19. Las palabras de Marila

Karoly se mantuvo abrazada a su hermana mientras lloraba desconsoladamente, Marila no preguntó nada solo la dejó llorar, mientras acariciaba el cabello castaño de su hermana menor, muy pocas veces Karoly se dejaba ver así, ese afán innato de siempre mostrarse fuerte refrenaron en muchas ocasiones sus emociones, su pequeña hermana solo dejaba brotar lágrimas cuando la situación sobrepasaba sus fuerzas, su orgullo y hasta su deseo de venganza, así que Marila supuso que lo que había pasado debió haber roto el corazón de su hermana.

Cuando Karoly por fin se calmó, Lady Marila pidió que preparen el baño para la reina, con esencias florales que ella misma había traído desde Fontana como obsequio, fue la misma Marila que se encargó de ayudarla a bañar, luego vestirla, como cuando eran más pequeñas y Karoly preguntaba porque no tenía madre y Marila le decía que, aunque fuera pequeña como era la mayor se encargaría de cuidarla como su mamá.

Karoly se miraba en el espejo, mientras Marila le cepillaba el cabello con cariño, sin hacer preguntas; se podía escuchar desde el balcón las risas efusivas de Kuzelny y Josag mientras jugaban en el jardín. Luego, llegó la comida que había pedido Lady Marila para su hermana, destapó la vianda y Karoly no quería probar bocado; su hermana cortó con mucho cuidado la carne, clavó un pedazo pequeño en el tenedor y la llevó a la boca de la reina de Susumira.

- “Te desmayaste porque de seguro llevas días sin comer, ¿escuchas las risas de tu hija?, se preocupó mucho cuando no reaccionabas, prueba el bocado por favor”, insistió Marila.

Aun con mala gana, Karoly empezó a comer ante la atenta mirada de su hermana, Lady Marila podría ser muy insistente y su expresión indicaba que no cedería hasta que se alimentara bien; después de que Karoly terminó, Lady Marila requirió que se llevaran los platos; cuando finalmente se quedaron solas, pudieron hablar.

- “El rey ni mi padre me quieren ayudar, ¿verdad?”, se animó a preguntar Karoly.

- “¿Ayudar a qué?”, consultó Marila, su hermana se animó a hablar, necesitaba descubrir lo que estaba ocurriendo.

- “A irme de este lugar, solo necesito que digan que es por unos meses y luego veré donde voy, tengo dinero que no es de la corona de Susumira, Lord Myeong me dejó otras tierras y dinero, que no incluían las que debía devolver a la princesa Cira, mi hija y yo no vamos a necesitar de nadie más, puedo sostenerme te lo aseguro, solo necesito que me saquen de este lugar”, respondió Karoly nerviosa.

- “¿Por qué te quieres ir?, eres la reina de Susumira y la madre de la princesa heredera, ¿qué ocurrió para que quieras abandonar todo?”, inquirió Marila.

- “Él… él se acostó con Tiurname, él me hizo lo mismo que a Krasa, pero de una peor manera, no tuvo que ocultar nada, fue ante mis ojos, no puedo seguir quedándome, necesito irme con mi hija en cuanto antes”, respondió Karoly caminando de un lugar a otro.

Lady Marila se dirigió al balcón miró a los niños jugar ante la atenta mirada del rey Carpio, recordó perfectamente lo que ella y Krasa le dijeron a Karoly antes de que su hermana viniera a Susumira en su cumpleaños número veinte para aceptar la propuesta de matrimonio que le había formulado, quien ahora era el rey de Susumira.

- “Krasa y yo alguna vez te dijimos, que pese al inmenso amor que sentías por él, no dejaba de ser un príncipe heredero, y que como tal un día llegaría a ser rey, que tropezarías con algo más difícil que el amor, el deber. Sí, el deber, que el hombre con quien te ibas a casar no era un simple mortal y por su ya conocido carácter no era alguien que podías manejar a tu antojo, sabíamos muy bien que cuando las cosas no son a tu gusto no te sientes nada cómoda; tú parecías muy segura de lo que estabas haciendo, teníamos nuestras dudas y no por el amor que se pudieran sentir, sino por las implicancias que significaba vivir con una corona en la cabeza”, expresó Marila cuando fue interrumpida.

- “Pero ya no la quiero, acaso no me puedo arrepentir, acaso solo tengo que agachar la cabeza porque él es un rey”, dijo Karoly.

- “La niña que está abajo, tu hija, lleva el peso de una corona, y una muy pesada. Es imposible que te la lleves, si el rey no lo quiere, aunque vayas a cualquier ente, la princesa Kuzelny le pertenece a Susumira, a donde quiera que vayas, él tendrá todo el derecho de arrebatarla de tus brazos y traerla de vuelta. ¿De qué vas a acusar al rey Carpio?, no fue a buscar una amante clandestinamente, ni trajo una amante a su castillo humillando tu corona, el adulterio no es un cargo que le puedas hacer, ante cualquier tribunal él ejerció su derecho de dormir con su segunda esposa, la que tu misma pusiste en su cama años atrás, y sé muy bien que tus intenciones fueron nobles, jamás creí que fueras capaz de tragar tu orgullo por amor, lo siento, pero así son las cosas. Sé hermana que te duele…”, manifestó Marila.

