Capítulo 13

—Eh… Sí, ¿Acaso tengo cara alargada?— sonríe ocultando sus pequeñas ganas de contarle. Ya ha aprendido hace mucho que no puede contarle sus problemas a las personas ni mostrarse débil. En su infancia tuvo ataques de pánico por la gente y su madre lo golpeó y le gritó que era un idiota que sólo fingía para tener atención.

Una noche que discutió con sus padres y lo dejaron encerrado en su cuarto, se ocultó en su armario y lloró oculto entre las prendas de ropa que cubrían su rostro, escuchaba por las paredes delgadas la conversación de sus padres que le dejaban en claro que les importaba un carajo que llorara.

—Es que te noto triste.— opina haciendo una expresión de tristeza y pena por el chico.

Richard la observa atónito. ¿Su rostro natural se veía triste? Vaya, ya sabía que sus ojeras lo hacían verse como alguien que duerme dos horas por noche, sabe que sus facciones faciales nunca fueron las más lindas, su expresión cansada nunca fue del todo agradable para los demás, a veces sus actitudes eran extrañas, sus miradas eran raras, sus ojos marrones oscuros no eran llamativos… Podría seguir y seguir, describiendo que era una rareza y un asco, pero le da pereza explicar cada punto.

Fuerza una sonrisa en su rostro, se nota al inicio que le costó hacerla, le costaba sonreír y sentía que se veía raro. Los músculos que debían estirarse para formar esa sonrisa le pesaban, dándole a entender que quizás sí era un amargado de la vida que ni sabía cómo sonreír.

—Es que no he dormido bien, el trabajo es cansado aveces, ¿Sabes?

—Oh, está bien, si deseas dormir puedes venir a mi casa y acostarte en la cama de Bartek, él está de vacaciones en California.

Sonríe y muestra por un instante sus dientes altos rechinando contra los de abajo, su mandíbula está muy apretada, la mayoría de los Kowalski tenían dinero a montones, y la minoría era su madre. ¿Cuánto le costaba ser hijo de su tía? Esa mujer tenía mucha más fortuna de herencia y era menor insoportable. Era tan fácil de manipular que llegaba a ser estúpida, hasta los idiotas de sus primos le sacaban dinero con mucha facilidad. Su ignorancia era tanta que ni estaba enterada de que sus hijos utilizaban el dinero para drogarse, y sólo iban de lugar a lugar para comprar más cocaína y yerba. No está suponiendo nada ni haciendo teorías locas por la envidia o algo por el estilo, ya había visto a sus primos fumar y aspirar por las fosas nasales todo tipo de droga. Tenía unos nueve años cuando vió a Bartek fumar un porro en su habitación, había ido a preguntar si podía bajar el volumen de la música, usualmente escuchaba a un volumen muy alto la música que pasaban por la radio y no bajaba hasta que le pedían que lo hiciera. Su primo, que en ese momento tenía trece, estaba ya casi por terminar su porro, entonces, otro chico que estaba a su lado, le quitó el porro de su mano y siguió fumando él, Bartek se quejó y lo miró con sus ojos rojos hinchados, su supuesto amigo aspiró tanto por su boca que al abrirla se tiró sobre la cama y con la boca arriba llenó la habitación con el humo. Bartek se acercó a la ventana y la abrió, agarró unas revistas y comenzó a llevar el humo hacia afuera. Minutos después, ya había aplicado tres tipos de perfumes fuertes de diferentes marcas por todo su cuarto para quitar el olor a porro.

Richard se alejó del agujero de la puerta y fue al cuarto que compartía con su otro primo, Bogusław, quién tenía su misma edad en ese entonces. Le preguntó que había sido aquello que fumó su hermano, describió lo que vio y su primo menor se rió a carcajadas. No sabe con exactitud qué pasó después, bueno, más bien no se acuerda, pero a los pocos días siguientes su primo menor le había regalado una caja de cigarrillos de marca barata y le enseñó a fumar, aprendió muy rápido, pero el sabor seco y humeante del cigarrillo no le atrajo. Se quedó con la caja, de vez en cuando volvía a la casa de su tía y compartía un cigarrillo con Bogusław, quién aceptaba gustoso y fumaba más de la mitad del cigarrillo, aunque eso no importaba, a él le daba igual fumar.

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