Encuentro

Lale de pronto fue azotada a una cama, mientras que al mismo tiempo aquel hombre frente a ella comenzaba a desvestirse, y se dispuso a atacar a Lale. Entonces de pronto se escucharon unas fuertes carcajadas provenientes claramente de Lale.

—No quería utilizarlo, pero como veo que es mi única opción contra ustedes seres bestiales, creo que será bueno para que le dé una oportunidad a esto que aquí le llaman poder.— Dijo Lale entre risillas malévolas.

El hombre no sabía de lo que estaba hablando Lale y no le iba a preguntar asi que decidió continuar en lo suyo, enseguida el hombre se disponía a tomar a Lale por la fuerza claro. Sin embargo del cuerpo de Lale comenzó a salir una luz blanca que en cierto punto parecía hermosa, pero nadie imagino que esa sería la perdición de todos esos hombres. Con aquella luz Lale en primer lugar dejo ciegos a todos los que estaban en ese lugar, después a muchos les comenzó a salir sangre por ojos, nariz, boca y a los que aún podían mantenerse en pie les fue quebrando el cuello ella misma. Muchos de los hombres intentaron huir, pero para su mala fortuna Lale había puesto una barrera en cuanto supo que se atreverían a hacerle daño directo. Ella intentó ser una buena persona, vivir en paz y hacer lo que le gustaba, sin embargo alguien la tuvo que traicionar, cosa que ella ya había experimentado de niña. No iba a dejar las cosas así, pero el utilizar un gran poder conlleva sacrificios y mucha energía, entonces cuando Lale termino con todos los bandidos se disponía a irse de allí aunque no logro llegar muy lejos pues su cuerpo no resistió y termino por desmayarse.

Después de unas cuantas horas Lale comenzó a despertar y se sorprendió al verse en una cama, en una habitación y en un lugar desconocidos.

—¿Y ahora dónde rayos estoy?.— Dijo Lale tratándose de levantar, pero fue interrumpida por una señorita que parecía ser una sirvienta.

—Señorita ya despertó, permítame le avisaré a su majestad— dijo la chica mientras que no termino de entrar a la habitación y salió corriendo.

—¿Quién era esa y quién será su majestad? ¿Será que me irían a rescatar los del imperio?. ¡No!, eso sería demasiado bueno para ser verdad, como sea estoy feliz de aún seguir con vida.— Se dijo Lale a si misma.

De un momento a otro, las puertas de la habitación se abrieron y entró la señorita de antes junto a un hombre totalmente deslumbrante, pues era un hombre fornido, muy guapo, de ojos azul claro y un cabello tan negro que resplandecía, parecía de al menos unos treinta años.

—Disculpe señor, pero me podría decir dónde me encuentro, no creo que sea tan importante como para que la gente del imperio haya enviado a alguien para rescatarme.— Mencionó Lale.

—¡Buenos días señorita!, se encuentra en el imperio Silver y no se a que se refiere con rescatar, lo que paso fue que un batallón que hacía reconocimiento de zona en las fronteras, la encontraron y decidieron traerla porque dijeron que usted eliminó a toda la banda de ladrones, la más grande que había existido en los últimos tiempos. Dígame, ¿es eso cierto?.— cuestionó aquel hombre.

—La verdad no se si los eliminé a todos, yo lo único que hice fue defenderme porque intentaban abusar de mí y eso jamás lo permitiría.— Respondió Lale algo molesta al recordar lo que le pudo haber sucedido.

—Entonces quisiera saber cuál es su poder, el hecho de haber acabado con miles de hombres usted sola y sin ningún tipo de ayuda realmente me sorprende.

—Antes que nada me gustaría saber quién es usted señor— proclamó Lale.

—Mis más sinceras disculpas señorita, me presento. Mi nombre es Aron Soller emperador de Silver, patriarca y gobernante del imperio de la luz. Ahora ¿cuál es su nombre señorita? y ¿cuál es su poder?.— Dijo el emperador.

—Mi nombre es Lale, solo Lale sin apellido porque no tengo padres o al menos eso parece, pues me abandonaron al nacer y soy o era la general rango B del imperio North bajo el mando del gran general Edmond el general de hielo. Me disculpo con usted su majestad y me gustaría agradecerles por traerme hasta aquí. Hablando de mi poder no se que poder sea, pero apareció cuando cumplí diez años durante una pelea callejera y por el momento solo sabemos de él usted, su gente y yo. Nadie del imperio North se enteró de dicho poder. Consiste en una luz blanca que logra hacer que mis enemigos sufran la más horrorosa de las muertes al dejarlos ciegos y hacer que se desangren.

—Me sorprende que tenga un poder de esa magnitud, hace unos mil años existió una persona con el mismo poder y era capaz de acabar con miles de enemigos a la vez. Si le parece bien me gustaría que la santa del imperio la vea, quizás usted sea la persona que hemos estado esperando

—No se a que se refiere, pero no permitiré que me vuelvan a utilizar de ninguna manera, solo fui utilizada por gente en la que confíe y eso me molesta de verdad. Yo no los conozco y no tengo porque hacer caso a sus pedidos, sin embargo por esta vez haré una excepción por haberme salvado. Traiga a esa santa.

El emperador pidió que fueran a traer de inmediato a la santa y así se hizo y en solo cuestión de un par de horas dicha santa ya se encontraba en el palacio.

—Su majestad, ¿en qué puedo ayudarlo?— dice la santa haciendo una reverencia

—Verá su santidad, mis soldados encontraron a una chica muy peculiar y quiero que me dé su opinión sobre ella.— Dice el emperador.

—Sera un placer su majestad, ahora sí me permite me gustaría conocer a dicha chica.

El emperador ordena que lleven a la santa con Lale y así la pueda observar y dar una opinión neutra sobre ella. Pasaron un par de minutos y la santa llegó a la habitación donde se encontraba Lale, al abrirla, la santa sintió un fuerte escalofrío recorrer su cuerpo...

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