Verdades ocultas

Eso no puede ser verdad, porque no me dijeron nada.

- Era el trato que teníamos con tu verdadera familia, no debías enterarte de tu procedencia.

- Porque ahora sí, porque buscarme después de tantos años de abandono.

- Porque la necesitamos, tenemos que cerrar un negocio y nuestra hija mayor desgraciadamente se fue a estudiar al extranjero.

Ya empezaba a entender un poco, yo solo era un medio para alcanzar sus propósitos, nunca me habían querido y nunca lo iban a hacer.

- Y que ganamos nosotros. - mi padre mi mira con tristeza, cómo si en algún momento hubiera pensado que lo abandonaría o si por el hecho de conocer la verdad lo gritaría.

A pesar de que él no es mi padre biológico él es la única figura paterna que es tenido y que me ha cuidado y me ha amado durante todos estos años.

- Que quiere a cambio, de su precio y sé que lo concedemos.

- Van a conseguirle una casa más grande a mi padre, que esté adecuada a su condición. También van a pagar sus terapias y que lo vean los mejores doctores, por último pagarán la colegiatura de mi hermana no solo la preparatoria sino también la universidad.

- Y usted no va a querer nada.

- Con tal de que ellos estén bien, yo también lo estaré.

- Exiges demandas y no sabe lo que tiene que hacer para poder conseguir lo que acaba de pedir.

- Si es una situación de ricos no debe de ser nada fácil, y al parecer es de mucha urgencia para que hayan tenido el descaro de venir a buscarme.

Si, esta situación no es nada fácil y pensaran que tome la decisión apresuradamente, pero la verdad es que a pesar de que tengo un buen sueldo, los gastos son bastante altos y si así puedo garantizar un futuro para las personas que amo.

- Dentro de tres meses, nos veremos en esta dirección. - el señor me entrega una dirección y una caja.

- Si no tienen nada más que decir, se puede retirar, a una última cosa, la casa se la pueden entregar a mi padre dentro de una semana, si no cumplen con lo pactado olvídese de que los ayudaré.

Ellos solo asienten y salen de la casa, ya estando solos me puedo sentar y poner las manos en mi cabeza. Todo me imaginaba para el día de hoy, menos esto.

- Siento mucho lo que pasó el día de hoy Clara. - el solo escuchar mi nombre me duele.

- Por favor papá llámame hija, porque yo soy tu hija y tú mi padre.

- A pesar de lo que acaba de pasar quieres que te siga llamando hija. - asiento y me calmo un poco antes de seguir hablando.

- Cuéntame qué fue lo que pasó, o porque resulte con ustedes. - mi papá se aclara la garganta.

- Hace veinte años, tu mamá y yo trabajábamos para ellos, eran tiempos difíciles, la señora estaba embarazada y le habían dicho que iba a tener mellizas, cuando nacieron de repente esa noche nos llamaron y nos entregaron a una de las bebés, dijeron que si queríamos conservar el trabajo que teníamos que callar. Así lo hicimos durante un tiempo, pero empezaste a enfermar y les pedimos ayuda, pero lo único que recibimos fue una patada en el trasero. Tu mamá se encargó de cuidarte mientras yo empecé a buscar trabajo, cada día que pasaba seguías y seguías más enferma, pero nunca nos rendimos contigo, después de muchos tratamientos saliste adelante, mamá después de unos años quedó embarazada de Sara y te volviste la hermana mayor.

- Por eso mi mamá nos dejó, todo por mi culpa cierto, si no hubiera estado ella sería feliz y se habría quedado con la pequeña.

Las emociones me ganan y yo comienzo a llorar, ahora entiendo por qué mi madre cambio en el momento en que nació Sara, ella solo quería a una hija, yo le quite valioso tiempo y cuando tuvo la oportunidad de criar a su verdadera hija ya no le interesaba.

- Siento haberte quitado el amor de una madre, no merezco estar con ustedes, así que ahora que tienen algo asegurado voy a desaparecer de sus vidas.

Unos brazos grandes y otros pequeños me toman por sorpresa, las dos personas que más me importan me están dando su apoyo.

- Hermanita, no te preocupes tú eres mi hermana mayor y si mi mamá se fue no es por tu culpa, sino porque ella no quería estar con nadie de nosotros.

- Míranos los tres llorando, que dirían si nos vieran así.

- Que somos una familia rota pero feliz. - dice la pequeña Sara con los ojos llorosos pero con una hermosa sonrisa en sus labios.

Después de unos cuantos minutos más de abrazos y de hablar con la familia, por fin decido revisar la dirección y la caja que me habían dejado esas personas.

Lo primero que miro es la dirección y sé que es en un juzgado, puede que me incluyan en la herencia familiar o eso fue lo primero que pensé, pero al ver la caja entendí todo.

- Es un matrimonio.

- Al parecer si, dentro de tres meses me voy a casar.

- Hija piensa muy bien las cosas, estás a tiempo de dar un paso atrás, ellos no controlan tu vida.

- Lo se papá, no la controlan, pero tienen los medios para que tú puedas volver a caminar y para que mi hermana tenga un mejor futuro.

- Sigues pensando en nosotros, a pesar de que tengas que sacrificar, tu felicidad y tu libertad.

- Has dado mucho por mí, es hora de retribuirle todos los esfuerzos. Me casaré, pero no por eso los voy a dejar desamparados.

Esos días en familia fueron de lo mejor, era lo que necesitaba para dejar de pensar en lo que me estaba pasando, los días que compartí con mi familia fueron los mejores, a pesar de que les había dado una semana para lo de la casa dos días después llegaron los papeles, tanto de la casa, el listado de médicos que estaban a disposición de mi padre y por último un fondo que estaba a nombre de mi hermana.

Era la persona más feliz del mundo, o eso pensaba yo, lo primero que hice al llegar a la casa del señor Santo Domingo fue hablar con él, o mas bien con su asistente, le informe sobre mi renuncia, pero no le dio importancia.

- Y te vas a ir.

- La información vuela.

- Somos, muy callados, pero estamos siempre atentos a todos los que trabajan con nosotros.

- Es algo complicado César, no lo entenderías.

- Cuéntamelo y puede que te entienda. - estaba a punto de hablar con César, pero Gloria apareció avisándome que los niños ya estaban despiertos.

- Nos vemos en la noche en la piscina.

Las palabras salieron de mi boca y me acordé de la advertencia del señor, quien es el para que me prohíba nadar, solo soy una más de sus empleadas. El solo hecho de que me ayudara no le da el derecho de decirme que hacer y que no.

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