Vanta.

Ya había pasado tiempo y el profesor Alfonso me había enseñado muchas cosas, su método de enseñanza y la paciencia que me tenía eran realmente útiles en mi aprendizaje.

Cierto día, estábamos descansando de todo el esfuerzo.

— Has aprendido mucho Esperanza - me dice él de repente - estoy orgulloso de ti.

— No, todo es gracias a usted.

En ese momento un gatito negro y de ojos de un color amarillo intenso apareció de la nada, era la primera vez que lo veía. Aunque el profesor Alfonso y yo no conocemos toda esta casa, que por cierto es enorme, creímos que el gato se había extraviado quizás.

— Tiene collar - me dice el profesor - es obvio que tiene un hogar.

— Sus dueños deben estar muy preocupados, una criatura tan pequeña inofensiva no debería estar aquí. Profesor debemos dejarlo ir.

— No me digas profesor - me responde - dime solo Alfonso, y en cuanto al gato, el fácilmente podría salir por una ventana, pero, ¿no piensas que podría pertenecerle a alguien en esta casa?

— Realmente no lo creo, aquí todos son demasiado malos como para tener una mascota tan linda y bien cuidada, no tienen el corazón para eso.

Él no me dijo nada más ante eso, solo me dejó sacar el gato, pasarlo a través de los barrotes de una de las ventanas. El Gatito se quedó un momento totalmente quieto y luego empezó a caminar alejándose de una forma muy lenta.

Alfonso y yo solíamos estar en la parte de la casa en la que estaban los trabajadores de esta mafia, gente no muy importante. Aparentemente, ese día ni Gabriella ni Leo y tampoco Santiago estaban en casa, pero por alguna extraña razón todos estaban muy nerviosos.

Y nos encontramos con una mujer joven a la que nunca habíamos visto, ella se veía más asustada que todos los demás. Cuando le preguntamos nos aclaró que ella solía estar en la parte de la casa donde estaban las personas relevantes. Ella tenía un cargo aquí.

— Es Vanta, no aparece - nos dijo luego de que le preguntamos por qué todos estaban tan asustados - ese la gata de la señorita Gabriella, estoy a cargo de ella... Me va a matar y a todos si no aparece.

En ese momento lo recordamos, Vanta era el nombre que tenía la gatita que dejamos libre en el collar.

Diana observó horrorizada cómo Alfonso y yo nos mirábamos culpables, sabiendo que habíamos cometido un grave error al liberar al gato de Gabriella Lombardi.

Los trabajadores nerviosos buscaban desesperadamente a la gata desaparecida, conscientes de las consecuencias catastróficas que podrían enfrentar si no la encontraban.

— Tenemos que encontrar a esa gata antes de que regrese - dijo Diana notándose su nerviosismo.

Con el corazón en la boca, Diana y los demás se aventuraron fuera de la casa en busca de Vanta, ya que nosotros no debíamos salir, no estaba permitido. Pero sus esfuerzos fueron en vano. El miedo se apoderó de todos mientras esperábamos el terrible desenlace que nos esperaba al enfrentarse a la ira de Gabriella.

Jamás pensé que fuera una chica de gatos, al parecer quiere mucho a su gato.

Cuando finalmente Gabriella llegó, su presencia llenó la habitación con una atmósfera gélida. Ella pasó muy cerca de nosotros.

— Debemos decirle - susurra Diana - debemos decirle antes de que ella se dé cuenta, será peor... Seguramente ya fue a su habitación, no la vio y la está buscando.

Pero nadie se atrevía a decirle algo a Gabriella, todos parecíamos estar paralizados. Poco después Gabriella volvió

Con un gesto amenazador, puso su mano sobre la mesa, aumentando el miedo en el aire y haciendo que Diana cayera a sus pies para pedir perdón.

— Señorita Gabriella, lo siento mucho, le juro que no sé cómo pasó.

Pero para sorpresa de todos, Gabriella parecía estar confundida por la situación.

Yo, tratando de proteger a los demás, tomó valor y confesé, al final, todo era mi culpa.

— Señorita Gabriella, fue mi culpa. No quería causar problemas, fue un malentendido.

— ¿malentendido? ¿De qué están hablando ustedes? Explíquense, ¿qué diablos hicieron?

Los ojos fríos de Gabriella se posaron en mí a mientras yo intentaba explicarme. Pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, la pequeña gatita Vanta apareció y se acercó a su dueña. Un silencio tenso llenó la habitación mientras todos observábamos cómo Gabriella interactuaba con su amada mascota.

Gabriella, sin cambiar su expresión gélida, preguntó: "¿Qué pasa aquí? ¿Qué han hecho?"

Ninguno de nosotros pudo articular una sola palabra, paralizados por el peculiar comportamiento de la gatita, quien parecía disfrutar viéndonos asustados. Sorprendentemente, Gabriella decidió dejar pasar el incidente. Al parecer tenía prisa por nacer algo.

— Olviden esto - dijo Gabriella con indiferencia mientras cargaba a Vanta en sus brazos.

La gatita miraba a todos con la misma mirada fría y despiadada que su dueña. En medio de la tensión, Alfonso intentó aliviar el ambiente con una broma: "Esa gatita es igual de malvada que la señorita Gabriella".

...Las risas nerviosas llenaron la habitación mientras Gabriella se alejaba con Vanta en brazos. Aunque el peligro había pasado, ninguno de nosotros olvidaría la lección aprendida: todas las cosas se parecen a sus dueños. Esa gata del demonio, estuvo escondiéndose....

— Aunque creo que muchos gatos, sin importar el dueño son malvados - dijo Alfonso.

...Diana después se fue, pobre esa mujer, estaba pensando que le daría un para cardíaco en cualquier momento. La mirada de Gabriella te come vivo, te mataría si fuera una daga, incluso cuando no está enojada, su mirada es algo letal....

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