- “No lo sabes, tu no has estado en los brazos de un hombre, entregado en cuerpo y alma, para luego tener que dejarlo estar con otra porque yo no puedes darle un heredero, volverlo a recibir después de ello, porque mi amor era más grande que todo eso; y para qué, se acostó con ella hace unas semanas, y no una, sino varias noches. Sé muy bien que es legal lo que hizo, era legal que yo me hubiese acostado con Myeong cuando se me convirtió en mi esposo, pero cuando ese esposo me tocaba con todo su derecho, yo sentía que estaba traicionando a Carpio y no pude hacerlo, no pude; quedé viuda sin nunca acostarme con mi primer esposo. Ya no había herederos que requerir, Carpio tiene dos hijos, dos príncipes para asegurar su corona y su legado; tú no sabes lo que es experimentar el tormento de pensar que con las mismas manos que el acariciaba mi cuerpo, con los mismos labios que me besaba, vaya con otra y le haga lo mismo que a mí. No me importaba con cuántas se hubiera acostado antes, porque ese era su pasado, su historia, yo no existía en su mundo entonces, pero este es mi presente, nuestro presente, y la incluyó a ella, por el mero placer o porque tal vez sienta algo por ella, ya no importa. Sé que no soy perfecta y que he cometido errores, podía soportar su enojo, su decepción, podía soportar hasta su indiferencia, pero no su engaño, yo le fui fiel desde que lo nuestro empezó hasta ahora, yo le fui fiel aún casada con otro, me casé confiada de único que realmente me prometió amarme solo a mí. Lo siento, sé que sabes lo que es te rompan el corazón, pero aún peor cuando te convertiste en su mujer y él se acuesta con otra”, manifestó Karoly con dolor y se sentó en su cama.

- “Te voy a confesar algo, que jamás hablé con nadie. No es un secreto que amé al príncipe Lurol con todo mi ser, desde pequeña siempre supe que era su prometida y en mi mundo él se convirtió en mi sol; mi corazón se rompió en pedazos, cuando después de su ultimo viaje de exploración, ese en que se fue con tu ahora esposo, regresó con otra mujer, luego renunció a su corona, se fue con ella y dejó todo atrás sin importar nada”, manifestó Marila con un suspiro.

- “Lo siento, abrí tu herida, sé que te quedaste amándolo y por eso nunca más quisiste comprometerte, aún tuviste buenos pretendiente, lo sé, a veces no se puede cambiar lo que siente el corazón”, dijo Karoly interrumpiéndola.

- “Los hombres de Fontana son extremadamente exigentes con el hecho de la doncellez, no quise nunca arriesgarme a que me señalaran o me repudiaran; yo hice el amor con el príncipe Lurol, yo le entregué todo Karoly, yo sé muy bien lo que es sentir la traición de la peor manera, él se fue con otra y me quedé sin amor, sin honor y sin futuro; yo fui una idiota que confió en la persona equivocada”, manifestó Marila, Karoly tomó las manos de su hermana.

- “Lo siento, no lo sabía”, dijo Karoly.

- “Dejé de amar a ese hombre hace muchos años, pero a nosotras las mujeres nos juzgan muy duro, aún en un reino como Susumira en que las mujeres tienen derecho a ser reinas por nacimiento. No te digo que no te importe la traición de Carpio, y no te digo que no te duela, sé muy bien que sientes que acabas de perder al amor de tu vida y sé muy bien lo que alma grita de dolor cuando eso sucede, lo que te digo es que ahora debes regir tu vida por el deber hasta que tu herida sane; y tu deber ahora es con tu hija. Si tú te vas con ella te juzgarán como traidora, y tu hija por muy princesa heredera que sea cargará con ese deshonor, podrían maltratarla y humillarla cuando el rey no esté presente, sé muy bien que es un gran padre, ¿o me equivoco?. Ella está muy pequeña no sabría cómo defenderse, es tu deber ahora enseñarle cómo hacerlo. Si te vas, y la princesa Kuzelny se convierte en la hija de una traidora, pondrá en graves problemas al rey Georgeus, para mantener el compromiso del príncipe Josag con tu pequeña, te aseguro que ese niño se convertirá en un gran hombre, incluso mejor que su padre, si se llegan a enamorar, tu hija tendrá un apoyo invaluable. Sé la mujer inteligente que siempre has sido, (llevándola al balcón) dale tiempo al tiempo, disfruta de tu pequeña, conviértela en toda una reina, aliviana su camino”, expresó Marila.

- “Es muy difícil para mí, compartir con la otra mujer”, dijo Karoly.

- “Pide tu residencia, según los estatutos, en el caso de una mujer heredera del trono, tiene derecho a una residencia exclusiva, estarían en el territorio del castillo, pero no dentro de él, eres inteligente hermana, él rey aceptará lo que le pidas, tenía los caminos custodiados, por la forma y por lo que sé ahora, creo que supone que intentarías huir, debe conocerte muy bien, piénsalo hermana, piensa muy bien en lo que vas hacer”, expresó Marila abrazándola.

Karoly ve desde el balcón a su hija jugando alegremente, las palabras de Marila parecen calar dentro de ella, era cierto todo lo que su hermana decía. No se imaginó estar en esa posición, ella que siempre creyó que podría con todo, no tenía más opción que meditar sus planes.

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