No? Y yo tampoco es que la esté acusando a usted injustamente apenas por mis suposiciones. Él... —resopló—. Jamás le vi un anillo en su dedo y por eso me confié de que era soltero y nunca le pregunté al respecto.

—No puedo creer que tan lejos puedes llegar con todo esto —llevo mi mano a la altura de mi cien.

—¿Qué? —la chica pregunta confundida—.

—Lo decía para mí misma, Fue un pensamiento en voz alta —coloco el anillo de Juan David sobre la mesa—. Esta es la razón por la que no sabías que estaba casado y por esa misma razón fue que me di cuenta de que alguien más había llegado a su vida. Sabes algo, no quiero que vuelvas a buscarlo, si lo haces yo misma me encargaré alejarte de él así sea a la fuerza.

—Esto es increíble —bufó una ligera sonrisa—. Usted se enoja conmigo porque es la esposa, sin embargo yo no puedo enojarme con usted porque ahora resulta que soy la amante y ni siquiera estaba enterada de que era la segunda. Mire señora, le he dejado claro que entre él y yo pasaron cosas porque no sabía que él tenía una familia conformada. De ser así, ni siquiera le hubiera permitido acercarse.

—Eso es precisamente lo mismo que diría una amante consciente de que es solo la del rato.

Me excedo con mis comentarios, realmente estoy enojada con Juan David, no tengo por qué seguir discutiendo con ella, pero la rabia me impide pensar.

—Escúcheme una cosa, señora, no es mi intención ni mucho menos planeo ser el plato de segunda mesa, aquí el único que tiene la culpa es el hombre que nos engañó a las dos.

—Bien, parece que no vamos a llegar a nada con esta conversación. No esperes de mi ningún tipo de disculpas de mi parte.

Le digo a esa pobre muchacha, tomo mi cartera y me retiro. Subo a mi camioneta y golpeo el volante varias veces con rabia

No sé porqué hice todo esto —dejo caer mis lágrimas al fin — Sé que si le debo una disculpa a esa mujer por ser tan grosera con ella y es posible que cuando supere todo esto venga a disculparme por ser tan descortés.

Descargué mi rabia injustamente con la persona equivocada y si, posiblemente ella tiene razón, habrá otra persona, incluso otras y debo averiguarlo cuanto antes.

Descubrir la infidelidad de mi marido me hizo pensar en muchas cosas, una de ellas es el pánico irracional que siento de que Juan David me deje para irse con una mujer más joven, pero es algo que quisiera enfrentar ahora mismo, será mucho más doloroso si sigo postergando ese momento.

A su vez siento rabia y una pizca de agradecimiento de que no se haya atrevido a tocarme más. Quien sabe con cuantas otras mujeres se habrá acostado y podría contagiarme alguna enfermedad.

Descubrir la verdad sobre esta muchacha me hizo caer la venda de los ojos, pero ahora debo enfocarme en el verdadero problema, descubrir con quién diablos Juan David está pasando cada noche y juro que si descubro que anda con una y con otra voy a morirme o mejor dicho. Lo mataré a él.

Esto me lleva a concentrarme en mí, en mi salud y mi bienestar por encima de todo lo demás.

Acudo a un médico donde paso al rededor de dos horas haciéndome un chequeo con mi ginecólogo y algunos estudios de laboratorio para descartar alguna ets, después de allí salgo sin rumbo alguno.

Llegué a casa luego de deambular algunas horas por la ciudad y pasé el resto de la tarde pensando en qué debía hacer para que este hombre vuelva a ser el mismo de antes, pero nada de esto tenía sentido.

¿Para qué querría que el fuera el mismo, si yo estoy segura de que jamás podre ser la misma con él?

Amanece y es una de esas tantas veces en las que despierto sola en mi cama, ya siento que no me importa debido a la rabia que tengo dentro de mí.

Esta vez Juan David llega a casa luego de que yo terminé de preparar el desayuno, ambos no nos dirigimos la palabra y esto es debido a la discusión que tuvimos hace dos días.

