Emperador del mar

Mientras nos adentrábamos en las aguas se comenzó a sentir un aumento en el poder mágico del lugar, –dice Jack–, fue tanto el aumento que incluso Emilio, una persona sin aumentos con mytril pudo percibirlo, algo no estaba bien, debíamos llegar rápido al fondo del asunto, aumentamos la velocidad de la embarcación pero al estar en movimiento gracias al viento nos veíamos limitados al mismo...

El viento se detuvo repentinamente, una sombra cubrió el océano al rededor del barco, pero al mirar al cielo se encontraba despejado, la criatura venía del fondo, era lo que estábamos buscando, pronto un tentáculo emergió del mar, duro más tiempo en salir que lo que Tadeus de un flechazo lo desintegró, este acto enfureció a la bestia, un fuerte rugido se escuchó, hasta que emergió todo el ser...

Era un pulpo gigante, con el tamaño suficiente para destruir toda Mardeluque con su cuerpo, habría que destruirlo en el lugar, decidimos usar los cañones del navío, parecía un combate de piratas contra un monstruo de leyendas pero este era real, cargando con maná una bala de cañón y gracias a una flecha de Tadeus que abrió el camino, logré atravesar al monstruo que yacía delante...

No podía ser tan fácil, en eso tenía razón, el maná que hacía el aire más denso no había desaparecido, el mar comenzó a moverse erráticamente, como si de un maremoto se tratase, un ronquido salió del fondo oceánico, la lluvia comenzó abruptamente, mientras que una estructura similar a un pilar emergió del océano creando una isla en la que se encontraba un trono en el centro...

En el trono yacía sentado un caballero, con una melena oscura que le cubría la cara hasta los hombros, la cual fue recogiendo hasta amarrarla en su cabeza, portaba una armadura aguamarina que contrastaba con el blanco de su piel, sus ojos azules profundos como el océano imponían, de su mano se extendió una gota de agua, que se fue extendiendo hasta formar un tridente...

Ese hombre sentado frente nuestro con tal calma, era el enemigo que debíamos derrotar, Xelena intercedió, dijo que ella lo derrotaría, cosa que acepte, pero no sin antes regresarle sus aretes, no había podido dárselos con anterioridad, mi padre me informo que gracias a las gemas del duende, había conseguido total inmunidad a la asfixia por líquidos, perfectos para esta circunstancias...

Xelena salto del barco hacia la plataforma, el caballero se levantó, sin decir una sola palabra señaló un brazalete, todos comprendimos que era la recompensa de ganar, la batalla inicio, Xelena se veía superada por las estocadas a gran velocidad de ese hombre, pero repentinamente sus golpes comenzaron a atravesarla, pensamos lo peor, ¿Xelena había perdido?

No hubo sangre, no podía haberla herido, tal como sospechamos no la había herido, era que se estaba moviendo tan rápido que dejó de ser percibida por los ojos, dejaba una imagen residual en el lugar, era increíble ver lo rápido que se movía, más el caballero no se quedaba atrás, se lograban observar los destellos del choque de las armas, este era un combate de resistencia más que de velocidad...

Repentinamente, Xelena tomo distancia, cerro los ojos, tomo una posición de combate, en un parpadear, girando como un torbellino, rompió el tridente de su rival, colocando una de sus espadas sobre el cuello del enemigo, este último aceptando su derrota, hizo una seña, el brazalete se movió, un grupo de cangrejos lo traían en brazos, acercándolo hasta Xelena en muestra de su victoria...

Xelena regreso al navío, el hombre sentado en aquel trono nuevamente, miro desconsoladamente al pulpo que yacía a un lado de el, pero antes de marcharse lo tomo, se marchó con el volviendo a las profundidades del océano, deteniendo la lluvia en el proceso, mientras celebraba Tadeus con Xelena su victoria, Emilio se dirigió a mí, agradecido por haber obtén su venganza además de obtener un tentáculo a modo de trofeo...

Mientras navegábamos de regreso a la ciudad, comenzamos a evaluar los brazaletes, mismos que en su base traían la inscripción "Kraken", momento en el que comprendimos que aquel objetivo de la lista no era el pulpo, sino estos brazaletes, que al acercarme a ellos para poder observarlos con mayor detalle, se iluminaron, al tratar de cubrir mis ojos, se aferraron a mis muñecas y no logramos despegarlos de ahí...

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