Niños de papi

Henry Beaumont sonrió se encontraba en el desierto de Raleigh en la frontera que limitaba con Burhan y Jaddara, controlando las excavaciones la nueva mina de oro próximamente comenzaría a funcionar.

—¡Abuelo!, grito Rania en cuanto lo vio, Henry sonrió al escuchar la voz de su nieta de casi dos años.

— ¡Suegro!, dijo Malek saludándolo.

— Malek, ¿ cómo estás?, déjame cargar a la princesa dijo Henry estirando sus brazos la pequeña Rania se arrojó a sus brazos.

Rania era igual a su madre, rubia y de ojos verdes, traviesa.

— ¿Asher ya se fue?, pregunto Malek.

— Ya está en Londres. No sabía que vendrían todos.

— Mi padre ha estado algo enfermo dijo Malek . — Olivia tenía que venir por negocios a la región. Estaba en Jazeera Al-Faridah llegara en unas horas.

—¿Dónde está mi nieto?, pregunto Henry.

—En el palacio junto a mi madre, será bienvenido a hospedarse con nosotros la familia no se queda en un hotel.

Una mujer se acercaba a ellos — Buenas tardes, dijo Mariana.— Señor Beaumont bienvenido.

— Mariana gracias, me sorprende verte aquí.

— Mariana está trabajando junto a los médicos con la cuestión sanitaria dijo Malek.

—Algo me comentó Sharif en Burhan sobre la vacunación.

— Puede estar tranquilo todos ya fueron vacunados dijo Mariana. Henry asintió y miró a Mariana, era la única de los Hazbun aparte de los varones qué se apegaba a las costumbres de Raleigh, siempre cubierta de pies a cabeza, lo único que se le veían eran los ojos y eran muy hermosos según decían tenía los ojos de su abuela...

Esa noche Henry cenaba junto a la familia Olivia ya había llegado.

— Los hijos pueden ser todo un reto dijo Khalil, el mejor que nadie entendía a Henry.

— Es cierto pensé que la peor era Olivia dijo Henry.

— Oye que no me comportaba tan mal dijo Olivia.

Malek miró a su esposa y dijo.— Y eso que sabe ni la mitad de lo que has hecho.

— No me ayudes dijo Olivia.— No debes culparte papá, siempre has estado con nosotros, nos has consentido pero también eras muy estricto.

— En eso Olivia tiene razón, pese a que la crianza que recibieron nuestros cinco hijos fue la misma, no podrían ser más diferentes, Rosse es un claro ejemplo de eso.

— Te dije que podría ocuparme de Rosse, incluso Jalil se ofreció a ir por ella. — Olivia miró a su esposo, no estaba de acuerdo con su postura.— Malek miró a su esposo a los ojos.‐ No era algo que se prestara a discusión. Todos podían elegir su camino, pero Rosse había literalmente arrojado todo lo que la familia le había dado al demonio, incluso eso había traido conflictos entre sus padres.

— Tú debes ocuparte de tu familia y los negocios, Jalil del país. Ya me ocupé de mi hija...

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Cesare se encontraba en Grecia, su padre lo había regañado como si fuera un niño y ahí está en el mismo restaurante que él su enemiga número uno. ¿ Cómo podía comportarse cuando la tentación se paseaba delante?.

Selene miró a Cesaré, sonrió aun le debia una, pero ya se ocuparía de eso más tarde, Selene sonrió con malicia de alguna manera le haría besar el piso...

Cesare siguió a Selene por el estacionamiento del restaurante, intentando mantenerse a una distancia prudente. Pero de repente, Selene desapareció de su vista. Cesare se detuvo, mirando a su alrededor con confusión.

No había señales de Selene. Cesare comenzó a caminar hacia adelante, intentando encontrarla.

Pero antes de que pudiera dar un paso más, una figura salió de la oscuridad y le aplicó una patada voladora directamente al estómago. Cesare cayo de espaldas, jadeando de dolor.

Selene se rió, su risa resonó en el estacionamiento vacío. Se acercó a Cesare.

—¿Buscando lo que no se te ha perdido? —preguntó, riendose.

