Capítulo 11

Un año después del trágico accidente, la vida de Ashley se había transformado drásticamente. Caminaba por las calles de Atenas, su figura marcada por la decadencia de las recientes adversidades. Con cada paso, la prótesis en lugar de su pierna perdida era un recordatorio constante de la secuencia de eventos que habían desmoronado su mundo: la pérdida de su embarazo, el abandono de Andreas, y su lucha por sobrevivir en una realidad que apenas reconocía como propia.

Mientras navegaba por las calles adoquinadas, su mirada reflejaba la dureza de las experiencias vividas. La elegancia y la gracia que una vez la caracterizaron habían dado paso a una resiliencia curtida por el dolor y la necesidad.

Fue en una esquina sombría de una calle menos transitada donde un hombre se le acercó. Era mayor, con cabello canoso peinado hacia atrás y una elegancia que desmentía su presencia en aquel lugar. Sus ojos, aunque amables, escondían años de experiencias no dichas.

—¿Cuánto cobras? —preguntó con una voz suave que contrastaba con la crudeza de sus palabras.

Ashley, endurecida por los meses de supervivencia en las calles, respondió sin vacilar.

—Doscientos euros —dijo, su voz baja pero firme, el producto de una realidad que nunca habría imaginado enfrentar.

El hombre sonrió, un gesto que no alcanzó a tocar la tristeza de sus ojos, y se sentó a su lado en el banco deteriorado.

—Me llamo Nikos Georgiou —se presentó, extendiendo una mano que Ashley miró pero no tomó.

Nikos, sin inmutarse por el rechazo tácito, continuó la conversación.

—No es común encontrar a alguien como tú aquí, alguien que claramente ha conocido días mejores. ¿Qué te trajo a esto, si puedo preguntar?

Ashley lo miró, evaluando si debía confiar en él con partes de su historia. Al final, la soledad y el deseo de compartir su carga la impulsaron a hablar.

—La vida da giros inesperados, Nikos —comenzó, su mirada desviándose hacia el bullicio de la ciudad—. Perdí mucho en muy poco tiempo… más de lo que la mayoría puede imaginar.

Nikos asintió, su expresión ahora sombría, como si comprendiera más de lo que sus palabras sugerían.

—La vida puede ser cruel, pero también ofrece caminos para redimirnos, incluso en los momentos más oscuros —dijo, su tono sugerente, insinuando una profundidad de entendimiento forjado por experiencias personales similares.

En ese intercambio en una calle tranquila de Atenas, Ashley encontró un eco inesperado de su dolor en los ojos de Nikos, un hombre que parecía tener sus propias historias de pérdida y redención ocultas bajo la superficie.

Nikos, con un gesto de fatiga, se sentó en el suelo junto a Ashley, mirándola con una familiaridad inesperada.

—Te conozco, Ashley —dijo, su voz llevando un peso de reconocimiento.

Ella lo miró con sorpresa, frunciendo el ceño ligeramente.

—¿De dónde? No recuerdo haberte visto antes, pero tus ojos… me resultan conocidos —respondió, su curiosidad picada por la conexión que no podía ubicar.

Nikos sonrió, un destello de complicidad en su mirada.

—¿Quieres ir a comer? Podemos hablar más cómodamente —propuso, levantándose y extendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.

Ella aceptó, y juntos caminaron hacia un restaurante modesto llamado “Taverna Kostas”. El lugar era acogedor, con un ambiente cálido y mesas de madera distribuidas bajo una enredadera que cubría el techo, creando un ambiente rústico y relajado. Se sentaron en una esquina discreta, y pronto un camarero se acercó para tomar su pedido. Ordenaron moussaka, una especialidad de la casa, acompañada de pan fresco y una ensalada griega.

Mientras esperaban la comida, Nikos retomó la conversación.

—Es obvio que no nos conocimos en persona en tu antigua vida. Soy el tío de Andreas Papadopoulos, tu exesposo —reveló, observando su reacción.

