La Escolta

(Wladimir) Mi reina, el Rey Citrino despidió a su gente, más dice que se va a quedar con nosotros un tiempo junto a su escolta personal.

- Bien, prepara una habitación para cada uno y...

- Me pidió una habitación para los dos.

- Bueno, yá que se siente mejor acompañado, haz como él te pidió... Ah y necesito que prepares una habitación extra.

- Como usted diga mi reina.

Wladimir se marchó a cumplir la orden. Antonio abrazó por la cintura a su mujer y le preguntó mientras rozaba su nariz en la suya.

- ¿Para quién es la otra habitación?

Ella le rodeó el cuello con sus manos besándolo antes de responder.

- Traeré a cómo de lugar al líder de los hechiceros, ya que no me permite ir.

Antonio se mordió el labio y la cargó, ella lo rodeó con las piernas, así que fueron a su habitación entre besos. Al cerrar la puerta Antonio la bajó detallando como se veía en el vestido, la hizo dar una vuelta. Cuando ella quedó de espaldas él rompió su vestido, luego le habló al oído mientras la volvía a abrazar por detrás.

- Deseaba hacer ésto desde que te vi cuando bajabas las escaleras... (Le mordió el lóbulo a la oreja) Te amo y te deseo mi vida hermosa.

Ella giró sonriendo y mordiéndose el labio a la vez, lo besó y también comenzó a rasgar su traje. Las uñas afiladas le ayudaban mucho. Sin despegar sus besos llegaron a la cama, ella se sentó en el borde para terminarlo de desvestir, al ver que el miembro de su esposo lo quiso probar, las otras veces no lo había tenido tan cerca de sus ojos.

Antes de que su esposo la detuviera ella ya lo tenía en la boca, lo empezó a succionar y acariciar, cuando vió hacía arriba notó que su esposo lo disfrutaba llevando la cabeza atrás, así que fué acelerado el movimiento, eso hizo que Antonio enredara los dedos en el cabello de ella y arremetiera con más fuerzas, provocándole arcadas que lejos de incomodarla lo disfrutaba.

Por primera vez Antonio se descargó en la boca de su mujer y ella se lo tragó excitándolo más. Él la acostó en la cama para quitarle las bragas, única prenda que le quedaba, le abrió las piernas y le practicó el oral que a ella tanto le gustaba, su boca succionaba su clítoris, mientras sus manos recorrían ese seductor cuerpo. Cuando ella llegó a su clímax él metió sus dedos para que consiguiera el orgasmo.

Ese es el inicio de horas de deliciosa faena dónde se devoraban con pasión y complacían a voluntad todas sus fantasías.

Al día siguiente Antonio y Alejandra recorrían la ciudad junto con Citrino y sus escoltas. El rey Elfo y su escolta debieron recoger sus largas cabelleras, cambiar sus vestidos por trajes a medida, al igual que esconder sus puntiagudas orejas. El escolta se sentía demasiado tímido después de cambiar de atuendo, eso le preocupaba a los reyes vampiros, aunque le entendían, sabiendo que nunca habían usado ropa tan ajustada.

Al regresar, el escolta salió corriendo a la habitación para colocarse su atuendo habitual. Citrino continuó como si no le importara, razón suficiente para que Antonio y Alejandra le imitaran.

- Su Reino es muy distinto y más divertido que el mío.

- (Antonio) Si, es muy distinto... Pero, "¿Divertido?"

- Sí... ¿Cómo explico?... Ah, bueno, hoy miré a un hombre llorando porque se quedó sin papel para cambiarlo por comida... Entonces, una mujer le quería regalar unos y éste se negó... Sí lo necesitaba... ¿Por qué no tomarlo y agradecer?

- Ah eso, es porque acá tenemos la costumbre y cultura de que los hombres son los que deben obtener esos "papeles", (haciendo señas con las manos) llamados: Dinero, para sustentar a las mujeres... Cuando ese rol se intercambia, es un insulto al hombre verse vulnerable.

El rey Citrino miró al cielo tratando de encajar las piezas y al entender sonrió, asintió y volvió a mirar a los reyes.

- Entiendo, es como si yo estuviera en una necesidad y tuviera que depender de un subordinado.

- (Alejandra) Exacto.

- Me agrada... ¿Podría visitarlos a menudo?

- Cuando guste, las puertas de mi reino estarán siempre abiertas para usted y su pueblo.

- Gracias, muchas gracias... Ahora, sí me disculpan, me retiro a mi habitación... Quisiera descansar un poco de la jornada del día de hoy.

Los reyes asintieron y éste se marchó, en su habitación "el escolta" salía del baño envuelta en una toalla, Citrino la abrazo de espaldas haciendo que se sobresaltara.

- Tranquila soy yo... Princesa, te amo...

- Me sentí incómoda en ese traje, presentía que en cualquier momento me iban a descubrir...

