El niño la observó con una mezcla de incredulidad y decepción. Luego, con un gesto de angustia, se levantó del sillón y se alejó de ella.
—No, eso no puede ser verdad —murmuró, negando con la cabeza—. Tú nunca harías algo así, ¿cierto?
María se levantó y trató de acercarse a él, pero Zabdiel retrocedió, alejándose de su tacto.
—Hijo, por favor, escúchame —suplicó, con lágrimas en los ojos—. Sé que esto es difícil de entender, pero lo hice por ti, para darte una vida mejor.
Doña Clementina, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se acercó a Zabdiel y lo abrazó con cariño.
—Cariño, tu madre está siendo honesta contigo —dijo, con voz suave—. Ella lo hizo porque te ama más que a nada en el mundo y quería darte un futuro mejor.
Zabdiel miró a la anciana mujer con confusión y luego dirigió su atención a María.
—Pero, ¿cómo pudiste? —exclamó, con lágrimas en los ojos—. ¿Cómo pudiste vender tu cuerpo a esos hombres?
María se acercó a él y trató de abrazarlo, pero Zabdiel se apartó, rechazando su contacto.
—¡No me toques! —gritó, con una mezcla de ira y dolor—. ¿Cómo pudiste hacernos esto?
La joven madre se sentó en el sillón, sollozando amargamente. Sabía que este momento llegaría, pero nada la había preparado para la reacción de su hijo.
—Zabdiel, por favor, trata de entender —dijo, entre lágrimas—. Yo solo quería que tuvieras una vida mejor, que no tuvieras que pasar por las mismas penurias que yo.
El niño la miró con ojos acusadores.
—¿Y crees que esto es mejor? —espetó, con voz temblorosa—. ¿Crees que me hace feliz saber que mi madre se ha rebajado a vender su cuerpo?
María se encogió, sintiendo cómo su corazón se partía en mil pedazos.
—Hijo, yo... yo no sabía qué más hacer —murmuró, con desesperación—. Estábamos pasando por una situación tan difícil y yo solo quería...
Zabdiel la interrumpió, alzando la voz.
—¡No quiero escucharlo! —exclamó—. ¿Crees que eso justifica lo que has hecho? ¿Crees que puedes comprar mi amor con ese dinero?
Doña Clementina intervino, tratando de calmar la situación.
—Zabdiel, cariño, sé que esto es muy doloroso, pero debes entender que tu madre lo hizo por ti —dijo, con firmeza—. Ella está sufriendo mucho por esta decisión.
El niño miró a la anciana con una expresión de decepción.
—Y usted, ¿cómo pudo permitir que mi madre hiciera algo así? —reclamó, con amargura—. Todos me han fallado.
María se acercó a él, implorando su perdón.
—Zabdiel, por favor, perdóname —suplicó, entre sollozos—. Sé que no tengo excusa, pero te juro que nunca quise lastimarte. Yo solo quería que tuvieras una vida mejor.
Zabdiel la miró con dureza, alejándose aún más.
—Pues lo has logrado, ¿no? —espetó, con sarcasmo—. Ahora tenemos una vida llena de mentiras y vergüenza.
María se quedó sin palabras, incapaz de refutar las acusaciones de su hijo. Doña Clementina, con expresión compungida, se acercó a Zabdiel y lo abrazó con suavidad.
—Pequeño, sé que es difícil entender, pero tu madre solo quería lo mejor para ti —dijo, con voz cálida—. Ella se ha sacrificado mucho para darte un futuro mejor.
Zabdiel se mantuvo rígido en sus brazos, sin devolver el abrazo.
—Pues no quiero ese futuro si eso significa que mi madre tenga que venderse —respondió, con voz firme—. Prefiero vivir en la pobreza a tener que cargar con esta vergüenza.
María se acercó a él, implorando su comprensión.
—Hijo, por favor, tienes que entender que yo...
Pero Zabdiel la interrumpió, alzando una mano.
—No quiero escucharlo más —dijo, con voz temblorosa—. Desde ahora, no quiero saber nada de ese dinero ni de esos hombres. Prefiero que sigamos viviendo como antes.
María lo miró con angustia, sintiendo cómo su corazón se encogía.
—Pero, mi amor, ¿cómo vamos a vivir? —preguntó, con desesperación—. Tú sabes que ese dinero nos ha ayudado a mejorar un poco las cosas.
Zabdiel la miró con firmeza.
—No me importa, mami. Prefiero vivir con menos y mantener mi dignidad, a tener que vivir con la culpa de saber que fuiste vendida a esos hombres.
María se dejó caer de rodillas, abrazando a su hijo con fuerza.
—Zabdiel, por favor, tienes que entender que yo lo hice por ti —sollozó, sintiendo cómo las lágrimas le nublaban la vista—. Yo solo quería darte una vida mejor.
El niño permaneció inmóvil, sin corresponder al abrazo de su madre.
—Pues lo has arruinado todo —murmuró, con voz cargada de decepción.
Doña Clementina se acercó a ellos, posando una mano sobre el hombro de Zabdiel.
—Hijo, sé que esto es muy difícil, pero debes tratar de perdonar a tu madre —dijo, con suavidad—. Ella ha pasado por muchas penurias para poder sacarte adelante.
Zabdiel la miró con ojos llenos de lágrimas.
—¿Perdonarla? —exclamó, con frustración—. ¿Cómo puedo perdonar algo así? Ella se ha vendido a esos hombres, ¡los ha engañado!
María sollozaba desconsoladamente, sintiendo cómo su mundo se derrumbaba a su alrededor.
—Zabdiel, por favor, perdóname —imploró, entre lágrimas—. Yo te amo más que a nada en este mundo. Haría cualquier cosa por ti.
El niño la miró con una mezcla de dolor y decepción.
—Pues no me gusta lo que has hecho —dijo, alejándose de ella—. Ya no sé si puedo confiar en ti.
Doña Clementina abrazó a Zabdiel, tratando de calmarlo.
—Pequeño, sé que esto es muy difícil, pero debes entender que tu madre solo quería darte una vida mejor —insistió, con suavidad—. Ella ha sufrido mucho con esta decisión.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 34 Episodes
Comments
Melina Acosta
que edad tiene el niño? porque por como habla parece adulto
2024-07-14
3