Años después de ser vendido a piratas por su mejor amigo, y que el padre este se case con Catalina, su prometida, Raúl regresa al río de la plata en busca de venganza y se reencuentra con su hermana, Esperanza, quien con su adorable carácter tratará por todos los medios que no efectúe su cometido, aunque todo plan de venganza puede caer al reencontrarse con Margarita, la hermana rebelde de su ex prometida.
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capitulo 2: "LA TRAICIÓN"
Alfredo Uriarte Soler era un hombre maduro, pero aún conservaba cierta elegancia, notablemente más joven que el padre de Catalina.
estaba en su despacho cuando una joven mulata toco a la puerta.
-Señor, el joven Raúl Guzmán está aquí.-
-Dile que pase.- respondió.
Raúl entró y saludo muy gentilmente.
-Habéis respondido rápido a mi llamado.- dijo Alfredo señalando un asiento.
-Este encuentro, con vuestra merced, me genera mucha incertidumbre, cómo comprenderá.- comento Raúl sonriendo, mientras se sentaba.
-Te conozco desde niño, el mejor amigo de mi hijo. A pesar de la diferencia social, jamás me ha molestado vuestra amistad.- comenzó a decir el hombre.
-Disculpad, pero me temo que... No entiendo.- dijo confundido Raúl -Si a lo que se refiere es a mi educación, mi padre fue un buen maestro y letrado, a mi pequeña hermana y a mí jamás nos ha faltado nada.- explico.
-Claro que sí... No es eso. Mi afecto hacia vos es sincero, por eso apelo a tu total discreción por lo que veáis y escuchéis aquí.- respondió Alfredo.
-Esto es peor... No creo comprender. Jamás he dicho nada.- explico, nuevamente, Raúl.
-He hablado con el capitán Escalarte y dice que solo ve ascensos en vuestro futuro.-
-Si, eso espero, señor.- confesó él.
-Que no ocurra algún infortunio.- continuo el señor Alfredo con soberbia.
Raúl no le encontraba sentido a esta conversación.
-Señor, con todo respeto... Si no hay más preguntas...- y se paró a toda prisa.
-Claro que no.- respondió Alfredo estrenando su mano -Deseo que vuestra vida mejore rápidamente, conozco de sus intenciones de boda con Catalina Ruiz de la Garza.-
-Si, señor.- sonrió él -Muchas gracias.- se despidió y salió del despacho.
Al salir de allí, Raúl se quedó pensativo. Estaba seguro de que todo esto tenía que ver con el hombre que había visto hacia unas noches atrás.
Alfredo también se quedó pensando. No estaba seguro de la sinceridad de Raúl y llamo a su hijo para salir de dudas.
-No entiendo el por qué de que me mandasteis a llamar, padre.- confesó Ignacio.
-Sin rodeos. ¿Habeis visto al hombre cuando llegasteis.. indispuesto, la otra noche?- pregunto su padre.
-No se a que te refieres.- respondió.
-¡Por favor, Ignacio!- exclamó Alfredo -¿Raúl lo vio?-
-Hasta yo, que estaba alcoholizado, lo he visto.- comento esté en tono burlón.
Alfredo lo miro disgustado.
-Entonces... cómo entenderás, nadie debe de enterarse de esta visita.- dijo.
-La verdad, es que no entiendo, padre.- respondió él joven.
-Mira...- dijo Alfredo parándose y apoyando ambas manos sobre el escritorio -Eres una pérdida de tiempo, una... desilusión, pero eres mí único hijo. Otro, ya, no tendré y... Ambos sabemos que nietos tampoco...-
-Ese asunto ya estaba aclarado...- lo interrumpió Ignacio.
-¡BASTA YA!- grito Alfredo golpeando el escritorio -Es momento de que me hagais sentir orgulloso.-
-Padre, no me haga esto...- suplico el chico, entendiendo a lo que el hombre se refería.
-Por el bien de esta familia y nuestro futuro, tenéis que elegir.- comunico Alfredo volviéndose a sentar -quizas, ese gran afecto que sentís por Raúl no sea solo afecto.-
-¡Claro que no!- exclamó Ignacio parándose de golpe.
-Entonces, sabreis lo que tenéis que hacer.- insistio su padre.
Ignacio lo miro apenado y luego se retiró.
Raúl e Ignacio estaban en un rincón apartado de la playa, alejados de toda civilización. Raúl no entendía muy bien por qué se encontraban allí.
-¿Con quien dijisteis que debíamos encontrarnos?- pregunto cansado de esperar.
-Con un comerciante.- respondió Ignacio -Creo que allí viene.- continuo señalando a espaldas de su amigo, este se giro para ver.
-No veo a nadie.- comento y se volvió a girar hacia el muchacho. Se sorprendió al ver qué Ignacio le apuntaba con una pistola.
-Lo siento, amigo.- dijo Ignacio -Juro que no quiero hacer esto.-
-¿Hacer que? No entiendo.- dijo confundido raul.
-Ese por mí familia.- explico el otro joven con lágrimas en los ojos.
-Aguarda... ¿Esto es por el hombre que vimos en tu casa?- pregunto Raúl, sin darse cuenta de que esto empeoró el asunto.
-¡No puedo!- exclamó Ignacio y se agachó por un segundo tomandose la cabeza.
-Entonces, no lo hagáis...- dijo Raúl, quien ya no sabía que más hacer.
El corazón de Raúl latía muy fuerte, estaba justo frente de la mira de su amigo, la tención iba en aumento... Pero en un ágil movimiento, Ignacio disparó al aire.
Raúl suspiro, por un segundo imagino lo peor.
-No puedo...- soltó Ignacio.
-Gracias amigo...- respondió él, pero en ese momento sintió como unas personas se acercaban a sus espaldas.
Raúl no comprendía, pero de repente, dos hombres lo tomaban de los brazos.
-¡¿Que sucede?!- pregunto con temor. miro hacia un lateral y vio a ese hombre, el mismo que por poco chocan en casa de Ignacio.
Fue allí en donde entendió. Era Román el fuerte, un fugitivo pirata, un maleante para todos. Uriarte Soler tal vez tenía negocios con él y... Probablemente, el padre de Catalina también.
-¡Ignacio! ¡Jamás traicionaría a tu familia! ¡Ignacio!- exclamó.
-Lo siento.- respondió como pudo su amigo. miro a Román y le hizo una seña con la cabeza para que se lo lleven.
Mientras se lo llevaban, Raúl, gritaba desesperado suplicándole a su amigo, pero Ignacio, solo se dio la vuelta y se marchó del lugar.