- Considero que si los reyes se llegan a enterar, guardarán el secreto, cuando les explique el motivo.

Ella se soltó para sentarse en la cama, se suponía que ella se había preparado toda su vida para ser la escolta personal del nuevo sucesor; le ocultó a todo el reino que era mujer, hasta que se enamoró de Citrino, antes de recibir la marca.

Ella le explicó lo que hacía y por qué, entonces él le entendió, se hicieron novios a escondidas hasta que él recibió la marca, ahí tuvieron que separarse hasta su coronación, razón por la que están más unidos. A pesar de eso, ella teme que los ancianos la condenen a las mazmorras o la ejecución.

- ¿No confías en mí?

- Amor, siempre he confiado en ti...

- Entonces, ¿Por qué no sonríes?

- Tengo miedo.

Citrino se sentó a su lado para abrazarla, besarla suave, seguidamente ir aumentando su deseo hasta que les fue imposible parar.

Para el resto son: Rey y escolta, más ellos saben que son pareja desde hace más de dos siglos.

En la cena Citrino le pidió a los reyes hablar en privado con ellos, por lo que se encerraron en el despacho junto con la escolta.

- (Antonio) ¿No confía en nosotros, como para reunirnos en presencia de su escolta?

- (Citrino) Al contrario, como confío en ustedes, es que me atrevo a reunirme... En cuanto a lo otro, el motivo de ésta reunión es acerca de nosotros...

- "¿Nosotros?"

Alejandra levantó la mano haciendo que su esposo hiciera silencio.

- Sí, Rey Antonio, no es él... Es ella, se llama Rubí... Es mi pareja.

- (Alejandra) No entiendo, que tenemos que ver en esa confesión.

Citrino le explicó la situación, mientras Rubí clavo la mirada en el suelo esperando el desprecio de los reyes, algo que nunca llegó.

- (Alejandra) Entiendo su situación Rey, más no entiendo cómo a éstas alturas usted no la ha protegido.

- En mi Reino están prohibidas las mujeres soldadas... Solo es obligatorio para los hombres.

- (Antonio) Con todo respeto, pero eso es una regla estúpida... Ésta chica ha demostrado ser mejor que muchos hombres, de lo contrario no hubiera logrado ser su escolta principal.

- La cuestión en sí, es que ella le mintió al reino para postularse, además, si se convierte en mi esposa no podrá ser mi escolta.

Alejandra se levantó del asiento principal, rodeó despacio el escritorio, más cuando levantó la mano para abofetearlo, Rubí la detuvo a pocos centímetros de la cara de él. Ella no iguala la fuerza de Alejandra; sin embargo, logró detener el impacto.

- (Alejandra) ¿Qué es más importante para ti?, ¿Qué sea tu esposa y poder exponerla dónde quieras o que sea tu escolta y te esté cuidando la vida?

Rubí entendió la reacción de la reina y le soltó la mano, volviendo así a su lugar. Citrino al notar la actitud de su amada, supo que la lastimaba más manteniéndola en las sombras.

- Es más importante casarme con ella.

- Sabia decisión... Si gustas, podemos trazar un plan para obligar a tus ancianos a entender ésta situación.

- Quiero llegar allá casado.

- ¿Qué insinúas?

- Tu ceremonia matrimonial es más rápida y práctica.

- (Antonio) ¿No crees que eso sería un insulto a tus tradiciones?

- (Alejandra) Opino lo mismo, la ceremonia del rey Jefferson fue por falta del difunto líder de los ancianos... No porque nos dio la gana.

- Ellos la degollarán antes de que llegue el día de la ceremonia, así hayan aceptado en la reunión... En cambio, si ya es mi esposa, la van a respetar.

- (Antonio) Disculpa que me meta en tu privacidad, pero... ¿Hace cuánto son pareja?, es decir, ¿Desde cuándo intimidan?

- Hace 2 siglos...

- (Alejandra) Quiere decir que fue antes de que te dieran la marca.

- Exacto...

- ¿Tienen hijos?

- No...

- (Rubí) Sí... Tres hijos varones...

La cara de asombro de Citrino descolocó a los reyes.

- Los oculté de ti mismo por miedo a que por querer pasar tiempo con ellos nos descubrieran y no tener una respuesta lógica para dar.

- (Antonio) Jajajaja ella es una caja de sorpresa... Guarda más secretos que una caja de Pandora.

- (Alejandra) Considero que esa es la mejor opción para respetarla...

- (Rubí) Al contrario, ellos y yo estaríamos condenados a morir, por ser hijos bastardos.

- (Antonio) ¿Qué les pasa?... Pareciera que los ancianos mandan sobre el Rey.

- (Alejandra) Está bien, los voy a casar... Tienes que prometer que si hay problemas, me llamas.

Citrino asintió sacándole una sonrisa a Rubí, al fin iban a poder estar juntos sin tener que ocultarse.

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