Cesare se levantó, jadeando todavía. Miró a Selene con una mezcla de sorpresa y rabia

—Estás completamente loca—dijo, —No sabía que eras tan peligrosa.

Selene se rió de nuevo, su risa sono más fuerte esa vez.

—No te imaginas cuanto—dijo, sonriendo con misterio.

Selene se acercó a Cesare con una sonrisa y le lanzó un puñetazo rápido y preciso hacia la mandíbula.

Cesare, sin embargo, no se sorprendió esta vez. En su lugar, se movió rápidamente hacia un lado y esquivó el golpe por poco. Luego, contraatacó con un golpe de hacia el pecho de Selene.

Selene se rió y esquivó el golpe con facilidad. Luego, le lanzó una patada circular hacia la cabeza de Cesare.

Cesare se agachó y esquivó la patada por poco. Luego, se levantó y le lanzó un golpe de hacia la nariz de Selene.

Selene se movió hacia atrás y esquivó el golpe. Luego, le lanzó un golpe de hacia el estómago de Cesare.

Cesare se dobló por la mitad y jadeó de dolor. Pero no se rindió. En su lugar, se levantó y le lanzó un golpe de hacia la espalda de Selene.

Selene se rió y se movió hacia un lado. Luego, le lanzó un golpe hacia la cabeza de Cesare.

La pelea continuó ambos lanzaban golpes y esquivaban ataques. La adrenalina corría por sus venas, y sus movimientos se volvieron más rápidos y precisos.

En un momento, Cesare lanzó un golpe de hacia la cabeza de Selene, pero ella esquivó y contraatacó con un golpe de hacia el estómago de Cesare.

Cesare se dobló por la mitad, pero no se rindió. En su lugar, se lanzó hacia adelante y agarró a Selene, intentando derribarla.

Selene se resistió, pero Cesare era demasiado fuerte. La derribó al suelo, y ambos terminaron uno sobre el otro, jadeando y sudando.

Cesare estaba sobre Selene, con sus manos agarrando sus hombros. Selene lo miró a los ojos, con una mezcla de rabia y deseo.

—¿ Te rindes? —preguntó Cesare, sonriendo.

Selene se rió y sacudió la cabeza.

—Nunca —dijo. Cesare sonrió y luego la besó apasionadamente y ella se dejo besar.

Cesare y Selene estaban completamente absorbidos en su beso apasionado, sin darse cuenta de que estaban siendo observados. En cuanto se distrajeron, un grupo de maleantes bajó de unos vehículos y los rodeó, apuntándolos con sus armas.

—¡Ah, qué bonita pareja! —dijo el líder de los maleantes, sonriendo con malicia. —¿Qué hacen aquí, solos y sin protección?

Cesare y Selene se separaron, mirando a su alrededor con sorpresa y alarmados. Cesare se incorporó, protegiendo a Selene con su cuerpo.

— Quieto niño de papi.

—¿Qué quieren? —preguntó Cesare, con una voz firme y desafiante.

El líder de los maleantes se rió.—Queremos lo que siempre queremos —dijo.

Selene se movió hacia adelante, con una mirada desafiante en sus ojos.

— Quieta gatita, nosotros no seremos tan caballeros como el niño de papi.

Los maleantes se movieron rápidamente, rodeando a Cesare y Selene. Cesare intentó luchar, pero era en vano lo superarán en número y estaban armados y pronto se encontró atado de pies y manos.

Selene también intentó resistir, pero fue rápidamente reducida y atada de la misma manera.

Los maleantes los cargaron en una camioneta negra, tirándolos en el suelo del vehículo. Cesare y Selene se miraron a los ojos.

La camioneta arrancó con un rugido, alejándose del estacionamiento del restaurante. Cesare y Selene se sacudieron con el movimiento del vehículo, pero no pudieron hacer nada para liberarse.

Se miraron a los ojos, Cesare intentó sonreír, pero Selene solo pudo devolverle una mirada de miedo y confusión.

La camioneta continuó su camino, llevándolos a un destino desconocido. Cesare y Selene se quedaron en silencio, esperando a ver qué les deparaba el futuro...

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