Al escuchar el nombre de Andreas, Ashley se tensó, un velo de dolor y traición cruzando su rostro. Sin embargo, Nikos rió, una sonrisa amarga adornando sus labios.

—Sé que Andreas es un hijo de puta —dijo con una franqueza sorprendente—. Me robó, a mí también. Me robó millones, aunque claro, eso no puede compararse con lo que te robó a ti.

Ashley, sorprendida por la admisión y la aparente empatía de Nikos, lo miró con una mezcla de confusión y un incipiente sentimiento de camaradería. El hombre ante ella, un familiar de Andreas, compartía su desdén por el hombre que había arruinado sus vidas.

—No puedo creer que esté sentada aquí con el tío de Andreas, y que ambos compartamos el mismo sentimiento hacia él —dijo Ashley, una sonrisa irónica jugando en sus labios.

Nikos asintió, su mirada reflejando una historia de dolor y pérdida.

Ashley, con la curiosidad marcada en su rostro, le preguntó a Nikos sobre sus intenciones hacia Andreas.

—¿Qué quieres hacerle a Andreas? —inquirió, buscando entender la profundidad de los sentimientos de Nikos.

Nikos negó con la cabeza lentamente, una decisión clara en sus ojos.

—No, Ashley, no busco venganza contra él —respondió, su tono sereno y firme—. Eso solo perpetúa el ciclo de odio y dolor.

La conversación tomó un giro inesperado cuando Nikos, mirando a Ashley con una mezcla de soledad y necesidad, le propuso matrimonio.

—¿Por qué no te casas conmigo? —sugirió, su propuesta colgando en el aire entre ellos como una posibilidad imprevista.

Ashley retrocedió, sorprendida por la súbita proposición.

—No puedo hacer eso, Nikos. Apenas te conozco —replicó, su tono marcado por la incredulidad y la cautela.

Nikos sonrió, un gesto que parecía reconocer la absurdez de su propia sugerencia.

—No importa si no nos conocemos bien. Lo que necesito es compañía, alguien que pueda compartir mi hogar y dejar atrás una vida de dificultades —explicó, su voz suave pero cargada de una soledad palpable.

Prosiguió, desplegando su oferta con una franqueza descarnada.

—Te ofrezco un hogar y una vida lejos de esta existencia que has sido forzada a llevar. Ven conmigo a mi mansión en Polonia, cerca de la pintoresca zona de Zakopane, en las montañas Tatra. No es solo por la compañía, sino también para que, cuando yo muera, heredes lo que me queda.

Ashley, impactada por la propuesta, se quedó mirando a Nikos, tratando de descifrar si sus intenciones eran genuinas o si se trataba de otra forma de manipulación. El ofrecimiento de una salida a su vida actual era tentador, pero también despertaba en ella un temor a nuevos engaños y traiciones.

—Nikos, eso es… es mucho para procesar —dijo finalmente, su voz temblorosa por la amalgama de emociones que la propuesta había despertado.

Nikos asintió, comprensivo, su expresión suavizándose.

—Lo sé, Ashley. No tienes que decidir ahora. Solo piénsalo. Puedo ofrecerte seguridad y un futuro, algo que quizás sientas que has perdido.

En ese momento, en un modesto restaurante de Atenas, Ashley se encontraba ante una encrucijada que podría alterar el curso de su vida, una oferta de salvación envuelta en las complejidades de las intenciones y los pasados ocultos.

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Comments

Mabel Quintana

Mabel Quintana

BUENO ASHLEY ASEPTA Y ASI LE PODES PEGAR UNA BUENA PATADA EN LOS TESTICULOS A ANDREA VAS ARREGLAR TODOS TUS PROBLEMAS DALE HACELO NO TENES NADA QUE PERDER MAS DE LO QUE YA AS PERDIDO

2024-06-08

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