TRAIDORA SIN AUTORIDAD

Iba a ir hasta donde los demás, pero mejor aprovechó que nadie sabía que ella estaba allí e ideó una estrategia. Cruzó el río con cuidado, cuando llegó a la orilla, subió por el monte, ahora estaba en el imperio de Plata, siguió rápidamente su camino y encontró a unos hombres que tiraban con unas catapultas: troncos encendidos, ella se posicionó a unos metros, en un árbol, y empezó a disparar sus flechas, en verdad tiene muy buena puntería, mientras veía como caían muertos los enemigos, rezaba por que sobrevivieran los del otro lado del río.

Los enemigos murieron rápidamente, pues no lograron encontrar a Mía en la oscuridad de la noche, ella verificó todos los cadáveres, eran seguidores pobres de Florián.

Mía: Seguramente les aseguraron un pago para que hicieran esto, que triste... Bueno, estas catapultas nos van a servir.

La chica miró al frente y ya no había fuego, recogió sus flechas, aunque habían demasiadas que no le pertenecen, cruzó velozmente, si se quedaba allí, podrían confundirla y atacarla. Al cruzar el río, monto al caballo y en segundos llegó a donde estaban las tropas.

Leo: Han detenido sus ataques, así que debemos aprovechar y atacar, ¡ Atraviesen el río !

Los caballeros con espadas empezaron a caminar, mientras los arqueros, solo ayudaban a los pocos heridos, pues ya habían disparado todas sus flechas.

Mía: No es necesario atacar, ya no queda ninguno vivo.

Leo: ¿ Alteza, Mía ? ¿ Qué haces aquí ?

Mía: Lo mismo que tú.

Leo: Alteza, pero... - Es interrumpido.

Mía: ¿ Desafías mi autoridad ? - Se cruza de brazos.

Leo: Una traidora no tiene autoridad. - Imita su acción.

Mía: La tengo sobre otro traidor.

Leo: No lo soy, porque yo le soy leal a la legítima heredera al trono.

Mía: Yo tampoco, porque por coincidencia, soy la legítima heredera al trono. - Sonríe victoriosa.

Ambos se abrazan, mientras ríen, por otro lado, los caballeros que presenciaron la conversación, dejaron la palidez que les había consumido los rostros, al escuchar como le había contestado Sir Leo a la princesa Mía.

No hubo muertos, pues sólo fueron heridas leves, mientras descansaban, Mía estaba vigilando, junto con Sir Leo, ellos tomaron el turno de la vigilancia, aunque ya les quedaba poco tiempo para descansar.

Leo: En serio, ¿ por qué viniste ?

Mía: Tuve un sueño raro.

Leo: ¿ Sobre la guerra ?

Mía: No lo sé, no recuerdo nada, pero me invadió la impulsividad, no podía sentarme a esperar que ustedes hicieran todo y yo solo estirar los brazos a que me dieran todo fácil, eso sería una victoria vacía para mi. Si es necesario ensuciar mis manos con sangre, lo haré.

Leo: Esa es la Mía que conozco, una chica fría y sin corazón, últimamente estabas actuando raro, obediente y frágil, me dabas miedo.

Mía: Jajaja, creo que debería ser al revés, eres muy extraño.

Leo: Exótico. - Le guiña un ojo.

Mía siempre ha actuado bajo su propio criterio, lo que le ha funcionado bien, sabe cuando ser dócil o cuando luchar por lo que quiere, sabe cómo actuar o que decir dependiendo de la situación, pero por los recientes acontecimientos, se sintió pérdida y sin rumbo, por suerte, salió de su trance, no está segura de que fue lo que la saco de allí exactamente, pero lo agradece, pues volvió en si.

Continuaron riendo, hasta el amanecer, en donde la mitad recogieron sus cosas y cruzaron el río para seguir avanzando, la otra mitad se quedó, pues debían proteger el imperio de algún ataque por rencor.

Se dieron cuenta de que las catapultas tenían ruedas, así que juntaron todo lo que se podría encender y lo llevaron consigo. No pasó mucho tiempo, cuando los empezaron a atacar, obviamente ellos también atacaron, dando inicio a la primera batalla oficial.

Mía se sube a por árboles para disparar, pues así les resulta difícil encontrarla y herirla.

Los días avanzan y la lucha continua, impusieron la tregua nocturna, aunque de igual se les dificultaba un poco dormir, por temor a un ataque traicionero; Pero saben resistir, incluso han sido pocas sus bajas, el enemigo no puede decir lo mismo, pues ninguno ha sobrevivido para mentir.

Ya casi al anochecer, estaban instalando el campamento, recién habían ganado una batalla, así que estaban agotados; Pero cuando escucharon galopes, instantáneamente se pusieron alertas y en posición de ataque.

Algunas flechas empezaron a volar, Mila subió al árbol que más grande le pareció, intenta detectar el punto exacto del enemigo, ya que no están dando la cara. Pero al hacer un mal movimiento, cayó del gran árbol, cerró fuerte sus ojos para recibir un golpe que jamás llegó, pues cayó sentada en un caballo, el cual no pertenece a su tropa, así que lentamente giro su cabeza, aunque no estaba preparada para encontrarse con una sorpresa tan impactante.

Mía: U-ustedes.... - Traga saliva.

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