Su casa

Juanita

Días después vuelvo a mi trabajo, no he sabido nada de Alexander ni de mi mamá, mi trabajo lo he desarrollado muy juiciosa para pagar la deuda que tengo.

Pero de pronto una visita inesperada me asombra, en el momento en que estoy por terminar mi turno llegan dos oficiales.

- Señorita Parker.

- Si esa soy yo, que sucede.

- Venimos a informarle que encontramos el cuerpo de una mujer y en su chaqueta tenía un papel con sus datos, queremos que nos acompañe para que la reconozca.

- Está bien - Solo podría tratarse de una persona, era raro que ella tuviera mis datos.

Me quito el uniforme y salgo con los oficiales, pero antes de salir del hotel me encuentro con Alexander que viene entrando.

- Pasa algo gatita - Él y su bendito apodo.

- Nada grave solo tengo que ir a la morgue a reconocer un cuerpo.

- Te puedo llevar.

- No quiero molestarte.

- Por ti no es molestia sube al auto.

Y así sin más me subo a su auto la verdad no quería ir sola y Mateo no estaba. Al llegar a la morgue me hacen seguir hasta una habitación, hay varios cuerpos ellos me guían, cuando quitan la sábana la reconozco de inmediato es mi mamá.

Le confirmo a los oficiales que efectivamente ella es mi madre, me hacen firmar unos papeles, salgo de ahí sin decir más, pero que podías decirles que la amaba y que lo sentía, eso no es para mí.

Le pido a Alexander que me lleve a la casa de Mateo, el camino en el auto es muy silencioso, pero no es un silencio desagradable, más bien lo agradezco mientras vamos de camino a la casa reviso mi celular Mateo me a llamado 5 veces. Demonios no debí bajarle el volumen al celular decido devolverle la llamada.

- Hola Mateo cómo estás.

- Juanita dónde andas, me dijo la recepcionista que te fuiste con dos oficiales. Revise el celular y vi tus llamadas perdóname por no contestarte estaba en una reunión y el celular lo había dejado en mi despacho.

- Calmate estoy bien, Alexander me está llevando de vuelta a la casa.

- A dónde te han llevado los oficiales y porque motivo.

- A la morgue, mi madre está muerta, fui a reconocer el cuerpo.

- Lo siento mucho y tú cómo te encuentras.

- La verdad muy bien, dirás qué no tengo corazón pero era lo mejor para mí aunque tengo deudas pendientes por culpa de ella. - Alexander, a estado al pendiente de mi conversación y en cuanto digo estas palabras sus manos se tensan en el volante. - Te dejo hablamos ahora. - Cuelgo y guardo mi teléfono en el bolso. Llegamos a casa y Alexander no dice una sola palabra, me bajo y en cuanto cierro la puerta el arranca.

Entro a la casa y Mateo me espera, esa noche hablamos de mi relación con mi mamá, pero todavía no estoy lista para contarle de la deuda que me dejó con Alexander al firmar esos pagarés. Los días siguientes pasan muy rápido, organizando un funeral al que se que nadie iría, solo lo hice porque no quería que fuera enterrada en una fosa común.

Mi trabajo va muy bien los clientes aumentan cada día, desde el día que Alexander me acompaño a la morgue no lo volví a ver, que hombre tan extraño enserio aparece y desaparece, se le da muy bien eso, debería de hacerle competencia a Houdini.

Pero eso no significa que mi deuda aya sido condonada.

Yo que estoy pensando en el y el del diablo que aparece, me acaba de enviar un mensaje recordándome mi compromiso de llevar la plata de la primera cuota, me avisa que no va a estar en su oficina, que nos vemos en su casa, enviándome la dirección.

Cuando la miro me digo a mi misma que es en la parte más lujosa de la ciudad, nunca había puesto un pie en aquel lugar. Mis motivos siempre han sido la falta de dinero y amigos con esos gustos, no tengo.

Los mafiosos si que viven bien, le arruinan la vida de los demás y ellos se llevan la mejor parte.

Termino el servicio y me voy a casa para cambiarme decidido ponerme un vestido de color negro entallado descubierto en la espalda.

Cuando ya estoy lista salgo y abordó un taxi, le doy la dirección. Estoy nerviosa nunca pensé que lo fuera a ver a su casa. El taxi parquea y dudo si bajar o no, pero que opción tengo, ninguna, es mejor salir de esto de una vez.

Me bajo del taxi, y me dirijo a la entrada con un poco de nervios toco el timbre y espero, no tardan en llegar a abrir, un señor muy elegante y guapo abre la puerta, será una condición para trabajar en este mundo el ser guapo.

- Buena noche estoy buscando a Alexander. - Le digo al señor.

- De parte de quién.

- Mi nombre es Juanita Parker.

- Señorita Parker, sígueme por favor.

Me hace una señal con la mano para que lo siga, y eso es lo que hago cierra la puerta y pasa delante de mi, lo sigo hasta el segundo piso, se para frente a una habitación y golpea en el interior se escucha la voz de Alexander.

- Señor la señorita Parker acaba de llegar. - Se escuchan unos pasos, que se acercan a la puerta y está se abre.

- Hola gatita, buenas noches sigue por favor - Mientras yo entro el se dirige a su empleado. - Por favor tráeme una botella de vino y dile a Marisa que prepare la cena.

- Como diga señor - En ese momento se va el empleado y el cierra la puerta.

- Como te ha ido gatita, no te había llamado antes por lo de tu mamá, quería que pasarás ese duelo.

- La verdad no hay duelo que pasar, ya está muerta ya no me seguirá mortificando la vida y endeudándose para que yo pagué, con la que tengo me basta y me sobra.

- Bueno te he hecho venir a mi casa porque, tengo algo que decirte.

- Antes que nada - Saco de mi bolso un sobre y se lo entrego - Aqui tienes el valor de 3 cuotas.

- Ya veo, quieres deshacerte de esa deuda lo más pronto posible y al parecer de mi también

- Eso es verdad, pero viendo la cantidad creo que en esta vida solo alcanzaría a pagar la mitad y eso que ya se ha abonado.

- Tienes razón. - Ninguno de los dos se a sentado, me giro un momento para darle la espalda y ver la impresionante vista que tiene detrás de su escritorio, se puede apreciar la naturaleza es una vista hermosa, me pierdo en el horizonte, viendo como los árboles se mueven por el viento, tan ida estoy que no me doy cuenta que Alexander está detrás mío.

- Gatita tengo que confesarte que quiero hacerte mía otra vez. - Me sobresalto, saliendo de mi transe, pero no me muevo, sus manos se pierden en mi cintura. su voz es excitante, ronca y suave. - Te deseo, no puedo verte cerca de Mateo los celos me están volviendo loco. - Sus labios se posan en mi cuello sus besos son húmedos y mis piernas comienzan a fallar.

- Te deseo aquí y ahora Juanita.

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