MUCHAS GRACIAS

TRES DÍAS DESPUÉS

Luego de que entrarán los guardias del templo: Azafrán y Teo fueron enviados de regreso al imperio de Zafiro, se negaron rotundamente al principio, pero serían condenados a muerte, así que accedieron a irse, mientras planeaban como rescatar a Mia, pues ella fue condenada a muerte.

La mayoría de los habitantes del imperio se opusieron al mandato de Florián, pero el tenía al templo de aliado, el cuál es muy poderoso, ya que la mayoría son muy religiosos, así que temían a la ira de Dios, además, también tenía el testamento del emperador, que decia que él sería su sucesor. Así que no pudieron hacer mucho.

En el calabozo, tres personas estaban encerradas en una misma celda. Eran la mayor amenaza hacia Florián.

Rean: Prometo que saldremos de aquí, por favor, no llores.

Mia: Te he fallado, no puedo protegerte, lo siento tanto, les he fallado a todos. - Dice llorando desconsolada.

Rean: No es asi.

El niño estaba muy asustado, era la primera vez en toda su vida que veía llorar a su hermana mayor, pero sabia que debía darle ánimos, de algún modo saldrían de allí.

Rean: Hermana, mirame - Toma el rostro de su hermana con sus pequeñas manitos - Somos fuertes y saldremos de aquí, todo estará bien.

Mia sintió como se estrujo su corazón, su hermanito de siete estaba siendo más fuerte que ella, que se encontraba derrumbada, se sintió avergonzada de ser la mayor, ella deberia ser quien lo consolará.

Mía: ~ Soy realmente patética, no puedo creer que esté actuando así ~ Tienes razón, perdóname, pequeño. ~ Pero, aun así, no puedo hacer nada, ya sé como terminaremos. No me gusta darle falsas ilusiones, pero esta será la última vez que lo haga. ~ Saldremos de aquí y te llevaré a comer unos ricos pasteles.

Un guardia llego con tres trozos de pan y una jarra con agua, los dejó en el suelo y se fue.

Mia sonrió y agradeció, era una buena acción de su parte, pues Florián había prohibido que se les diera de comer.

Ella le dio su pan a Rean y solo tomó agua, el otro pedazo, muy a su pesar, lo guardo para cuando despertara la madre de Rean, pues si no lo hacía, se pondría como loca y los atacaría.

Cayó la noche y ya el guardia se había llevado la jarra, en su lugar, había dejado dos cobijas, una la tomó la concubina y Mia le dio la otra a Rean, no quería que se enfermara.

Cuando llegó la mañana, los guardias se llevaron rápidamente las cobijas. Al rato se escucharon unos pasos, eran dos guardias.

Guardia: Princesa - Su voz se quiebra - Hoy es el dia... Serán ejecutados.

Mia asintió, su momento había llegado.

Un tercer guardia apareció.

Sonnaught: Ustedes dos lleven a la concubina, yo me encargaré de los príncipes.

Los guardias obedecieron, pues la concubina era agresiva y solo uno no podría llevarla a la horca.

Sonnaught: Rápido, princesa, vengan por aquí.

Un poco confundida Mia lo siguió junto con Rean.

Sonnaught: Tiene que seguir por ese camino, un poco más adelante se encontrará con mi hijo, él los ayudará a escapar, cuídense mucho. Su nación la esperará hasta cuando este lista, emperatriz.

Mia: Muchas gracias, estaré agradecida de por vida con usted.

Ella y el niño corrieron por donde se les indicó, ya sus pies les dolían, pero no pararon, hasta que se encontraron a quien los ayudaría.

Leo: Princesa - La abraza fuerte - Vamos tenemos que irnos.

Mia: Sir Leo, gracias, gracias, de verdad.

Leo: Nunca te abandonaría.

Leo ayudó a la princesa a montar en un caballo y él llevo a Rean en otro, iban lo más rápido posible. Cuando llegó la noche, pararon en un pueblo, allí les dieron posada, sabiendo que eran fugitivos, no permitirían que la princesa fuera asesinada.

Los dos días siguientes fueron iguales, hasta que llegaron a la frontera.

Mia: Un momento, ¿ por qué está casi vacía ? Ya deberían estar buscandonos.

Leo: Y lo están haciendo, pero en la frontera con el imperio Zafiro, esta es la frontera al imperio de Jade.

Mia tenía preguntas, pero decidió no hacerlas, solo veía como muchos le sonreían y la ayudaban a escapar.

Apenas cruzó la frontera, un carruaje los esperaba, se subieron en él y emprendió camino.

Mia: ¿ A dónde iremos ?

Leo: Al palacio.

Mia: ¿ Los emperadores nos ayudarán ?

Leo: Así es.

Mia: ¿ Cómo es posible ?

Leo: Honestamente, solo sé que tu tio tiene algo que ver. Yo solo soy el encargado de cuidarte.

Rean: ¿ Ves, hermana ? Te dije que todo estaría bien.

Mia: ¿ Tú sabias sobre esto ?

Rean: Nop, pero tenía mucha fé. - Sonrie.

Mia esbozó una sonrisa, sentía que podía respirar de nuevo, acaricio la cabeza del pequeño.

Mia: Buen niño.

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