Hana y JungSun se casaron para mantener la economía de las empresas familiares a flote.
Él la odia. Ella lo ama.
¿Qué pasará cuando después de dos años de matrimonio JungSun se de cuenta de lo que está perdiendo?
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Capítulo 11.
La calidez de los brazos de JungSun me hacía sentir cómoda, hacía tanto tiempo que nadie me abrazaba, su respiración lenta y el latir de su corazón era algo que me hacía sentir feliz. Hacía tanto tiempo que algo como eso sucedía, pero no todo es para siempre.
Cuando él se despertó lo primero que hizo fue empujarme a un lado, de manera brusca, sin consideración.
—No te me encimes —dijo con cierto desprecio— lo de ayer solo fue una vez, no te confundas Hana. Tenía ganas, estábamos cerca y se acabó.
Crei que aquello era una especie de broma pero al escuchar nuevamente esas palabras terminé de aceptarlo. Me había usado para satisfacer sus deseos y eso era todo, nuevamente sentía que nuestra “relación” había retrocedido 10 pasos para quedarse estancada.
Cuando él entró al baño yo me cambié y fui por Minki y bajé con él para desayunar, cuando JungSun bajó no me esforcé en hacer una conversación con él, le di su desayuno y se fue.
Una de las cosas que debería de comprender de una vez por todas, era que no importaba cuando tiempo pasará, yo no era nada para él y nunca lo sería. Yo era la persona que había arruinado su vida.
Me bañé y vestí, iría a mis clases de cocina como solía hacerlo, como siempre lo he hecho.
La mente de JungSun estaba hecha un lío, ni le había gustado despertar de aquella manera con Hana como lo había hecho, pero no podía negar que el sexo había sido excelente, mejor que todas esas veces que lo ha tenido con sus amantes. Había dormido pensando en repetirlo por la mañana, pero el sentirla a ella abrazada a él le había quitado todas las intenciones, pero las ganas seguían ahí.
Se confundió al darse cuenta que una vez no le había sido suficiente, así que ya estaba buscando en su agenda de amantes a la mejor candidata, pero de su mente no salía el rostro de Hana, sus gemidos y la manera en la que movía sus caderas cuando estaba encima de él.
Min-ha, la amiga de Hana había comenzado a rechazar sus invitaciones, por fin estaba cumpliendo lo que se había propuesto. Eso no le molestaba del todo ya que era decisión de ella y así como ella se había ido, podía conseguir a alguien más.
El sonido de la puerta de su oficina ser abierta le distrajo de su pensar, era su secretaria, su secretaria, otra de las muchas amantes que poseía, vio la manera de deshacerse de sus pensamientos y cuando está le sonrió coquetamente y se dió la vuelta, la tomó de la cintura y la azotó contra la puerta cerrada. Pero a pesar de sus vanos intentos por olvidar a Hana, lo único que hizo fue recordarla en el cuerpo de la mujer a la que embestía contra el escritorio.
Su enojo era tal cuando terminó (a medias) que cuando su turno acabó se escabulló a un bar y ahí, en busca de una mujer parecida a su esposa, pagó una prostituta.
Tanto era su anhelo de querer olvidar a la mujer en su casa que estaba dispuesto a no volver hasta que fuera necesario, pero por fin pensaba en alguien más que no fuera él… su hijo.
Así que cuando terminó su aventura, regresó a casa, eran las tres de la mañana, las luces estaban apagadas y lo único que había era un plato de comida con una nota.
“Espero que te encuentres bien, aquí está la cena e hice un pastel, está en el refrigerador, espero y te guste”
Atte: Hana. ❤️
JungSun negó, hizo una bola de papel y tomó el plato para calentarlo en el microondas. Fue cuando tomó en serio la comida y se dió cuenta de que Hana había mejorado, aunque no lo necesitaba del todo.
Así fue como toda una semana se convirtió en un horror para JungSun, solo pensaba en Hana, día y noche, sueños húmedos con su esposa, y ver la cara de ella en sus amantes.
Su día de descanso fue cuando decidió ponerle fin a ello. Buscó a Min-ha, pero está vez, no era para lo de siempre.
—Tu invitas, tengo cosas que hacer y me traes aquí a… ¿Qué querías? —preguntó Min-ha, sin verlo, estaba más concentrada en los Hot-dogs de su plato en su amigo.
—Tengo problemas, Min-ha.
—¿Te dió gonorrea?
—¡No!
—¿Chancro? Que bueno que usamos condón la última vez.
—Min-ha esto es serio.
—El chancro también, pero ya. ¿Qué sucedió?
—Me acosté con Hana.
Min-ha frunció el ceño, limpió la catsup de su boca y miró a JungSun.
—¿Y? Es normal, es a tu esposa a la que deberías de cogerte, no a cuánta perra te abra las piernas.
—¿Cómo tú? —dijo con enojo.
—Exacto. Pero, yo ya me estoy limpiando de mis pecados, ahora solo tendré un novio y será el único.
—Min-ha, es enserio, no dejo de pensar en nadie que no sea ella y es extraño. Pero es que, ¡Dios mío! Todo fue perfecto, sabe moverse malditamente bien y quiero volverlo a repetir.
—Que extraño…
—¿Que cosa?
—Que Hana sepa moverse bien, hasta donde yo sé, ella no ha estado con nadie más a menos que haya alguien…
—¿Qué? No, Hana no es de esas.
—Bueno, es un matrimonio por conveniencia, tu tienes tus amantes y a lo mejor encontró alguien que haya llenado ese hueco en su cama y en ella misma, tal vez a estado practicando.
Min-ha no hacía aquello con saña, más bien, era una manera de hacer entender a JungSun que con la que debería de estar era su esposa.
—Ella no me engañaría.
—Bueno, no afirmo nada pero a menos que tenga un don para el sexo, debe de haber alguien que esté ocupando tu lugar.
—¡Maldita sea! —maldijo, tomó su billetera, pagó la cuenta de Min-ha y se encamino a la puerta.
—¡Adiós, cornudo! —le gritó y sonrió al ver su expresión de enojo.
—¡Que buen Hot-dog