Capítulo 4 ¿Que pasó anoche?

7:40 AM

—Qué dolor de cabeza. No vuelvo a beber más. Dios, debí hacerle caso a mi mamá de que sea algo tranquilo, pero ya no hay tiempo de arrepentimientos, lo hecho, hecho está. Lo que me queda es pararme de aquí y irme a trabajar. Lo que tengo es una maldita resaca. No vuelvo a beber un domingo para ir a trabajar un lunes, y lo peor de todo, no sé cómo llegué hasta mi cama. Y para rematar todo, no me acuerdo casi nada de lo que pasó anoche, mejor dicho, de la mitad de la noche. Sé que me quedé con mis amigos de la secundaria, pero no me acuerdo qué hice después. Solo espero no haber hecho nada de lo que me pueda arrepentir. Ya suficiente tengo con esta resaca.

Ya me estaba terminando de arreglar para irme al hospital cuando me fijo que hay una pastilla para la resaca en mi buró. Y mi sorpresa siguió cuando salgo a la sala y encuentro todo como si nunca hubiera dado una fiesta. Esto es demasiado extraño. No seguí preguntándome por qué. Esto son preguntas que no tienen respuestas, y tengo que llegar al hospital. Me bebo mi pastilla y salgo. No tengo ni deseo de desayunar. Estaba saliendo del edificio cuando me doy cuenta de que aún sigo con la misma ropa de ayer. En serio, estoy loca.

Ya en verdad lista, ya estaba en el hospital. No vuelvo a beber jamás en la vida, la mentira más dicha por los borrachos. Estaba saliendo de mi consultorio cuando se me acerca don hielo. Seguiré borracha, pero él está sonriendo.

—¿Qué pasó, doctor? ¿No desayunó pimientos hoy? ¿Por qué tan sonriente?

—Nada, no puedo sonreír. Y para su información, chiquilla, no desayuno limones, ni mucho menos pimientos. Y a ti, ¿qué te pasa? ¿Por qué no estás chocando con nadie hoy?

—Sí, como digas. Y para tu información, el que vive chocando eres tú. Que eres tan arrogante que nunca te fijas por dónde vas. Y con permiso, no quiero seguir arruinando mi día con tu presencia.

—Estuvo buena la fiesta, chiquilla inmadura. Sabiendo que tienes trabajo, te pones a beber. Además de chiquilla irritante, también eres ruidosa.

—Y tú, ¿quién te crees para hablarme así? A ti, ¿qué te importa lo que haga fuera de mi horario de trabajo? Yo puedo hacer lo que se me dé la gana, si no interfiere con mi trabajo.

—Pero, y a esta chiquilla, ¿qué le pasa? Al parecer, no se acuerda de nada de lo que pasó, ya que no me reclamó nada. Pero fue mejor que no me reclame, para ser yo quien la deje con la palabra en la boca cuando le diga que ella me besó. Pero creo que será mejor que no se acuerde de nada, ya que estaría insoportable. Bueno, más ademas tendría que explicarle algunas cosas de por qué lo permití. No puedo permitir que nadie conozca esa versión mía. Prefiero ser el amargado come limones, como ella me dice, a que me vean frágil. No otra vez. Hubiera preferido que siguiera la fiesta, así no la hubiera besado y ese beso no me estaría atormentando. No he podido sacármela de la cabeza. Necesito sacar toda esta tensión, y qué mejor con sexo. Me urge follar, y qué mejor con Candy, la jefa de enfermeras. No somos nada más que sexo, y ella lo sabe. Ya no me insiste con formalizar nuestra relación. Para mí, es solo buen sexo, y espero que ella piense lo mismo. No me interesa tener una relación con ella, y con nadie, y mucho menos enamorarme. El amor no está en mis planes. Mi hermano y yo somos tan parecidos, pero tan diferentes. Mi hermano es un romántico cursi, y yo soy todo lo contrario. Me enamoré una vez, y fue lo peor que me pudo pasar. Esa mujer cambió todo mi mundo, y no solo el mío, también el de mi hermano. Sin darnos cuenta, nos enamoramos de la misma mujer, mujer que desapareció sin dejar rastro hace 3 años. Ella era el amor de mi vida. Ella jugó con mis sentimientos, al igual que con los de mi hermano. Nos enamoró a los dos sin piedad alguna. Esteve y yo éramos inseparables. Después de lo sucedido, pasó mucho tiempo para volvernos a hablar, porque para él, fui yo quien le quitó al amor de su vida. Nunca he podido contarle mi versión de la historia, y ya no tiene caso contarle. Total, ante toda la familia, quedé como el malo. Nadie me creyó que me enamoré, y me pidieron que me alejara. Después de eso, me alejé de mi familia, compré mi departamento, y solo comparto con ellos lo del trabajo. Ellos han tratado de acercarse a mí, pero los alejo. Ya es muy tarde para eso.

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