capitulo 10

Cuando Darío encontró a Lucía, estaba en medio de los dos cuerpos con sangre en su hermoso rostro y en su ropa, parecía una escena grotesca sacada de una película de terror . Se acercó a Lucía y la abrazó. Ella seguía con un pequeño rasgo rojo en sus ojos y, a juzgar por sus manos, ella los había matado. Lloraba desconsolada por lo que había hecho, pero no sabía bien por qué.

Darío recordó la leyenda y, sin dejar de abrazarla, le dijo: "Tienes que remediar esto". Ella lo volteó a ver y le preguntó: "¿Cómo voy a hacer eso? Están muertos".

"Amor, tú eres una mujer muy especial y yo te enseñaré a controlar tu poder", respondió Darío. Terminando de decir eso, se acercó con Lucía en sus brazos y destapó los cuerpos. Acercó la pequeña mano de Lucía a su boca y rasgó con su colmillo su dedo, haciendo salir unas gotas de sangre que Darío puso en la boca de cada hombre y ordenando que los llevaran a la mansión. Ella lo miró sin saber por qué había hecho eso, pero no preguntó nada.

Caminaron de la mano por el bosque al entrar a la mansión. Lucía fue jalada de la mano de Darío y tirada a un lado. No era otra que Valeria, la rubia que había interrumpido la cena. Era una desgraciada que hizo enojar a Lucía con su actitud y al ver cómo se le restregaba a Darío y se le insinuaba y él no supo cómo actuar, se enojó tanto como hace apenas unos minutos quería tener la cabeza de ella goteando sangre y a él enseñarle a golpes que solo ella podía estar así con él que ella era la única que podía tocar su perfecto cuerpo.

Lucía se levantó y se dirigió a la mujer, pero Darío se paró en frente evitando el paso. "¿Cómo te atreves?", dijo Lucía enojada con los ojos rojos como la sangre y una mirada aterradora.

"Se atreve porque me ama tanto como yo a él", dijo la rubia con una risa burlona en los labios y apretando su cuerpo mas al de el.

Lucía colocó su mano en el cuello de Darío, apretando cada vez más fuerte hasta que llegó el padre de Darío y hablándole dulcemente a Lucía para que dejara a su hijo. "Lucía, por favor hija, déjalo. No fue su intención proteger a esta mujer, solo quería evitar que hicieras algo de lo que te arrepentirás. Tú no eres así".

Los ojos de Lucía volvieron a ser cafes y soltó a Darío, quien solo observó a su pareja cuando caía al suelo desmayada. Darío corrió a levantar a Lucía, pero todavía seguía impresionado por la escena que había presenciado. Tomó a Lucía y la recostó en el sofá, volteando a ver a Valeria. Enojado, la tomó de los cabellos y la arrastró afuera, advirtiendo:

- La próxima vez que te acerques a mi mujer, te mataré yo mismo.

Valeria no dejaba de llorar por el enojo de que la cambiara por una mujer lobo. Ella y Darío eran vampiros de sangre pura y ahora él estaba con una maldita loba, y su padre, el rey, la aceptaba, algo que con Valeria nunca pasó , pero también sabía que el correría a sus brazos en cuanto la maldita loba no lo supiera satisfacer en la cama .