Misterios

Nazaré es muy curioso, hubo momentos en que su familia atravesaba problemas económicos, una crisis financiera, que ya no les daba el mismo nivel económico que antes.

- ¡Nazaret! ¡Calma! Tenga calma... Jordana es muy guapa, el chico seguro que no se resistirá, y será fácil enamorarse de ella, y entonces controlaremos una gran fortuna. Dice Sebastián.

- ¡Pero hombre, dímelo! ¿Quien es este chico? ¿De quién es hijo? ¿De qué familia? Yo mismo no recuerdo a ninguno de nuestros amigos de la capital que tenga un solo hijo en edad de casarse.

- ¡Cálmate Nazaré! ¡Calma! No te apresures, solo sé comprensivo con Jordana, eso es todo... Necesitamos tenerla de nuestro lado.

NAzaré no pudo contenerse de tanta ansiedad... Y pregunta...

- ¡Pero dímelo Sebastião, sólo dímelo! ¿Dónde está ese rico prometido y salvador en el que tienes tanta confianza? ¿Eres de la capital? De donde es ? ¡Dime por favor!

El marido de Nazaré sonríe ante la curiosidad de su esposa y dice crípticamente.

- ¡Está más cerca de lo que crees!

Entonces su cabeza se hunde en las nubes y concluye que en el pueblo había un prometido así, entonces era el hijo de un granjero rico de la región, pero su marido no le dio más pistas al respecto.

Mientras tanto, en la tapera...

Ramón estaba acostado, todavía descansando, pero pensativo, para él, sí, Sebastião había sido muy amable con ellos, y servicial ayudándolos, sin embargo, algo... algo le molestaba, la vida le había enseñado mucho, y el pelo blanco y la piel arrugada no lo acompañaron gratis, con el paso de los años también llega la experiencia, la experiencia de quien ha vivido mucho tiempo para reconocerse. y desconfiar de la gente.

- Daniel, hijo mío, quiero hablar contigo... quiero decirte algo...

El nieto dirige su atención al anciano, curioso por conocer sus deseos.

- Hijo mío, no es cuestión de ser un desagradecido, ni mucho menos, Sebastião fue bueno ayudándome y cuidándome, fue amable conmigo y nos permitiste vivir aquí en sus tierras, pero... No nos vamos a acercar mucho a él, él está ahí, y nosotros aquí, y como sea, estamos buscando una dirección, seguro que el padre Alberto nos ayudaría a encontrar un lugarcito en el pueblo. .

- ¡Pero abuelo! ¿Por qué dices eso?

- Intuición hijo mío, intuición...

En ese momento, Yasmin llega a casa de Daniel y su abuelo... Llega llamándolos... Desde lejos.

-¿Daniel? ¿¡Señor Ramón!?

- ¿Esta voz? ¡Yasmín! Dice Daniel, yendo a recibir a su amiga... Ella había ido a visitarlo con el Cura, quien estaba preocupado por su desaparición.

-¡Daniel! ¡que susto! Ayer en la tarde vine a visitarlos y no encontré a ninguno de los dos, estaba aquí la hija del dueño de la finca, y me dijo que su padre había llevado al hospital al señor Ramón porque se había enfermado, incluso vino el cura. conmigo, preocupado...

- ¡Su bendición Padre Alberto! Pierde la bendición Daniel.

- Dios te bendiga hijo mío... ¿Cómo está tu abuelo?

Daniel invita al Sacerdote a pasar y les explica cómo pasó todo, mientras el Sacerdote habla con Ramón, Daniel y Yasmin van a conversar debajo de un árbol cercano.

- ¡Tenía miedo de que usted y el señor Ramón se hubieran ido, que fueran expulsados ​​por el dueño de la finca, y que yo no me enterara, de hecho! ¡Su hija es realmente genial, Jordana! Ella estuvo aquí en su casa, me dijo que se había peleado con su madre y se fue para la tierra, pero cuando llegó aquí su caballo se fue y la pobre se quedó sola, ¡si yo no hubiera aparecido! Imagínese lo que hubiera pasado.

Daniel tiene curiosidad por conocer a Jordana, después de todo, no conocía a mucha gente...

- Daniel, la llevé a la finca, le mostré el camino, pero cuando llegó allí, ella y su madre empezaron a discutir, realmente discutieron, ¿sabes? Luego Jordana tomó las llaves del auto y me llevó a casa, y pasamos la noche en la casa, nos hicimos amigas, ¡hasta me regaló un kit de maquillaje! Dice Yasmin con algo de vergüenza.

Pero Daniel, inocentemente, no tiene idea de qué son estas cosas.

- ¿Cuál es un caso de ese del que hablaste? él pide.

- ¡Ay Daniel! ¡Mírame la boca! ¡En mi cara! ¿No notaste nada diferente?

- ¡Tu boca está más roja! Pensé que era algo que estabas sintiendo, ¡no lo sé!

¡Yasmin suspira, tratando de calmarse para no ser grosera! Después de todo, parece que nada de lo que haga podrá conseguir que Daniel le preste atención para verla como una mujer...

Mientras el Padre y Ramón conversaban en la barra.

- Señor Ramón, lo importante es que se encuentre bien, está en su casita... Y se recuperará pronto... Dice el cura.

- Le doy gracias a Dios, Padre, pero sigo pensando... Padre, mi hija le dijo hace años... Antes de salir del pueblo y desaparecer, quién era el padre de Daniel... ¡Por favor, Padre, dígame! Siento que cada día estoy más cerca de morir, y no quiero dejar a mi nieto en la miseria, no tengo nada que dejarle, ni siquiera puedo llamar a este pedazo mío porque vivimos en tierras ajenas. ... No me suelta, por miedo a que muera, o a sentir algo, ¡me siento como una carga para mi nieto! Y tengo miedo de que gente mala se le acerque y le lleve por el mal camino. Ramón respira.

el sacerdote se pone pensativo, el secreto de los orígenes del padre de Daniel, él en realidad sabía quién era, pero no podía hablar, era un secreto de confesión, y los secretos de las confesiones deben mantenerse bajo llave...

- Señor Ramón, no sé de dónde sacó que sé esto, y aunque lo supiera, no podría decirlo, si fuera una confesión secreta...

y en realidad era un secreto de confesión, contar lo que la hija de Ramón le había confesado, era algo contrario a los juramentos hechos al ponerse la sotana, aunque le parecía injusto ocultarlo, al fin y al cabo Alencar, el antiguo dueño de la granjero y hombre muy rico, era el padre de Daniel, y su esposa, laPara averiguarlo, echó a la madre de Daniel de la granja.- No, señor Ramón, no se lo puedo decir, lo siento...

- Entiendo... Pero solo quiero pedirte una cosa, en caso de que me pase algo, quiero que cuides a mi nieto, y te asegures de que encuentre a su padre, ¿podrías hacer eso por un anciano de el final de su vida?

el Cura asiente que sí, al ver que Ramón parecía sentir el final cada vez más cerca...

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