Capítulo 4

Las calles estaban tranquilas a esa hora de la noche, apenas iluminadas por las farolas que proyectaban sombras alargadas sobre el pavimento. El parque cercano a la biblioteca era un pequeño respiro entre la urbanización, con senderos de piedra bordeados de robles añosos y bancos de madera desgastados por el tiempo.

Ivonne caminaba sin prisa, abrazándose a sí misma cuando la brisa nocturna rozaba su piel. Se sentó en un banco apartado y por un momento cerró los ojos y dejó que su mente se despejara. 

Miró el cielo, buscando en las estrellas alguna respuesta a la tormenta de pensamientos que la invadía.

—Señorita Bellarose.

El tono grave y controlado de la voz la sobresaltó. Giró la cabeza y lo vio. Jarlen Blade, el hombre de la biblioteca, estaba de pie a unos pasos de ella. Su presencia no era intrusiva, pero tampoco podía ser ignorada. Había algo en su postura, en la forma en que la miraba con esos ojos de un brillo imposible, que hacía que su instinto le advirtiera que ese hombre no era común.

—Señor Blade —respondió Ivonne automáticamente, sorprendida de su propia formalidad.

Un leve atisbo de aprobación cruzó el rostro de Jarlen. Se acercó con tranquilidad y se sentó en el extremo del banco sin pedir permiso, manteniendo una distancia prudente.

—No esperaba encontrarla aquí —comentó él, observando el parque en lugar de mirarla directamente.

—Yo tampoco —Ivonne cruzó las piernas y fijó la vista en sus manos—. ¿Suele pasear por este parque?

Jarlen la miró de reojo antes de responder.

—A veces. Es un buen lugar para... observar.

La palabra flotó en el aire con un matiz extraño. Ivonne frunció levemente el ceño.

—¿Observar qué exactamente?

Él esbozó una ligera sonrisa, pero no respondió de inmediato. En su lugar, inclinó la cabeza, como si la estuviera estudiando.

—¿Vive por aquí? —preguntó él con naturalidad.

—Más o menos. ¿Y usted?

—Paso mucho tiempo en distintos lugares —respondió evasivo, con una pequeña sonrisa. —¿Sabe, señorita Bellarose? Usted tiene una presencia peculiar.

Ivonne sintió un escalofrío recorrer su espalda. No era la primera vez que alguien le decía algo así, pero en boca de Jarlen Blade, las palabras tenían un peso diferente.

—¿Eso es un cumplido o una advertencia?

Jarlen sostuvo su mirada por un momento antes de responder.

—Tal vez ambas cosas.

El silencio entre ellos se alargó. Ivonne sintió que, por primera vez en mucho tiempo, alguien la miraba con verdadera curiosidad, como si intentara desentrañar un enigma.

—¿Cómo se llama su amigo? —preguntó ella, cambiando de tema.

Él parpadeó, claramente sorprendido.

—¿Mi amigo?

—El de cabello más claro, el que estaba con usted en el bar.

Jarlen sonrió de lado.

—Se llama Claus Notham.

Ivonne asintió lentamente. Quería preguntar más, pero temía que cualquier pregunta directa rompiera el frágil equilibrio de la conversación.

—Usted también me pareció peculiar —confesó ella sin pensarlo demasiado.

Jarlen la miró de nuevo, esta vez con un brillo diferente en los ojos.

—¿Sí?

—No sé por qué, pero tengo la sensación de que no es... común.

Por un instante, la sonrisa de Jarlen se desvaneció. Su expresión se tornó más seria, y sus ojos la analizaron con un nuevo interés.

—Curioso —murmuró—. Pensé lo mismo de usted.

El escalofrío en su espalda se intensificó. Ivonne sintió que él estaba probándola, tanteando el terreno, buscando algo en ella que ni siquiera ella misma entendía.

Y luego, sin previo aviso, Jarlen se puso de pie.

—Fue un placer, señorita Bellarose —dijo con un leve asentimiento.

Ivonne parpadeó, desconcertada por su repentina despedida.

—¿Ya se va?

—Por esta noche, sí.

Y antes de que pudiera decir algo más, él se alejó con una calma imposible, perdiéndose entre la brisa y la penumbra.

El camino de regreso a casa se sintió más largo de lo normal. Cada paso resonaba en su cabeza junto con el eco de la conversación.

Jarlen Blade.

Ese hombre era un misterio, y lo peor de todo es que Ivonne no estaba segura de querer mantenerse alejada de él.

Al llegar a su apartamento, se dejó caer en el sofá de la sala de estar con un suspiro. Cerró los ojos, pero su mente no dejaba de repetir cada palabra, cada mirada.

El sonido de su teléfono la hizo abrir los ojos.

Un mensaje anónimo iluminaba la pantalla.

"No estás sola. No lo has estado nunca."

El corazón de Ivonne se aceleró. El temor la recorrió al no saber de donde o quien había enviado el mensaje. 

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play