Vaya que el sufrimiento se había extendido y según yo no me había querido soltar, estaba por cumplir 16 años y para todos era raro, porque no actuaba como cualquier chico de esa edad, siempre encerrado, siempre huyendo de todos, prefería estar así, solo.
Hoy en día le nombran bullyng pero eso del bullyng es tan viejo creo yo como la prostitución, pero nadie le daba importancia en esa época o sabíamos disimular ante nuestras familias que todo estaba bien, ya de por sí al menos para mí era difícil soportar el maltrato y las humillaciones de todos como para soportar que mi madre fuera a restregarme en la cara eso de “¿que no eres hombre Alejandro? ¡Defiéndete ya no eres un niño! ¿O que eres una niña?, ni tu hermana” al menos así lo sentía que ocurriría de decirle algo a mamá así que no, era ya suficiente con que todos me dijeran marica, ya me lo habían dicho tanto que yo me lo creí y el pánico era mayor en pensar que mi madre se diera cuenta.
Tenía poco de haber entrado a la prepa, aunque era ya un adolecente de casi 16 años cada vez me sentía inseguro y temeroso, pues el ambiente ahí era mucho peor que en la secundaria vaya que la secundaria había sido un infierno, por lo que buscaba la manera de siempre estar solo aislado de todos, en clase siempre me sentaba hasta adelante ya que los desmadrosos suelen siempre estar atrás y estar adelante era protegerme de ellos.
Mi aspecto físico dejaba mucho que desear siempre desaliñado con el cabello entre largo corto, siempre a medio peinar con no se cuantos kilos de más los zapatos siempre hechos un asco, lo que generaba siempre un pleito casado con mi madre, que había intentado todo por hacerme bajar de peso de tener un aspecto más decente pero nada le había funcionado, su pongo que muchos llegaron a dudar que fuera yo su hijo, porque a diferencia mi, Carolina siempre tan naice a la moda como toda una muñequita y qué decir de mi madre, quien había crecido en todos los aspectos, siempre tan bella y elegante la verdad que me encantaba verla en sus trajes sastres su bolsa del color de sus tacones.
Vivíamos mucho mejor su esfuerzo y dedicación la habían llevado hacer la gerente general de la hipotecaria San Román, por lo que era inevitable sentirme fuera de lugar, no me sentía parte de ellas vaya no me sentía parte de la vida era esa sensación de sentirme de más.
Más que un adolecente seguía siendo un niño que desconocía que era la vida, porque para mí simplemente ella había sido cruel conmigo o que hasta Dios se había olvidado de mí, hoy sé que no es así, que, aunque Dios me pareció despiadado y hasta cruel, hoy entiendo que tenía que sacudirme para abrir los ojos para salir de aquel capullo.
Aquella tarde eran casi las tres de la tarde la prepa estaba prácticamente sola, siempre esperaba a que todos salieran como estampida para evitar cualquier conflicto, pero solo era cuestión de tiempo de hecho minutos para que la tormenta tocara tierra, pero esta vez era morir o luchar con garras y dientes por sobrevivir.
Isaac. - ¡Hey wey mira quien está ahí…!
Erik. - ¡El pinche gordo marica del Alejandro…!
Isaac. - ¡Ja jajá vamos a fastidiarlo un rato…!
Erik. - ¡Va…!
Ni siquiera los vi venir, estaba tan tranquilo comiendo unas papas las cuales salieron volando por un manotazo de Isaac enseguida de eso comenzaron a aventarme cual pelota de pimpón a mofarse de mi aspecto a gritarme una y otra vez marica, joto de mierda y no sé cuántas peladeces más, yo solo deseaba que la tierra me tragara, porque yo, si yo ni siquiera la palabra les dirigía es más ni siquiera volteaba a verlos, porque ensañarse así con migo si yo no les hacía nada, tenía tanto miedo que fue inevitable llorar porque no podía articular palabra alguna.
Isaac. - ¡Ja jajá mira el put-ito ya se puso a llorar…!
Erick. - ¡Ja jajá piche cerdo culero defiéndete puto que no eres hombre…!
Isaac. - ¡No wey no es hombre es una niña el pinche…!
Claudia. - ¡Ya cabrones déjenlo en paz!
Isaac. – ¡Tú no te metas…!
Claudia. - ¡O que hijo de la chin-gada! ¿vas a pegarme…? ¡atrévete, yo si te parto tu madre…!
Erick. - ¡Ya pinché Claudia solo estábamos jugando…!
Claudia. - ¡Pues vayan a jugar con su pu-ta madre culeros!
Erick. - ¡Ya estuvo, vámonos wey…!
Isaac. - ¡Tú cuídate culero, no siempre esta bitch estará para defenderte…!
Claudia. – Ven... Alex vamos o te llevo a tu casa.
No lo pensé dos veces me fui con ella, pues imaginaba que de no hacerlo aquellos dos regresarían para seguir jodiendo me la vida, cuando nos subimos a su coche aun llevaba los ojos húmedos…
Alejandro. - ¡Qué vergüenza… gracias…!
Claudia- No te preocupes así son esos dos, se las dan de muy valientes ¿pero tu estas bien…?
Alejandro. - ¡Si, aunque aún tengo coraje conmigo mismo por ser tan cobarde, tan marica…!
Claudia. - ¡Tranquilo, eran dos contra, ti…!
Alejandro. - ¡No, siempre ha sido así! no se defenderme estoy tan harto de vivir así no sabes cuantas noches le he pedido a Dios ir a dormir y ya no despertar, pero creo que hasta él se olvidó de mi…
Claudia. - ¡No digas eso…! ¿Puedo hacer algo por ti?
Alejandro. - Ya lo has hecho hoy Claudia muchas gracias…
Claudia. - Eres muy solitario Alejandro, eso no es bueno…
Alejandro. - No tengo amigos, todos siempre me agreden…
Claudia. - ¡Pues no he yo soy tu amiga! ya se vamos a tomar un café debes distraerte y salir de la rutina…
Alejandro. - Pero…
Claudia. - Pero nada, vamos un rato y ya te llevo a tu casa, ya no reniegues de la vida.
Alejandro. - ¡No tienes idea de todo lo que he tenido que pasar…!
Claudia. - ¿Y no lo has hablado con tus padres…?
Alejandro. - ¡Mi padre ni siquiera sé dónde está! nos ve cada vez que se acuerda de nosotros y mi madre ¡ni pensarlo siquiera me daría vergüenza miedo…!
Claudia. - ¿Y con un psicólogo?
Alejandro. - ¡No sé! ¿qué podría decirme que estoy exagerando o que realmente soy un marica…?
Claudia. - ¿Y tú lo eres, o crees que lo eres?
Alejandro. - No lo sé, me lo han dicho tantas veces que lo doy por hecho y ni siquiera sé si me gustan las mujeres a veces creo que sí y otras tantas como que me siento atraído por los hombres y en ocasiones llego a la conclusión de que ¡mi vida es un asco…
Claudia. - Ya sé quién, podría ayudarte. Fer mi primo es psicólogo…
Alejandro. - ¡Pero yo no tengo para pagarle, no podría decirle a mamá!
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Comments
Martha Gomez
Que triste sentir que no se cabe en ninguna parte, sentirse solo y pensar que el mundo se lo puede tragar.
2024-05-05
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