Mientras él se está duchando entro a la cochera y pincho dos de las llantas de su coche con unos clavos bien filosos, sé que tan solo tiene una de repuesto y conociéndolo bien él sería incapaz de ponerse por sí mismo a cambiar la llanta, bajo esta circunstancia no podrá salir de casa.

Hoy debemos aclarar todo este enredo. Y si no. Debo prepararme para un plan B. Pero de que descubro lo que está pasando aquí lo descubro, ya sé que tuvo ese desliz con la mujer del café, pero ella no es la causa por la que este hombre no llega a dormir a casa.

Pasado un rato salgo frente a la casa a esperar el transporte escolar junto a mi pequeño Eliot y escucho el grito que pega ese hombre desde su cochera, sonrío al saber que mi plan inicial marcha mejor de lo que esperaba.

Lo siento, pero hoy no habrá excusa, ya sé que no está apresurado por asistir al trabajo, así que me relajo, solo queda esperar.

Eliot sube al transporte y yo camino de regreso al interior de la casa, veo que Juan David tira la puerta enojado mientras va hablando con el mecánico para que venga a reparar el daño de su vehículo y sale directo a la parada de autobuses.

De verdad que no me hubiera imaginado que sería capaz de tanto. ¿En serio piensa irse en bus? ¿Quién sería capaz de manejarlo de esta manera? Es que ni siquera porque yo se lo pidiera lo haría jamás.

Me quito el abrigo grueso que traía puesto y lo tiro en el sofá, tomo mi cartera, mis llaves, mi celular y corro detrás de ese hombre.

"Cuando dije que tenía un plan B, me refería a esto, prepararme para seguirlo y descubrir que es lo que oculta detrás de todas estas acciones y mentiras".

Veo que Juan sube a un bus que se dirige al otro extremo de la ciudad, totalmente alejado de su oficina y el entorno industrial al que se mantiene rodeado debido a su trabajo y esto confirma mis sospechas, así que lo seguí, subo a ese mismo bus que ahora está abarrotado de personas.

Él está sentado en los primeros asientos y no deja de mirar el reloj, parece que está impaciente, mientras que yo estoy de pie en la parte trasera del bus escondida entre la multitud para que no me vea, cosa que es tan incómoda, pero por lo menos aún puedo verlo y sabré cuando anticipará su parada.

Admito que estoy muy nerviosa y ruego por que no me esté equivocando con todo este cerro de decisiones apresuradas que he tomado de momento.

Espero unos minutos más y veo que él se baja en una zona residencial un poco humilde y yo bajé después que él, pagué el servicio del bus y me quedé escondida detrás de la parada esperando a ver que se supone que va a hacer luego de quedarse en este extraño lugar.

Me coloco mis gafas de sol y el turbante que cubre mi cabeza entera y cuello, al estilo hindú, no dejaré que ese hombre me reconozca mientras voy tras él.

Se dirije a una casa donde se detiene en el ante jardín a recoger el periódico y el correo, luego toca la puerta. Admito que siento un escalofrío recorriendo mi columna vertebral en este momento, pensando lo peor y como dicen por ahí, piensa mal y acertarás.

Se abre la puerta y lo recibe una señora mayor que llevaba puesta una bata médica y una bandana enrollada en su cabeza, ella le da un cálido abrazo, lo que me hizo soltar un suspiro de alivio y hago un bailecito estúpido de felicidad, pensé que no era nada grave, pero lo que veo luego me hace cuestionar acerca de que me precipité al celebrar una estúpida victoria demasiado apresurada.

Una mujer de al menos unos veinte años menor que Juan sale vestida como prostituta de cabaret, con un short de alguna pijama vieja que le queda a la medida de la nalga y un crop top muy por encima del ombligo, lo que la hace lucir vulgar, para algunos gustos un poco más selectivos y refinados.

Ella lo abraza y lo besa apasionadamente y yo siento como mi mundo entero se derrumba en una fracción de segundo.