El matrimonio de muchas personas se ve afectado por un problema y la traición es lo que pone el clavo en el ataúd, podrá perdonar la traición la persona que más sufre?, quien es en realidad el que más sufre?.
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Cap. 2. Mi amado cuñado.
Irina se acercó amenazante sobresaltando a Olga, pero se detuvo y volvió a verse como una hermana cariñosa.
—Solo quiero darte un regalo, toma, es de mi parte, para ti, espero que lo disfrutes —dijo entre risas mientras se alejaba.
Cuando Olga la vio cruzar la puerta de su habitación, abrió el regalo con disgusto. Su forma era peculiar, era plano y rectangular, y dentro había un Folder el que abrió sin preocuparse mucho. Pero lo que vio la dejó muda y comenzó a llorar de forma descontrolada. Veía las imágenes impresas, las fotos impresas, todo estaba ahí, todo lo que ella jamás se imaginó ver, estaban ahí, pero al final. La nota que tenía al último de todo, eso fue lo que la hizo gritar de angustia, eso fue lo que desencadenó que ella tenga un ataque de ansiedad, lo que derivó en que los médicos tengan que atenderla de emergencia.
Irina salió del lugar tranquila, en ese momento recibió un mensaje que la hizo sonreír dulcemente para después girar y dirigirse a la puerta, pero en el camino, Orlando, el marido de Svetlana, se paró frente a ella con ira en los ojos.
—Irina, ¿todavía tienes cara de venir después de todo lo que hiciste? —Olga casi pierde al bebé al saber que tú y Aníbal… —Sin embargo, Irina lo calló de una bofetada dejando en blanco.
—Parece que la paliza que te dio Aníbal no te ha dejado en claro que no debes meterte conmigo. Escúchame bien, maldito tú, Olga, Svetlana y en especial mi madre, van a pagar por todo lo que hicieron, te lo juro, te lo juro. —dijo para después alejarse del lugar mientras que Orlando estaba petrificado. Irina no era un juego, ahora que ella está totalmente alejada de su familia, no parece querer dejarlos en paz.
Irina salió del hospital y vio al apuesto e imponente Aníbal. Estaba parado viendo a su madre Mireya y a Svetlana, quienes parecían reprenderlo con indignación, así que decidió acabar con este tema.
—Cuñado, creo que es hora de irnos, además, sabes que tenemos muchas cosas que hacer —dijo Irina, coqueta hasta que Mireya no lo tolere más y jaló a su hija del brazo de forma brusca, haciendo que Irina caiga al piso de rodillas.
—Irina, discúlpate con Olga, por esto que haces, eres una desvergonzada, una zorra, revolcarte con tu cuñado, dañar a Olga, de esta manera, eres repugnante —gritó Mireya, mientras que los ojos de Irina se llevaron de malicia, claro que ella había hecho todo eso y más.
Aníbal inmediatamente la sujetó de los hombros para levantarla mientras advertía.
—Puede ser que Irina aguante estas cosas de tu parte Mireya, pero yo no soy tan piadoso, no vuelvas a tocarla o de verdad, sabrás que la bofetada que te di hace más de dos años, no es nada con lo que soy capaz de hacer —dijo mirando a su suegra de forma amenazante mientras que Svetlana sujeta a su madre para que no haga más imprudencias, no es bueno meterse con Aníbal en estos días, parece que está más agresivo que antes y eso es peligroso.
—Mi amado cuñado, no te preocupes, estoy bien, pero creo que esta visita ha sido demasiado larga, deberíamos irnos —dijo Irina con agravio, sus ojos casi mostraban lágrimas haciendo que Aníbal la quiera proteger en todo momento, mientras que Mireya y Svetlana bufaban indignadas, Irina es la peor de las mujeres que hayan visto.
Olga, por otro lado, no había recibido la visita de Aníbal, su esposo había desaparecido nuevamente y está segura de dónde y con quién está, aunque su corazón duele, siente que todo se ha ido al infierno.
*_*
Pasó una semana y por fin Olga fue dada de alta. Sus padres fueron a recogerla, y Svetlana la había ayudado durante la estancia en el hospital. Mireya también había estado dedicando tiempo y cuidando a su hija.
Olga llegó a su casa, una hermosa casa que Aníbal había comprado para ella cuando se casaron, estaba hecha a gusto y gana de Olga, ella era la ama y señora; sin embargo, la sintió vacía. Sentía que la casa se había enfriado demasiado, pudo ver que Aníbal no había pasado por la casa en ningún momento desde que ella había ido al hospital.
Cuando se estaba preparando para descansar un rato antes de alistarse para comer, y sus padres estaban en la cocina viendo qué compras faltaban por hacer, todos recibieron una notificación al grupo familiar.
Mireya estaba tan feliz. El día anterior, había recibido un mensaje de Irina. Le dijo a su madre que se disculpará con la familia por todo, que la ponga en el grupo, ya que debía pedir perdón por lo que había hecho durante todo este tiempo.
Claro que Mireya era una adicta a tener la razón y que las cosas se hagan según su criterio, así con una sonrisa, abrió el mensaje para regodearse de su triunfo, pero fue todo lo contrario.
En una hermosa cama está Irina, que lleva solo una camisa grande de hombre, obviamente de su acompañante, y Aníbal tiene una toalla amarrada a su cintura mostrando su espectacular físico. Ambos están abrazados e Irina tiene una prueba de embarazo en la mano, con dos rayitas rojas, pero en el título de la imagen es más duro de lo que podían soportar.
—Familia, lo logramos, estamos embarazados —decía mostrando la felicidad de ambos mientras Olga se atragantaba con su saliva, pero eso no fue todo.
Siguió subiendo una avalancha de fotos y capturas de pantallas, había videos y muchas cosas que hizo que tanto Mireya como Olga se pongan pálidas.
Al otro lado de la ciudad, Svetlana cuidaba y cambiaba al bebé con muchísimo cuidado y estaba más que enamorada, cuando recibió una avalancha de notificaciones, vio el celular curiosa, pero jamás se imaginó lo que vería, casi lo suelta y cuando reprodujo los videos, sus lágrimas cayeron sin poder evitarlo.
Orlando entró en la casa enloquecido, la buscaba con prisa. En cuanto vio las imágenes y los vídeos, salió de su trabajo como una flecha para que Svetlana no lo vea y había llegado tarde.
Su hermosa esposa estaba viendo su celular con lágrimas en los ojos, ella estaba devastada, en cuanto lo vio, solo pudo decir una sola frase.
—Quiero el divorcio.
Mientras esto pasaba, en la casa de Olga, Vladímir, el padre de las hermanas, había arrastrado a Mireya de los cabellos a la sala mientras miraba iracundo a su hija. No podía creer todo lo que se estaba enterando. Antes de que puedan hablar de ese tema, Olga recibió una notificación que era distinta a las demás, ya que era solo para Aníbal, para su amado esposo.
Cuando ella abrió temerosa su correo, ahí estaba la frase que más había temido durante todo este tiempo.
—He iniciado los trámites de divorcio, no hagas las cosas difíciles —decía la nota mientras que Olga sentía que se desmayaría en cualquier momento, había perdido su alma, no sabe cuántas veces, y ahora, lo estaba perdiendo a él, definitivamente lo perdería.