¿Celos?

Petra se quedó allí durante horas en el hospital, estaba teniendo una conversación superanimada con su marido, ya no tan desconocido. Charlaron y cada uno habló un poco de sí mismo.

Bryan dijo varias cosas, le dijo a Petra que tenía un perro llamado Trovão, también dijo que le gustaba tocar el piano, pero debido a la prisa de su trabajo, ya no tocaba a menudo. Así estaban hablando y conociéndose, el tiempo apenas pasará.

— Estoy en camino ahora, se está haciendo tarde. — dice Petra, levantándose.

— Está bien, ¿el conductor te recogerá? — él pide.

— Sí, enviaré un mensaje para que venga Joseph. — dice Petra, levantando su teléfono celular y rápidamente enviando un mensaje a Joseph, quien responde instantáneamente, diciendo que ya estaba en camino. — Está bien, está en camino a recogerme.

— ¿Vendrás mañana? — él pide.

— ¿Quieres que venga? — ella pregunta.

— Deseo. — dice, Petra no puede evitar sonreír.

— Entonces vengo. — ella dice.

Él sonrió.

Petra se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Bryan, quien se sonrojó, ella sonrió antes de darle la espalda y caminar hacia su bolso, recogiéndolo y colgándoselo al hombro.

Miró a Bryan, que seguía mirándola, sonrió internamente y salió de la habitación. Petra caminó por el pasillo y al llegar a recepción se topó con la fisioterapeuta que estaba tocando tan íntimamente a su marido. De repente, ese sentimiento de ira afloró y Petra simplemente comenzó a caminar hacia la mujer, quien pronto notó su presencia y se volvió hacia Petra.

— Escucha, no me gustó nada la forma en que estabas tocando a mi esposo. — dice Petra.

— Solo estaba haciendo mi trabajo. — dice la mujer.

— Tu trabajo es solo ayudarlo a hacer ejercicio, y estabas haciendo mucho más que eso. Te vi tocando su vientre, pasando tu mano por su cadera, casi tocando tú… — Petra se calla y siente que le arde la cara. — De todos modos, la próxima vez que toques a mi esposo así, te arrancaré las manos.

— ¿Me estás amenazando? — Pregúntale a la mujer.

— No, solo te doy una advertencia. — Así sale Petra del hospital, donde Joseph ya la está esperando.

Cuando subieron al auto y se fueron, Petra comenzó a pensar lo que hizo, ¿realmente estaba celosa? Ella nunca amenazó a nadie, pero en segundos lo estaba haciendo, su sangre estaba hirviendo y simplemente actuó sin pensar. Fue un impulso.

Sale de sus pensamientos cuando suena su celular, era su padre. Ella rueda los ojos y responde.

— ¿Qué es lo qué quieres? — ella pregunta directamente.

— ¿Es esa la forma de hablar con tu padre? — pregunta, fingiendo una tristeza falsa en su voz.

— Solo te estoy dando el mismo trato que me diste a mí. — dice Petra. — y eso no es ni siquiera el principio. Ahora di lo que quieras, no tengo tiempo.

Petra escucha la risa de su padre al otro lado de la línea y frunce el ceño.

— ¿Apenas has salido de casa y ya estás sacando las alas? — dice burlonamente.

— Voy a colgar… — dice Petra después e interrumpe.

— No cuelgues. — Antón dice. — Solo quiero saber cómo está Bryan.

— Llámalo y pregúntale. — dice Petra con impaciencia.

— No quiere hablar conmigo. — Anton dice con irritación en su voz.

— Mira qué casualidad, yo tampoco. — dice Petra, colgando el teléfono.

A Petra no le gusta actuar así, pero tiene que aprender a devolver el golpe, ya la han golpeado mucho en la vida, fue humillada tanto por su padre como por su hermana, ahora no aguantó más, nadie la humillará jamás.

Así que fueron a la casa de Petra, cuando llegaron allí, ella subió a su habitación y se quitó esa ropa, no quería usar esa ropa y actuar como una persona que no era, así que caminó hacia su maleta y agarró uno de sus vestidos favoritos.

El vestidito era amarillo floreado, con tirantes finos, y estaba pegado a la cintura y los senos, dejando la parte inferior desatendida, el cabello de Petra estaba suelto, por lo que solo tomó dos mechones de su cabello por delante y los llevó hacia atrás, asegurando con una cinta blanca y terminando con un lazo. En sus pies se puso unas zapatillas blancas, también se puso una pulsera y un collar.

Petra tomó un libro que tenía muchas ganas de leer, Orgullo y Prejuicio, finalmente tomó su celular y audífonos, suspirando salió de la habitación, quería leer su libro en la calma del jardín, debajo de un árbol.

Pero, al llegar al salón, Petra se encuentra con su suegra, que la mira de arriba abajo.

— ¿Qué es este traje? — pregunta Rebeca.

— Ropa normal, ¿no ves? — dice Petra con desdén.

— No quiero que mi nuera ande con esa ropa barata, tiene que verse chic, elegante. — dice Rebekah indignada. — tienes que estar a la altura de la familia.

— Su problema. — dice Petra. — fuiste tú quien quería este matrimonio, ahora aguanta.

Petra ya se iba, pero volvió a mirar a su suegra.

— Acostúmbrate, ese es mi estilo, y no lo voy a cambiar porque no te guste. — dice Petra mientras se pone los auriculares y sale al jardín.

Petra caminó por su patio delantero, Orgullo y Prejuicio firmemente en su mano. Le encantaba leer clásicos y ver cómo las historias retrataban la sociedad en diferentes épocas. Mientras caminaba, sus auriculares tocaban la canción "Style". Le encantaba la sensación de estar al aire libre, de oler las rosas mientras se abría paso entre el laberinto de flores. Mientras tanto, escuchaba a Taylor Swift en sus auriculares, tarareando suavemente algunas de sus canciones favoritas.

Petra se permitió perderse en las melodías, admirando las flores y respirando el aire fresco, sin preocuparse por los problemas cotidianos. Se sentía eufórica, libre y feliz, como si no hubiera nada que temer.

Mientras caminaba por uno de los senderos del jardín, Petra se detuvo frente a un lecho de flores de colores, las que ella misma había plantado. Inclinó la cabeza para oler el aroma y admiró los colores vibrantes mientras leía la poesía de Jane Austen.

Esa combinación de entretenimiento, naturaleza y música lo hizo aún más especial. Petra sabía que podría haber disfrutado relajándose en el jardín durante horas, con su lectura y música favorita, pero también sabía que debería volver a entrar.

Petra respiró hondo mirando la casa mientras caminaba hacia ella y pensó en su vida de ahora en adelante. Pronto Bryan estaría en casa y estaba nerviosa por cómo resultaría su vida.

Entonces, supo que ese jardín lleno de flores sería el lugar donde iría cuando quisiera paz, sabía que permitirse esos momentos de calma y paz eran esenciales para su vida diaria.

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