Ella necesita un esposo para poder obtener la herencia que le dejó su abuelo, a él le quieren imponer un matrimonio. Un momento de confusión los hará conocerse y él aprovechará esa oportunidad para escapar del matrimonio que no desea, sin saber que gracias a ella también obtendrá la libertad que tanto ansiaba.
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Una segunda oportunidad
Minutos después de que Elena y Marcos salieran del hospital con la excusa de preparar todo para el sepelio de Annia. El doctor Rodríguez regresó a la habitación con paso pesado, el peso de la pérdida aún se hallaba gravitando sobre sus hombros. Cuando abrió la puerta, se detuvo abruptamente al notar la ausencia de la familia de la joven. Frunció el ceño, mientras su mente luchaba por comprender lo que veía. ¿Dónde estaban Elena y Marcos? ¿Por qué habían dejado a Annia sola en ese momento crucial?
Pero la sorpresa del doctor se transformó en asombro cuando sus ojos se posaron en la muchacha, quien yacía en la cama, con una expresión aturdida pero sorprendentemente viva. La incredulidad lo embargó, su corazón latía con fuerza ante el milagro que presenciaba. Sin detenerse a pensar, el doctor Rodríguez llamó a una enfermera, su voz era temblorosa con la emoción y el desconcierto.
-¡Elena! ¡Marcos!- llamó el doctor, buscando a los familiares de Annia en vano. La habitación parecía vacía, solo ocupada por la figura desconcertante de Annia, cuya presencia desafiaba la lógica y la ciencia.
La enfermera acudió a toda prisa, su rostro reflejababa el mismo asombro y desconcierto que el del doctor Rodríguez. Juntos, comenzaron a examinar a Annia, asegurándose de que todo estuviera bien, de que no fuera un truco de la mente o un espejismo de la desesperación.
-¿Estás bien, Annia?- preguntó el doctor, con su voz temblorosa producto de la emoción reprimida. Annia asintió lentamente, con su mirada perdida en algún punto más allá de la realidad tangible.
-No entiendo qué está pasando- murmuró la muchacha su voz era apenas un susurro en la habitación. La enfermera le sostuvo la mano con gentileza, ofreciéndole un ancla en medio del desconcierto.
El doctor Rodríguez intercambió una mirada perpleja con la enfermera, incapaz de encontrar una explicación lógica para lo que estaba presenciando. Pero en ese momento, las preguntas y las dudas quedaron en segundo plano frente al milagro innegable ante sus ojos: Annia había vuelto a la vida.
Con cada latido de su corazón, la promesa de un nuevo comienzo se extendía ante ellos, una segunda oportunidad que desafiaba todas las expectativas y convenciones médicas. Y mientras la realidad se reconfiguraba a su alrededor, el doctor Rodríguez y la enfermera se aferraban a la certeza de que, a veces, la vida supera incluso a la muerte.
El doctor Rodríguez se sintió abrumado por una mezcla de emociones indescriptibles. La esperanza, la incredulidad y el asombro se entrelazaban en su mente mientras observaba a la muchacha, quien, contra todo pronóstico, había regresado del abismo de la muerte.
-Deberíamos informar a los familiares sobre esto- sugirió la enfermera, con su voz cargada de emoción contenida.
El doctor asintió, aún sin apartar la mirada de Annia. -Sí, por supuesto. Pero primero, asegurémonos de que Annia esté bien. Necesitamos hacer más pruebas, asegurarnos de que su recuperación sea completa y sin complicaciones.
La enfermera asintió y comenzaron a realizar una serie de exámenes, comprobando cada signo vital y cada indicio de salud en el cuerpo de la muchacha. A medida que avanzaban, la sensación de asombro seguía creciendo dentro de ellos, como si estuvieran presenciando un evento que desafiaba toda explicación racional.
Después de un exhaustivo examen, el doctor Rodríguez y la enfermera intercambiaron una mirada significativa. Aunque no podían explicar cómo ni por qué, Annia estaba viva y aparentemente bien. Era un milagro que desafiaba toda lógica médica, pero también era una fuente de esperanza y renovación para todos los involucrados.
Después de cerciorarse de que todo estaba bien con ella, el galeno la observó con una sonrisa de alivio en el rostro.
-Estás en buen estado, Annia. Voy a informar a tu familia sobre tu recuperación. Deben estar preocupados por ti.
Pero Annia, con una expresión de determinación en sus ojos, le detuvo.
-Por favor, doctor, no les diga nada. Creo que será mejor que ellos no lo sepan, todavía. ¿Podría traerme mis pertenencias? Quisiera hacerlo por mi cuenta.
El doctor asintió comprensivamente.
-Por supuesto, Annia. Deja que me asegure de que la enfermera te traiga todo lo que necesitas.
Ordenó a la enfermera que estaba con él que trajera las pertenencias de Annia, mientras él preparaba el alta médica. Una vez que todo estuvo listo, el doctor Rodríguez le entregó los documentos a Annia.
-Te deseo una pronta recuperación, Annia. Si necesitas algo más, no dudes en llamarme- le dijo el doctor con una sonrisa reconfortante antes de retirarse de la habitación, dejando a Annia a solas con sus pensamientos.
Con sus pertenencias en las manos, Annia sacó su teléfono móvil y marcó el número de su amiga Cleo, la única persona en quien confiaba para ayudarla en ese momento.
-Cloe, soy yo, Annia. Estoy en el hospital- dijo Annia con voz temblorosa, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de ella nuevamente.
-¿En el hospital? ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- preguntó Cleo, con su voz llena de preocupación.
Annia respiró hondo antes de contarle a Cloe lo que había sucedido, desde el accidente en el restaurante, hasta su repentino despertar en el hospital. Le explicó sobre la ausencia de Elena y Marcos, y cómo estaba segura de que habían intentado hacerle daño.
La muchacha se quedó en silencio por un momento, procesando la información.
-¡Dios mío, Annia! No puedo creerlo. ¿Estás segura de que estás bien? ¿Necesitas que vaya al hospital ahora mismo?
-No, no te preocupes, estoy bien físicamente. Pero necesito tu ayuda, Cloe. No sé qué hacer ahora. No quiero enfrentarme a Elena y Marcos sola. ¿Puedes venir aquí? Necesito tu apoyo- suplicó Annia, sintiendo un nudo en la garganta.
-Claro que sí, cariño. Estoy en camino. Mantente fuerte, amiga. Vamos a asegurarnos que ninguno te haga más daño- prometió Cleo con determinación.
Con un suspiro de alivio, Annia colgó el teléfono y se preparó para enfrentar lo que sea que estuviera por venir. Con Cloe a su lado, sabía que no estaría sola en esta batalla contra las sombras del pasado..