Un terror marítimo

Después del cumpleaños de Xelena, –dice Jack–, la dinámica en el grupo cambio un poco, se veía como Tadeus trataba de impresionar a Xelena, está última sin darse cuenta de las intenciones de él, las dos semanas de descanso pasaron rápidamente, por lo que era hora de reportarnos nuevamente al cuartel general del ejército, debíamos continuar con las misiones para lograr acabar con la guerra de una vez por todas...

—¡Señor! –dijeron los chicos delante del general Ander mientras le presentaban honores.

—Adelante, –dice el general Ander–, tengo información sobre su próximo objetivo, para el cual deberán ir al mar...

Partimos hacia Mardeluque, –dice Jack–, una ciudad pesquera y comercial al oeste del reino, utilizada como principal puerto de intercambio de mercancías con los demás reinados, pero durante la última semana se han perdido, ha habido reportes de tentáculos que aparecen al rededor de las embarcaciones, destruyendo los cascos de los navíos, produciendo perdidas económicas gigantes...

Tardamos cerca de dos horas de vuelo hasta llegar a ver la ciudad, era un puerto increíble, con varios buques aparcados en los muelles, el aroma a agua de mar se percibía a kilómetros de distancia, rodeada por una cadena montañosa que producía un frente frío, además de servir como protección para la misma, con un infinito azul delante, nuestro destino se encontraba cerca...

Descendimos hasta la ciudad, de inmediato nos dirigimos al cuartel para saber lo ocurrido en la zona, pero Mardeluque era una ciudad pacífica, que pese a ser parte del reino no contaba con una milicia estable para dar mayor confianza a los comerciantes que a ella acudían, así que era momento de buscar al alcalde, pero tampoco existía, parecía chiste, pero la ciudad se controlaba por medio de un consejo...

El consejo conformado principalmente por comerciantes, nos dio una audiencia, debimos sacar a Xelena del lugar, está se enojó porque únicamente había comerciantes masculinos en el lugar, dato que cabreo a todo el grupo, pero necesitábamos su permiso para poder aventurarnos al mar, no era momento para ofenderlos, de la manera más despectiva fuimos tratados, hasta que accedieron a narrar lo sucedido y darnos pase libre para el lugar...

El barco de uno de los comerciantes que hacen parte del consejo fue el que mayores perdidas sufrió, además de ser el único por su tamaño en regresar, el capitán, quien fue el único sobreviviente, describió que varios tentáculos de inmenso tamaño surgieron del mar al rededor del navío, abrazándolo con intención de partirlo en dos, pero debido al tamaño no lo logro, solo malogro la mercancía...

Luego de obtener el permiso para ingresar al océano, fuimos a conseguir una embarcación pequeña en el muelle, pero cuando llegamos al lugar, todas las embarcaciones a la venta habían sido compradas por el hijo de uno de los comerciantes que Xelena insulto en el consejo, parecía un acto de castigo, hasta que un hombre que escuchaba la conversación con el vendedor alzó la voz...

—¡Yo los llevo, pero me dejan clavarle un arpón a la bestia!

Era un hombre joven, de no más de 30 años, con la cara entristecida y enfurecida, tenía una botella en una mano, era un tipo de whisky, por lo que los chicos dudaron si aceptar, hasta que esté se presentó como Emilio, el capitán sobreviviente del último ataque de la bestia marina, eso explicaba el ¿por qué?, de su enojo al momento de decir que deseaba clavarle un arpón a la bestia...

Quién mejor para guiarnos que aquel que ya había sufrido un encuentro con este ser, por lo que sin pensarlo dos veces, aceptamos su ofrecimiento, tenía actualmente una corveta, un pequeño barco con una capacidad de 100 hombres pero que contaba con media docena de cañones, mientras realizábamos los preparativos para zarpar, nos aclaró que después de sobrevivir, fue tratado como lo peor...

Acontece que el comerciante dueño de la embarcación, al ver su mercancía dañada, daño la reputación de Emilio en las navieras, haciendolo ver cómo un pésimo capitán por regresar con vida pero permitir la perdida de la mercancía, cada vez nos producían más disgustos los comerciantes al grupo, pero debido que necesitamos el cuerpo de la bestia, debíamos zarpar lo más pronto posible...

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